Su rostro fue muy conocido por publicidades de tomates, jugos y tomates pero ahora el éxito le llegó con su unipersonal “Mujeres de 50” en el Teatro de la Comedia. Liliana Pécora analiza con agudeza y humor a los hombres y las mujeres.
– Cómo surge este unipersonal “Mujeres de 50” que hace rato que está en cartelera con tanto éxito…?
– Este unipersonal lo estrené en el 2005 pero ya venía hace varios años buscando material, que hablara de lo que le pasa a la mujer cuando llega a esta década. No encontraba nada que me gustara y en especial, algo específico sobre los 50. O encontrar algo que me pudiera identificar. Esto hasta que me llegó por internet un pedacito del libro “Mujeres de 50” de Hilda Levy y Daniela Di Segni. Me encantó, me reí, me sentí totalmente identificada. Salí, me lo compré, me lo devoré y di con ellas. Con Susana Novak nos pusimos a hacer la adaptación teatral. Porque el libro son historias resueltas. A partir de una de las historias, que habla de las famosas reuniones de compañeras de secundario, entramos con Susana en esa fiesta y ahí hago a ocho mujeres que dialogan entre si. No son monólogos. Se preguntan y responden como si fuera una obra de teatro escrita para ocho actrices pero estoy yo solita. El único cambio que hago es la voz y la actitud corporal sino siempre estoy vestida de negro.
– Con tantas propuestas de teatro “feministas/femeninas”, la mujer abrió su mundo en el teatro ¿Cómo lo ves esto?
– Hace rato que viene sucediendo esto. Las que despuntaron esto fueron “Brujas”. A partir de “Brujas” y dado su éxito, muchas autoras, que tenían sus cosas escritas pero en este mundo machista no eran tomadas en consideración, empezaron a hacer pequeños espectáculos. Después de “Brujas”, vino “Confesiones de mujeres de 30” y ahí empezó una seguidilla de espectáculos sobre la mujer. Como el público que va al teatro es femenino…
– ¿En serio?
– Si, en un 90%. Los hombres que van, son mayoritariamente arrastrados por sus parejas y van los sábados. Los viernes hay público femenino. Como te decía, como el público que va al teatro es femenino, cuando le das un espectáculo que habla sobre si misma (sea de la edad que sea, generalmente un público con poder adquisitivo, de 40 para arriba). Cuando le das una temática que les interesa…no van chicas de 20 o 30, que van a bailar o recitales, donde les das una temática que se van a sentir identificadas, “que dicen de nosotras, las de 50”, entonces van al teatro. Escribí la continuación, que se va a llamar “Fabulosos 60” porque como tengo mucho público de mujeres de 60 y de 70 años, me dicen “¿cuando vas a hablar de nosotras?”. Cada década tiene su encanto y desencanto. Justamente tomo los desencantos y los transformo en humor para que la mujer no sufra. Pero muchas mujeres sufren…todas las edades! Jajajaja. Cuando vos le hacés ver la vida con humor, que no son las únicas, que nos pasa a todas, que nos guste o no nos guste nos va a pasar por igual, es distinto tomándoselo con humor. Reírnos de nosotras mismas, que es fundamental para poder crecer y tener una vida mejor. Esto hace que se convierta en un éxito. A “Mujeres de 50” ya le había bajado la bandera.
– ¿Si?
– Si. Iba a estrenar “Fabulosos 60” pero me dijeron que todavía había mucha gente que no había visto “Mujeres de 50” y se dio de hacerla en el verano. Empecé con mucho éxito y vamos a seguir. Estrenaremos más adelante, “Fabulosos 60” y no se si hacer las dos juntas.
– ¿La mujer es más curiosa de ir al teatro?
– Si, totalmente.
