Viejas adicciones y confesiones retornan para ser relatadas con el orgullo de quien tocó fondo pero con la irresponsabilidad del que juega con fuego. Las palabras son contundentes y le chocarán aún más a aquellos machistas que solo quieren a las mujeres como complemento culinario o reproductivo o colegas de género, más machistas y sumisas que los mismos masculinos, aún reconociendo el deseo por tomar esas palabras y hacerlas realidad. Todo esto en la atmósfera despojada de lo que sería un living. La escenografía es mínima e indispensable; la iluminación creará los momentos que transitará la obra con perspicacia y buen tino. Mariana Rodrigo es esa mujer que encarnará las palabras de la gran Griselda Gambaro. Hablará todo el tiempo pero que no cansará porque sus argumentos tienen la sabiduría del que vio todo pero que ahora contempla la batalla desde una colina, deseando participar de la misma por una simple cuestión de orgullo.
El pez por la boca muere pero el hombre -en este caso, la mujer- tiene muchas más chances de ponerse a si mismo en el cadalso con una sociedad dispuesta a tirar de la cuerda al menor descuido.