Cuando aparecen libros como “Los discos del cambio y 500 canciones que hay que conocer” (Ed. Ma Non Tropo) siempre surge la pregunta “Quien lo escribe?” y “Desde que lugar?”. Desde estas premisas, el libro de Sean Egan recopila discos que se consideran como fundamentales para el cambio y la evolución del rock en la voz y voto de siete especialistas y críticos musicales.
De muy ágil lectura, el libro permite que se vayan salteando épocas y años para ver que se había escrito sobre aquél disco del artista favorito de uno. Desde el año 1940 con “Dust Bowl Ballads” de Woody Guthrie, hasta la última década del siglo XX, se van tomando los mejores discos editados, con un buen detalle y análisis de cada uno de los elegidos más allá de alguna diferencia con algunos de los mencionados análisis. Hablar mal de Cream –grandísima banda, si las hay-, no tiene sentido con la argumentación de haber sido, según los autores, los precursores de los solos largos, cuando fueron quienes les dieron un rasgo de virtuosismo y adultez a la música de los 60, que se consideraba “solo para jóvenes”. Además, por la cronología mencionada llega hasta Nirvana como gran disco su Nevermind. Omite a Pulp, Oasis, REM, entre tantos otros. Depeche Mode, The Cure, the Smiths o The Police casi ni figuran.
El libro es una buena guía y como tal, cuenta con ciertas arbitrariedades que no terminan de convencer. El hecho de que pongan como máximo, tres discos de un artista, es un límite que no tiene razón de ser en tanto uno tenga la chance de conocer la discografía de artistas como The Beatles o Bob Dylan. Supongamos que de los Cuatro de Liverpool, se eligen “Sgt Pepper”, “Abbey Road” y “Álbum Blanco”. ¿Puede dejarse fuera de conteo a “Revolver” o “Rubber Soul”? En el caso de Dylan, sería lo mismo con “Blonde on Blonde”, “Highway 61” y “Blood on the tracks”. ¿Dejamos afuera a “Bringing it all back home” y “Time out of mind”?
Otro de los ítems que tiene el libro es una serie de pequeñas recopilaciones al final de cada capítulo en el que se busca dar un toque de color pero, lamentablemente, fallan por completo. Tal es el caso de aquella que incluye temas de artistas que no supieron hacer un buen álbum completo e incluye nombres como Queen, Tom Petty, The Police o Genesis. Decir que estos artistas “no tuvieron la habilidad de mantener la misma calidad en la totalidad de un álbum” es bastante arriesgado. O cuando se destaca a “algunos clásicos del nuevo milenio” pero que parece, no tienen un álbum bueno para mencionar. Si los White Stripes o Radiohead no tienen un solo disco bueno para mencionar, ¿Qué les queda a las otras bandas? Para finalizar, destaca a veinte artistas que “no aparecen en el libro pero se lo merecen” y los nombres que aparecen son lo de un tal Lou Reed, Peter Gabriel o Rod Stewart o bandas como The Animals o Creedence Clearwater Revival.
“Los discos del cambio” brinda un destallado análisis para aquel que quiere empezar a adentrarse en el mundo del rock pero no solo para estancarse en lo que dice el libro sino que le sirva como trampolín para búsquedas de nuevos rumbos.