– En muchas obras, la mujer va y el hombre se queda…
– El hombre le tiene mucho más miedo al ridículo que la mujer. Yo trabajo con eso hace ocho años en mis “Talleres de la risa”, donde la consigna fundamental es vencer el miedo al ridículo. Entonces, ponele que de un grupo de cuarenta, dos son hombres. Lo máximo que he llegado a tener fueron cinco. El resto, mujeres. Ahora estoy haciendo un curso de verano y hay dos hombres de veinte y los que se están anotando para el curso anual, son todas mujeres. Cuando les preguntamos a ellos mismos, nos dicen que les da mucha vergüenza. Los que van es porque quieren vencer ese miedo y realmente les cuesta muchísimo. Mirá, una vez hicimos un ejercicio en el que había que ponerse pelucas y uno dijo “la verdad es que me animé a hacerlo porque me sentía escondido delante de esta peluca” (tenía una peluca afro enorme). La mujer tiene menos vergüenza. Somos de hacer más el ridículo en la calle, nos reímos mucho de nosotras mismas, hablamos fuerte, somos papeloneras pero dicho en el mejor de los sentidos. Nos reímos a gritos en el teatro y el hombre nos codea para que lo hagamos más despacio, “Callate, no hagas papelones”. Si vengo al teatro a ver una comedia, que voy a hacer? Me voy a reír para adentro??? Si además, el actor necesita que el público se ría. Fijate en un bar que está lleno de mujeres. La mujer sale, va a cenar, hace cursos, va al teatro. Está lleno de cursos y la mayoría son mujeres.
– Son pocas las chicas que hacen humor…
– Somos muchas pero….somos pocas los que se autogestionan. Ser su propia producción es difícil porque se necesita dinero, paciencia (que te la dan los años). Esperar que empiece el boca en boca, el círculo de que a la gente le guste con un producto bueno. La gente sale y se recomienda. Escucho cuando la gente sale de la obra y dicen “viste que estaba buena?” Porque son grupos de mujeres reincidentes, que vienen con amigas u otro grupo. Eso demuestra que gustó, vuelven y traen amigas. Esta lleno de mujeres que hacen humor pero no es fácil sostener el espectáculo. O lo toma un empresario y lo lleva al escenario o se transforma una en su propia empresaria y esto no es fácil.
– Se me ocurren nombres como Eugenia Guerty, Jorgelina Aruzzi…de las chicas más jóvenes….
– Hay pequeñas salas del off pero también estuvo Ana Acosta con “Mi magnífico divorcio” pero ella ya tenía su producción. Sostener un espectáculo es muy difícil. Dirigí a Nadia Bagdadi, en su unipersonal “Socorro, me caso” y ella, con sus treinta y pico, se está dando cuenta todo lo que hay que poner, más allá de la actuación sino que hay que hacer su propia empresa.
– ¿Vas a hacer algo para las chicas de 30?
– Esto lo estoy dirigiendo pero no lo escribí yo sino dos muchachos.
– ¿Dos chicos…?
– Si. Hemos tenido que trabajar mucho para que entiendan algunas cosas. Si bien captaron el humor femenino, les explicaba que la mujer no es de contar chistes o hacer Stand Up. Esto es por una cuestión…genética. La mujer es de contar historias, cuentos. Por eso, las Mil y Una Noches, que se contaba todas las noches un cuento diferente para que no la maten. Las madres cuentan cuentos, las maestras jardineras cuentan cuentos. El hombre va al chiste, pin pin, pum pum y ya está. Sube uno con su monologuito, lo hace, se va y sube otro y así sucesivamente. Las mujeres contamos más historias. Les pedí que transformaran eso que habían escrito (que era stand up), en un decir más femenino. Lo entendieron y lo estamos trabajando conjuntamente, con la actriz, con los autores para llevarlo a un decir auténticamente femenino. Es totalmente diferente. Vos ves por ejemplo, a Fontanarrosa. Los tipos se sientan en la mesa de un café y cuentan historias. Punto. La mujer actúa, hace otros personajes. Hay un compromiso corporal y gestual mucho mayor. Baila, canta….pone toda la carne al asador…
– Y eso es lo que vos decías que los hombres tienen miedo….
– El hombre es más de pararse y tirar textos. Creo que tiene que ver con el ser femenino, con lo creativo. Por algo, el cuerpo está dotado para crear vida por lo que tenemos una capacidad creativa muy grande. Te das cuenta en la casa. Vos entrás en la casa de un hombre y no hay tantas cosas como en la casa de una mujer.
– Es cierto, doy fe.
– No hay cuadros. Está lo mínimo indispensable: la cama, la heladera, la cocina porque ya viene, los sillones que andan por ahí….
– …la música….
