Siempre es un gusto hablar con un periodista que sabe lo que escribe y porqué lo escribe. Lejos de aquellos que mandibulean en canales sin tener un mínimo conocimiento de música u otro mérito que “ser amigo de”. Diego Fischerman editó junto con Abel Gilbert, el libro “Piazzolla, el mal entendido” (Edhasa) y cuenta con una vasta experiencia. En una entrevista (o charla) rica y entretenida, Diego Fischerman habla de Astor, del tango, del rock, la música en la sociedad y de los periodistas.
Fotos: Nicolás Savine.
– ¿Con Piazzolla ocurre, lo mismo que con Spinetta y en otro campo, con Borges: se lo cita más de lo que se lo escucha?
– Es una pregunta interesante. Uno podría pensar que todos los artistas tienen un techo de escucha o de lectura. Cuando llegan a ese techo, empiezan a ser más famosos, pero ese techo no lo pasan. ¿Cuantos más podrían leer a Borges, más de los que ya lo leyeron? Pasa a ser famoso entre aquellos que no lo leen. Piazzolla fue escuchado de muchas maneras pero era más endiosado y combatido por motivos que tenían que ver con la música o con el lugar simbólico que ocupaba más que por su música misma.
-Es cierto…
– Para algunos, representaba la posibilidad de hacer cosas diferentes dentro de una tradición. Gustar (o no) de Piazzolla era colocarse en un lugar determinado y a veces, ni unos ni otros habían escuchado con atención su música. Los tradicionalistas aceptaron a músicos más osados que Piazzolla porque eran menos peleadores. Se integraban más a la tradición o mantenían una relación menos irritante con el baile. Piazzolla se la pasó diciendo que odiaba a los bailarines, que no le interesaba el baile. Hoy no hay espectáculo de danza de tango que no tenga un “Libertango” o un “Adios Nonino”. El gran ingreso de derechos de autor de la familia es gracias a lo que Piazzolla rechazaba.
– ¿Piazzolla era consciente de lo que iba generando?
– En cuanto a la música en particular, aprendió muy tempranamente a calcular la recepción que iba a tener en el público. Sabía muy bien a cual público se dirigía y a cual no. Después reclamaba una popularidad que, con su música no iba a poder tener. No si quería ser al mismo tiempo, vanguardista y popular. Cuando hace “Balada para un loco” sabe que es para un Festival y lo calcula para tal fin. Recordemos que a finales de los 40 y principios de los 50, era el compositor y arreglador más reconocible y respetado del tango. Esta es la parte que la mitología piazzolliana, por querer construir un héroe romántico que luchó contra la adversidad, niega muy fuertemente.
Fue el único músico de tango que, entre 1950 y 1954, no tenía orquesta propia ni tocaba en ninguna orquesta. Pero componía y grababan cuatro arreglos distintos para cuatro orquestas de una misma canción. En el 51, muere Manzi y Troilo compone “Responso”. Le pide el arreglo pero Piazzolla ya no era el bandoneonista de su orquesta, ni el pibe que le caía simpático…
– Pero Piazzolla era de un carácter….
– Polemizaba, se peleaba y usaba esto a su favor. Años después, ya tenía a sus periodistas amigos. Les decía “Troilo es una caricatura de si mismo”, “¿Cuándo va a dejar de cantar Goyeneche tal cosa? y tenía una doble página en revista Gente con “Piazzolla contra el tango”. Esto, si lo usaba consciente o inconsciente, no lo sé porque quizás le agarraba una bronca terrible ya que era muy calentón. Piazzolla tenía un lugar mediático muy importante y estaba presente en los medios, con sus opiniones. Lugar que no tenían ni Troilo, ni Fresedo ni Salgán.
– ¿Que sentís cuando hay gente que sigue diciendo que Piazzolla no es tango?
– (Piensa) Voy a dar una respuesta profunda. La música tiene un contenido social muy fuerte y forma parte de la identidad de las personas. En la medida que la música se convierte en una especie de religión, aparece también la necesidad de ritual, de fidelidad y de poder diferenciarse de aquellos que no lo siguen. El ser humano se une a unos para separarse de otros. Decir “Piazzolla no es tango” tiene que ver con cuestiones identitarias, de decir “este es el verdadero tango y el otro no”. Es una manera de ver el mundo. Desde el punto de la música…pura…
– …por llamarlo de alguna manera…
– claro…porque música pura no hay. Siempre se incluye ideología y el decir que hay música pura es una toma de posición ideológica. Piazzolla es tango desde el momento que es una música evolutiva, que no se fija en sus primeros rasgos y después excluye a los que vienen. No tendría sentido decir que fue evolutiva hasta los 50 y después ya no. Si admito como tango a Firpo, a Maffia, a Demare, tengo que admitir a Salgán, a Balcarce y por ende, a Piazzolla. La mirada del tango hacia otros géneros tenía que ver con la música clásica y el romanticismo del siglo XIX de Chopin y Liszt; en Piazzolla, la novedad era su fuerte mirada sobre otras músicas populares y la idea de una música instrumental muy desarrollada. Del jazz incorpora cuatro cosas, para decirlo groseramente.
