Hombres de teatro 2019

En lo que a actores se refiere, el 2019 tuvo la sorpresa de contar con un buen número de unipersonales masculinos de calidad al tiempo que hubo puestas con actuaciones sumamente destacables.


El 2019 abría con “Estrella”, un unipersonal concebido y protagonizado por Juan Pablo Geretto. Allí, su pluma se ubica en lugares tan ricos como corrosivos. Será la propia Estrella quien cuente su historia con lujo de detalle pero sin escatimar un ápice algunas particularidades de su vida. Geretto juega con los estereotipos y clichés como puntapié inicial para el desarrollo de una historia en un lugar común, considerado este como un espacio en el que estamos todos y todas. Allí se desarrollan las acciones con un ritmo veloz más allá del frenesí con el que se abre la obra, un verdadero shock en tanto plantea el contrato de lectura que establece la puesta para su disfrute. En ese momento, el humor –con cierto toque de horror- se hace presente sorprendiendo a más de uno. La risa para enfrentar los designios de una vida en la que todo aquello que le ocurrió, fue porque otros decidieron por ella. La misma Estrella como testigo privilegiada de su propia vida.


Otro unipersonal de lujo fue “El equilibrista” de Mauricio Dayub (foto de arriba), el cual terminó siendo una referencia del teatro. En una puesta que tardó en gestarse un año, la historia habla de una familia que hace pié en esta tierra en busca de su propio destino. Una ficción que se fue mimetizando con la vida del propio Dayub que daba todo de sí, para un público emocionado frente a lo vivido en el escenario. (nota completa a Mauricio Dayub: https://n9.cl/wfg8)

En lo que a teatros oficiales se refiere, el Teatro San Martín contó con una de las puestas del año, tal como fue “Hamlet”. Más allá del correctísimo trabajo protagónico de Joaquin Furriel, destacaremos a Luis Ziembrowski, con un Claudio preciso y frío en la concepción de su estrategia para asirse del poder. Lo dota de la sapiencia de los que saben jugar fuerte hasta el final, sin retroceder en tanto su objeto perseguido. Por su parte, Claudio Da Passano creó un Polonio tan original como entrañable. Un mix de frescura y carisma, que brilla con luz propia en cada una de sus intervenciones.

En el caso de “La vis cómica”, última creación de Mauricio Kartún, en el TGSM, fue Mario Alarcón (foto izquierda) el que encabezó el elenco con la sapiencia y calidad que le es reconocida. 
Unos meses antes, se había destacado Osmar Nuñez en esa arriesgada puesta llamada “Tomar conciencia”.
 En cambio, el Teatro Cervantes tuvo en “Tadeys” a un Diego Capusotto que es garantía de concurrencia de público pero, a no equivocarse. Si están pensando en verlo en la misma sintonía de sus personajes televisivos, están errados. Su composición de la Araña Ky es excelente. Su presencia junto con el trabajo corporal y de la voz, lo ubica un paso delante de lo que se espera -erróneamente- de él. La posibilidad de encarnar a un personaje por demás corrosivo le permite gambetear cualquier tipo de repetición o estancamiento.
A esto, le sumamos la coralidad excelsa de Lautaro Delgado Tymruk, Juan De Rosa y Jose Mehrez para “Un domingo en familia” (una de las mejores puestas del 2019) y el reestreno –en un año plagado de retornos- de “Escritor fracasado” con el gran Diego Velázquez (otro unipersonal).

En el marco de un elenco por demás sólido, Franco Masini realiza un muy trabajo como Alex, en “La naranja mecánica”. Con un acento particular, da vida a ese joven sobre el cual gira el concepto de violencia en la sociedad y el surgimiento de la misma. Párrafo aparte para Enrique Dumont que dota, a los varios personajes que realiza, de credibilidad acorde a cada uno de ellos.
“Cabo verde” no solo tuvo la experiencia de Edgardo Moreira sino la agradable sorpresa de ver a Mauro Recalt arriba del escenario. Tras su participación en la serie “Apache”, encaró el desafío del teatro independiente del cual sale airoso. Tampoco olvidamos a José María Marcos en “La casa de la paloma” donde vuelve a dar cuenta de talento sobre el escenario o esa dupla de muy buenos actores conformada por Claudio Pazos y David Masajnik en «Mientras se vuelan los campos».

Pompeyo Audivert brilló por partida doble. Primero, con el estreno de “Trastorno” en el CCC, donde realizó esta versión libre de “El pasado” de Florencio Sánchez. La historia de una familia de alta sociedad venida a menos que no puede soportar esta caída en desgracia. Su Rosario da cuenta de esos cambios o alteraciones que se producen en la esencia o las características permanentes que conforman una cosa, una situación, o en el desarrollo normal de un proceso, a la que alude el título. Lo hace precisa visceralidad a través de un humor ácido y corrosivo que establece lazos con ese contexto tan cercano.

En segundo lugar, el reestreno de “El Farmer” que dio cuenta de la calidad de su interpretación junto con otro grande, tal como Rodrigo de la Serna (foto).

Retomando a los unipersonales, tenemos a “Madame Sabo Cabaret”, con la actuación de Max Accavallo dando vida a esa travesti que va mutando a través del paso del tiempo. Pone el cuerpo y el alma para actuar, cantar y bailar. Maestra de ceremonias de una tragedia de amor, política y pasión, será la que lleve de la mano a los presentes en la sala, por un “tour de historie” atrapante.

Para el final, constituyendo un cierre de lujo para esta nota, dejamos a Marco Antonio Caponi (ganador del premio Luisa Vehíl 2019 a Mejor Actor) que pone todo en un personaje que será inolvidable. Será ese joven de nombre Baco que se para de manos delante de todos. Toma el centro de la escena para contar su historia. Es imponente y desprolijo. Su verba es implacable. Todas las tonalidades en su voz para que el relato sea atrapante. La atención de los cinco sentidos se concentra en los dichos de este gaucho, mezcla de Juan Moreira, Wolvorine y Don Fulgencio, de gran corazón y ferocidad acorde a las vicisitudes de la vida.
Caponi -foto izquierda- no dudo en componer un Baco al que no le esquivó poner el cuerpo, literalmente hablando. Irreconocible bajo ese sombrero y detrás de esos dientes podridos de tanta marginalidad, se aplaude de pié el haber aceptado un desafío actoral enorme, saliendo de una zona de confort que es una especie de “lado oscuro de la actuación”. ¡Hasta se da el gusto de empuñar su slide para hacer blues en vivo!

La próxima entrega girará sobre algunos temas de teatro….

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