– y pará de contar. Las mujeres tenemos siete millones de cosas. Ponemos un cuadrito, una plantita y demás…tiene que ver con el ser creativo. En general, uno dice humor-clown y son hombres. Si yo me dedico al Taller de la Risa, si bien toco el clown, soy una de las pocas mujeres que lo hace…y me da mucho placer! Los hombres convocan hombres, sobre todo lo que es impro, clown y stand up. Muchas mujeres me preguntan por el clown, que no es fácil y porqué recurrir a lo tierno, los afectos y no lo chabacano. De ahí surge la formación de los personajes. La mujer no tiene un humor chabacano. Las hay pero no les va muy bien que digamos porque la mujer rechaza eso. Por ahí, las muy jovencitas se mandan a hacer cosas muy “lanzadas” pero no gusta mucho. En “Mujeres de 50”, los hombres tienen el prurito de que los van a hacer subir al escenario.
– Muchas veces me dijeron esto….
– Pero fijate…a la mujer le importa tres pitos eso de subir al escenario. Si preguntan, la primera que levanta la mano es una mujer. Yo animo fiestas para empresas, cumpleaños y siempre la primera es la mujer. Al hombre hay que ir a buscarlo, agarrarlo de la mano y todo eso. Después, se mata de risa pero cuesta. En ningún momento hacemos nada chabacano pero le cuesta romper el hielo. Cuando después se da cuenta que en “Mujeres de 50”, él también entra en la nostalgia porque fueron cosas que él también vivió, se ríe a morir! Pero no se si la recomienda. No por una cuestión que no le haya gustado. Una mujer dice que la pasó bien, se mató de risa, el hombre se queda con que se rió y punto. Le cuesta decir en la ronda de amigos, “che, no sabés la obra que fui a ver, que está bárbara”. Además que alguno va a preguntar si hay alguna en bolas. Muchas veces me preguntaron si había alguna que hiciera strip…como si lo único que pudiese hacer una mujer arriba del escenario, es ponerse en bolas. Eso es la herencia de la revista, en cuyos comienzos hubo cómicas pero después nunca más. Por ahí, la única que puede estar es Gladys Florimonti pero después, para de contar. En la revista no hay cortineras aunque hagan pequeños sketchs. La revista está armada así y no se va a cambiar, salvo el caso de Gladys que hace años que está y le va muy bien.
Intermedio: Vamos a la casa de Liliana a hacer la nota. Nos sentamos en el comedor que es, prácticamente, una oficina decorada con libros, equipo de música, cuadros y adornos. Se inicia una charla por demás interesante. Liliana dice lo que piensa mientras sin perder el humor y con un ojo crítico asombroso. Se emociona cuando recuerda sus comienzos.
– Cómo ves a la mujer de 50, acá en Argentina?
– Ni más ni menos como la de otro país pero con las características propias de un mundo occidental. No es así, la oriental como la musulmana. De esto me di cuenta cuando estuve con el espectáculo en Washington o en España, que no había diferencia. Las costumbres y lo que nos pasa es exactamente igual. La mujer argentina ha crecido muchisimo, de una manera que nosotras mismas nos hemos asombrado. Fijate que en el teatro, está lleno de espectáculos femeninos, nos transformamos en nuestras propias empresarias. Mucha mujer que estudia de grande, se lanza a dar cursillo. Hay mucho material virgen al respecto. Siempre hay mucha mujer que se larga a hacer cursos y le va bien. No tiene tanto que ver con lo intelectual sino con lo emocional.
– Con la experiencia que tenés, que pensás ante la adjetivación del hombre de que tal mujer es “histérica”?
– Pobre….no conoce a la mujer….