-¿Cuales?
-Ahi vamos. Uno, el bajo caminante, con una nota por tiempo, sobre todo en melodías descendentes. Dos, cierta libertad en la acentuación que ya estaba en Julio De Caro y en algunas cosas de Troilo aunque la poliritmia de que algunos instrumentos se acentúen más de una forma y otros de otra, la puso en escena el jazz. Tres, la idea de improvisación con la que escribe Piazzolla, en el caso de los solos, dada a través de las variaciones aunque la desarrolla más, a la manera del jazz. La cuarta idea es la idea del grupo solista que surge cuando Piazzolla escucha a los grupos de jazz (1955) y viene con la idea del octeto.
– Los Auténticos Decadentes dicen que “cualquiera puede cantar” pero ¿cualquiera puede escribir sobre música?
– Cualquiera puede opinar de economía. Normalmente un diario te contrata como analista si tenés ciertos antecedentes. ¿Y si el editor no sabe nada de economía? Le tiene que parecer creíble lo que escribís. Insisto en que se debe llegar con algún tipo de antecedente valedero. Además, no debe repetir algo que la gente ya sabe sino brindar datos que te permiten repensar lo que ya se sabía anteriormente. La música, como está ligada a cuestiones sentimentales, no hay que pensar en quien escribe sobre música sino en quien lee sobre música. Es una especie de verificación para el que lo lee de lo que ya sentía.
– Al que le gusta un grupo de rock chabón y sale una crítica de Fischerman…
– El tipo no la lee. Su lugar de legitimación no pasa por la crítica sino por otro lado. La crítica escrita es para ciertos géneros. El tipo que escucha cumbia no está esperando que salga en un diario que, además, tampoco la saca. Lo que yo diga sobre la cumbia, por ejemplo, le va a interesar a gente que no escucha cumbia. No se puede criticar a la cumbia por no ser concierto para violín y orquesta porque no quiere serlo ni le interesa. Los que dicen esto la pifian mal y esto es objetivo en cuanto al lugar que el crítico tiene que tener.
– Pero podés decir tranquilamente, que el rock está en una meseta creativa importante.
– Salvo la revolución informática, que es impresionante y cambió la vida del ser humano, no hubo mayores modificaciones respecto a los años 60 en que uno se imaginaba que en el 2010 íbamos a estar viajando en naves espaciales. Esto no pasó. La distancia estilística del rock de Elvis hasta el Álbum Blanco de los Beatles es de 10 años y ahí el universo cambió mucho más de lo que cambió en los últimos 30 años. Hay montones de causas que son imposibles de enumerar que tienen que ver con esto. Como efectivizó el mercado, cómo se reprodujo a si mismo, como las primeras generaciones del rock se apropiaron de los medios de comunicación y perpetúo esa estética rebelde. Mick Jagger se convirtió en Pipo Pescador: un tipo de 60 años que, en vez de disfrazarse para animar fiestas infantiles, se viste de adolescente, moviéndose en la medida que pueda. Así los Stones seguirán vivos para los adolescentes y con la perdida de su público histórico porque no crecieron con ellos. El rock, como las canciones infantiles, sigue siendo el mismo pero con nuevo público. No se componen nuevos “Arroz con leche”. Está siempre ahí y van llegando todos los que cumplen 3 años. Un tipo de 30 años no escucha a María Elena Walsh salvo por nostalgia pero no es su música, ni uno a los 50 escucha lo mismo que a los 25.
-¿Qué sugiere la palabra “autencidad”?
– Es algo que está presente en las discusiones estéticas sobre el arte. Se supone que el arte es auténtico y que el arte auténtico es mejor que la imitación. Una escultura igual a las de Leonardo o Miguel Angel, hecha hoy, no tiene el valor que tenía en su momento. Si hacés Sgt Pepper de nuevo, va a sonar bien pero no tiene valor artístico. La autencidad era un valor más fuerte en los 60 que ahora. Ahora un éxito, parte del valor de mostrar cómo se construyó. Mira a Susan Boyle. Llega una persona a un reality show, que no sabe cantar ni vestirse, le enseñan todo, le escriben las canciones, le inventan una estética y cuando queda todo plasmado en el resultado, la gente va y lo compra. Lo que hoy construye valor es lo mismo que en los 60 lo destruía.
– Volviendo a la autenticidad, La Renga tiene un tema diciendo “Somos los mismos de siempre”
– Para ese público, que no consume realitys o los consume en otra vida (para algunas cosas es de cierta manera y para otras, de otra), en ese código, si es importante.
– No hay evolución.
– Pero es un código. La idea de cambio, de evolución, no es universal y no alcanza a todos. Hay géneros en los que haya evolución o no es muy importante y también tiene que ver con la época. En el tango, para algunos era muy importante encontrar un tango que fuera distinto, que tuviera cierta sensibilidad de los 40 y los 50; para otros ya que les parecía importante que el tango siguiese siendo nostalgia y demás. Lo que se puede decir con cierta objetividad es que en los 60, dentro de las músicas de índole popular, empezó a circular la idea de la escucha absoluta, más allá del baile y del acontecer social.
-Había mucha novedad…
-… y se ponía el acento en la originalidad, que una canción fuera diferente a otra, que un grupo sonase distinto a otro. Ahora hubo un freno. Hay grupos como Flaming Lips o Radiohead que consideran que el rock es un lugar apropiado para experimentar musicalmente y buscar objetos de escucha más allá de su funcionamiento social. La Renga busca otra cosa. En ese sentido, la música más renovadora y rupturista, terminó siendo la más conservadora y la más cerrada.
– El Brit pop de los 90 es un movimiento conservador que mira todo el tiempo hacia atrás.
– La única forma en que pareciera ser renovador en el rock es ver si se puede retomar el hilito que quedó suelto en el 74 o 75. Hay una trampa de la que el rock no pudo salir. Voy a ser simplista. El rock dejó dos líneas muy fuertes boyando y que se cortaron en el aire, a principios de los 70; una fue la que quedó de los Beatles, que Pink Floyd (a su manera), King Crimson retomaron pero que tuvo poca vida. La otra línea es la del desarrollo instrumental futurista, que sería Hendrix. Se continúa con Red Hot Chili Peppers en algún sentido aunque después ellos se convierten en otra cosa. Si alguien quisiera hacer algo nuevo parece que está obligado a hacer el disco que los Beatles no llegaron a hacer o el disco que Hendrix no pudo grabar.
– La última, ¿cuál sería el rol del crítico, del periodista?
– No se. Cuando uno dice esto queda como un pedante porque parece que lo de uno hace es lo que vale y uno hace lo que puede, lo que le sale. En mi caso, pongo lo que soy, lo que aprendí, lo que se. Si tengo una formación literaria, sociológica o musical y la experiencia de haber hecho música no puedo no ponerlas. La crítica es un lugar complicado ya que implica el gusto privado, la investigación, el periodismo y un pacto implícito con los lectores y con el lugar en el que vos trabajás.
-La línea del medio…es fundamental…
-Si escribo en un medio masivo y tengo que hacer una crítica sobre algo masivo, no le puedo faltar el respeto al lector. Si para mis lectores es importante Enrique Iglesias o Ricardo Arjona, mi opinión, -que es privada-, mediada por mis conocimientos de música y de ese género, tiene que entrar en un código en el que pueda dar mi opinión, no me mienta a mi mismo ni le falte el respeto a aquél que cree que Arjona es maravilloso. Una crítica bien hecha tiene que exponer los argumentos desde donde está hecha. Así el que la lee puede no estar de acuerdo y diga “De acuerdo a esos argumentos está bien pero yo no estoy de acuerdo con esos argumentos”.
– Sino un periodista termina convirtiéndose en un hincha que cuenta lo que ve.
– Creo que la crítica musical en la Argentina es una basura. La mayoría de los que escriben al respecto no están capacitados. Suena mal que lo diga porque queda como que “yo si” pero tampoco lo sé. Yo puedo defender lo que digo desde algún lado, que no es solamente mi gusto. Cualquier crítica hecha puede debatirse. La mayoría de las críticas que leí no pueden porque son posturas de principios. De fans a priori, y que en general no dicen nada nuevo. No te explican nada. No te cuentan cómo suena ese grupo ni hay una descripción. Recién me decís “escriben lo que ven”. ¡Ni eso! Dame una crítica de Callejeros que me cuente como es la música.