– Es el típico argumento del hombre…
– Es que el hombre se queda con lo que la sociedad le dice. El título que leyó por ahí y punto. No ahonda en el ser femenino, que es bastante complejo. Nosotras mismas, las que realmente ahondamos en nuestro ser, no terminamos nunca de aprender. Eso hasta el último día de nuestro ser. No se si el hombre tiene muchas ganas de aprender. Creo que se queda con el afuera. Y le conviene el afuera. Le conviene decir que es “histérica” y poner que tiene menos cerebro, que es incapaz y todo eso. El hombre no se movió mucho del lugar en el que está de cuando yo era chica. Ante el crecimiento de la mujer, el hombre no supo donde ponerse. Aprendió a cambiar pañales y eso pero colabora en la casa. Colabora. Pero en el crecimiento personal del hombre? Colabora maravillosamente. Cocina, me parece maravilloso y me provoca a mi (esto es una cuestión femenina) ternura, admiración y seducción. Cuando un hombre ve a una mujer haciendo plomería, pintando o arreglando paredes, lo primero que dicen es que es un “Carlitos”. Por qué el hombre piensa eso de la mujer? Una mujer no piensa que un tipo que cocina o sea modisto tenga que ser gay si o si. O un bailarín…Mirálo a Maximiliano Guerra. Si te sale un hijo que quiere estudiar danza, se quiere suicidar en masa toda la familia porque se va a hacer gay.
– Esta cultura machista es por culpa del hombre….
– La tiene la mujer porque es la que tiene el rol educativo en la familia.
– Entonces sería machista la propia mujer.
– La mujer, en algún lugar…yo no tengo hijos y si hoy los tuviese me volvería loca, pero tengo sobrinos (soy la tía loca, que hace cosas diferentes a la mamá, que se arriesgó a irse a vivir sola o de mochilera muy joven.). Estas cosas no las hace la mujer generalmente. La mujer también está cómoda. Cuando educa a un hombre, quien educa al varón, ayudando con los deberes y eso? La mujer. Quien es la que lava o cocina? La mujer. Entonces, de alguna manera, la que está bajando la línea, de aquello que a ella ya le han enseñado (“que así debe ser”), es la mujer. Después se da cuenta que es un error.
– Pero pasaron unos cuantos años….
– Y esto de bueno los 50, para todos aquellos que me preguntan “que tiene de bueno tener 50’”, es la sabiduría. A los 50 tengo sabiduría, a los 30 no. Estaba recontra perdida. Sabía que quería ser actriz pero me costó muchísimo ensartarme en esto. A los chicos les puedo decir que no se metan pero igual se meten. Se rompen la cabeza y una está acompañando al respecto, para que no se lastimen tanto. En aquella época, ser actor era ser subversivo. Si venía de escuela, si pero los que veníamos del off y probabamos, no era muy bien visto….me fui por las ramas. Ves? Esto tiene que ver con el ser femenino. El hombre es más lineal. Si no aporta dinero a la casa, se deprime y se siente frustrado. La mujer no tiene tiempo de deprimirse porque hay que seguir. Tiene que educar a los hijos. Fijate, el hombre se separa y se vuelve a vivir con mamá. La mujer, no. Por lo general, se queda, sigue. Algunas trabajan, otras estudian. Hacen cosas. No se deprimen en general.
– Y también se que la mujer cuando enviuda, sale para todos lados y el hombre, no. Se queda.
– Vos fijate que cuando el hombre queda viudo, fallece antes. La mujer tiene más resistencia. En general la mujer tiene más resistencia aunque no tenemos fuerza física. Y no la tendremos nunca. El hombre puede levantar peso físico pero se pregunta “seremos capaces de parir?” Por el dolor y el esfuerzo y fijate que la mujer después de parir, ya está pensando en tener otro bebe. No les importa lo que les ha dolido ni nada. El hombre se hizo un tajo, una gripe y ni hablar de ir al médico. La mujer se hace los controles y todo eso. La mujer hace más profilaxis. Va a todos lados. Por eso, nuestra calidad de vida es mayor. No porque no trabajemos. “Estan todo el día en la casa y no hacen nada; la guita la traemos los hombres” (imposta la voz…). Y trabajar en casa? Quiero verlo haciendolo. Hay que ocuparse de la limpieza, de la comida, de la economía de la casa, “la caja chica”. Con muy poco, hacer mucho. Eso tiene que ver con dar de comer a la prole y se lo saca como sea. Eso es creativo.
– ¿Qué recuerdo tenés de las publicidades?
– Muy lindo. Lamento no ser hoy en día un referente. Lo fui en su momento, cuando hice varias seguidas. Sigo yendo a castings y se que quedo preseleccionada. Lo tedioso es que hoy no van actrices sino que va cualquiera mientras de el physique du rol. De repente, a la señora de enfrente le dicen, “estoy buscando una señora petisa y gordita como vos”. No importa si es actriz. Y una que se rompió el lomo estudiando. Te preparás y que se yo..y nada. En la publicidad de Cica, que fue la que me hizo popular, me gustó mucho. Cuando salió al aire, nunca me imaginé que fuera tan popular. Inclusive había otras que me habían gustado más…
– La de Montefiore…
– Si! Me divertí mucho al respecto.
– Después la de “Virginia”.
– Si, “me tomo cinco minutos me tomo un te”. Después había hecho una para Uruguay, que salió bárbara. Igual, cuando salió la de Cica, me pareció buena pero no me imaginé la repercusión que tuvo. Inclusive, al día de hoy, hay gente que se acuerda pero le gusta más la primera de la tanda de tres. La gente no se acuerda de las últimas dos sino de la primera.
– La de los tomates..
– Si. Hice tres versiones, una en el supermercado y la otra ya cocinando. La dieron por todos lados, con afiches, por tele y mucha prensa gráfica. La gente se quedó con la primera porque fue de las primeras en que una mujer hacía humor. Fue un humor distinto al del golpe, la caída, la desgracia y los ejecutivos se dieron cuenta que con el humor se vendía todo mucho más. Para la publicidad de La Virginia, cuando el director (que apostaba a mi) le ofrece varias opciones al dueño del producto, este dijo que una mujer no sería capaz de contestarle así a un carnicero. Al contrario, es la mujer la que se planta porque le está vendiendo de menos, defiende su peso. El hombre se queda, de vergüenza. Le ponen 800 y se lo cobran como un kilo. “Vamos…! Eso es un kilo?” le decía. Me estas poniendo de menos. Lo convenció y al final, le dijo que tenía razón. A partir de ahí, empezaron las publicidades de humor. Es muy distinta la publicidad, el cine, la televisión, el teatro…son universos diferentes. Cada uno tiene su sabor aunque personalmente lo que más me gusta es el teatro.
– Ahora si, la última. ¿Si tuvieras la chance de hablar con la Liliana que recién empezaba en el off, qué consejo le darías? Alguna advertencia? Alguna recomendación?
– Cuando empecé no sabía que quería ser actriz. Fui a una prueba para un espectáculo para niños y estrené. Sentí la energía del público y lo que era estar en un escenario. Dije “esto es lo mío y no me bajo más del escenario”. Te lo digo y me emociono mucho. Empecé a estudiar. Le diría que estudie porque muchos se suben y ya está. “Soy linda”, “soy joven” pero hay que perfeccionarse en todo. En clown, danza, comedia, drama, lo que sea. Todo sirve. Además, ahora el abanico es más amplio. Antes era el teatro y punto. Ahora tenés teatro clásico, humor, tragedia, Ibsen, el método tal o cual. Hay que estudiar y está bueno porque abre la cabeza y el corazón. Me dije que del escenario no me bajo y aquí estoy. Hubo un momento en la vida que tuve que trabajar para comer y me dediqué a vender cosméticos. Había abandonado un poco a la actriz y me estaba yendo muy bien en esta empresa pero me pregunté “¿Que querés ser? ¿Una empresaria o ser actriz?” y dejé todo. Empecé de cero de nuevo y volví a empezar. Seguí vendiendo pero la prioridad fue la actriz. Pero si vos no la preparás, no te subís a un escenario, ¿como van a saber que una está? Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Es así. Y yo soy de las que no espero sino que voy a buscar siempre. No hay que quedarse. Una vez me acuerdo que me dijeron, cuando estaba en televisión (la seguidilla me duró tres años), un compañero me dijo “Ahora si, Pécora, no te para nadie” y yo, conociendo como es el medio, decía que ojala sea verdad. No me la creí y al año siguiente, se cortó la seguidilla. Pero seguí. Si no me llaman por acá, voy por allá. Así empecé a inventar personajes para trabajar en un restaurant, que son cosas que hacen más los hombres. Lloré mucho cuando querés que te escuchen y todos comen y nadie te da bolilla. Igual agradezco a todas las dificultades que tuve en mis treinta y tres años de carrera porque de todas ellas aprendí un poco. De todas las dificultades, aprendí un montonazo y ahora sé que tengo la profesión más linda del mundo.
Mujeres de 50. Teatro de la Comedia. Rodriguez Peña 1062. Viernes y sábado, 21 hs