Bafici 2011. Lo que quedó en el tintero (desde Bulgaria y España)

Con el Bafici a punto de terminar, no queremos dejar de recomendar con propuestas tan disímiles como interesantes. Desde Bulgaria viene la crítica social ante los cambios políticos del país, con un film revelador y una mirada ponzoñosa. En cambio, desde España llega una película sensible, que mira al pasado con cierta añoranza.

“Shelter”

Anarquía en Bulgaria

Título original: Shelter. Con Cvetan Daskalov, Yanina Kasheva, Kaloyan Siriiski, Silvia Gerina e Irena Hristoskova. Dirección: Dragomir Sholev. Guión: Dragomir Sholev, Razvan Radulescu y Melissa de Raaf. Fototgrafía: Krum Rodríguez. Montaje: Kevork Aslanian. Producción: Rossitsa Valkanova. País: Bulgaria. Año: 2010. Formato: 35 mm. Color. Duración: 88 min.

El paso del tiempo es factor de conflicto entre los hombres frente a los cambios que se suceden y su relación con estos. Más aún cuando se vive en países que tuvieron regímenes poco afectos a la libertad de acción y de expresión de los individuos.

Radostin Stoychev (aka Rado) es un chico de doce al que los padres (un entrenador de waterpolo y un ama de casa) buscan con desesperación porque no volvió a casa después de dos días. Van a la policía a realizar la denuncia pertinente y, a la vuelta de la comisaría, lo encuentran a Rado y Courtney – una amiga- en casa, como si nada. Mientras Courtney se baña, la situación es rematada cuando llega a la casa Tenx, un joven punk de dieciocho años, que vive en un garage, invitado por Rado a tomar algo.

La reunión, heterogénea por demás, es muy bien llevada por Dragomir Sholev, con buen ritmo y diálogos profundos, con argumentos lógicos para cada uno de los bandos dicotómicos: la anarquía punk y el adulto “bien pensante”, encarnado por Emil, el padre de Rado. Otro punto a destacar es la concepción de cada uno de los personajes que, si bien no es caricaturesca, da paso a una identificación con ellos y habilita la risa de ciertos estereotipos que, detrás del humor, esconde un lado absolutamente patético y preocupante, tal como la madre de Rado.

El film cuenta con una velada crítica a la burocracia policial y a los valores que se trasmiten de generación en generación, repitiendo situaciones con un destino predeterminado pero sin atisbos de cambio. Es más, ni siquiera interesa aunque esto sea para mejorar. El miedo que despierta el Skype es excelente. Con la excusa de “esto no es para mi” o “es una persona grande”, se reproducen las diferencias generacionales de una manera hostil y ciega. El “problema” no es que Rado se vuelva punk sino el futuro que le depara en medio del ambiente en el que creció. Esto no es una crítica al punk  ya que siempre ponen al punk como lo “desconocido, de lo cual hay que tener miedo”. Estaría bueno que pongan a un skinhead en ese lugar ya que es mucho peor que un punk.

El ambiente oscuro, de edificios grandes y kafkianamente ominosos, constituyen la escenografía donde se desarrollan los acontecimientos. Las actuaciones son acordes a lo buscado por una dirección y un guión muy ricos en sus contenidos y en los descubrimientos que se van realizando una vez terminada la película.

“Shelter” es de esas películas que te permite reir y pensar al mismo tiempo que la reflexión y la autocrítica piden permiso para entrar. Siempre y cuando, nuestra cara “bien pensante de la sociedad” lo permita.

Viernes 15 de abril. Hoyts 9. A las 20 hs.

Sábado 16 de abril. Atlas Santa Fe 1. A las 17.30 hs.

Domingo 17 de abril. Atlas Santa Fe 1. A las 13 hs.

“La vida sublime”

De generación en generación

Título Original: La vida sublime. Dirección: Daniel V. Villamediana. País: España. Año: 2010. Formato: 35 mm. Color. Duración: 90 min. Con Víctor J. Vázquez, Emiliana Minguela, Minke Wang, Pepe Grosso y Álvaro Arroba. Guión: Víctor J. Vázquez y Daniel V. Villamediana. Fotografía: Fabio Bobbio y Daniel Belza. Montaje: Daniel V. Villamediana y Fabio Bobbio. Producción: Israel Diego Aragón y Jorge Requejo

Viajes y búsquedas varias. Víctor se embarca en una gira mágica y misteriosa en búsqueda de las historias de su abuelo. Este derrotero lo llevará por Cádiz, Sevilla y demás regiones de España. Allí, siguiendo ese camino, buscará una especie de reivindicación del abuelo del cual su abuela le había contado algunas anécdotas.

Daniel Villamediana concibió una película entrañable con varios matices y aristas. La escena del relato de la abuela es de lo mejor de un film puramente descriptivo, en el que esas pequeñas historias no terminan de conformar una tensión atrapante sino momentos de contemplación. Ésta escena es de una frescura y una naturalidad que establece una complicidad con espectadores que, de alguna u otra manera, tienen o tuvieron contacto con inmigrantes españoles. Al fin y al cabo, nuestra sociedad -guste o no y pese a quien pese-, es hija de los barcos.

Esto no quita que tenga sus momentos de polémica como es el encuentro con su amigo Pepe, que critica al anarquismo, tendencia de la cual era seguidor el abuelo de Víctor. La simbiosis entre ambos hace que Víctor repita las mismas «románticas» situaciones como comerse 90 sardinas, torear o escribir una carta en una servilleta de papel.

La película cuenta con una fotografía de la ostia con paisajes de ensueño, que terminan conformando una especie de homenaje a esas regiones hermosas de España. El ritmo de la película es cadencioso y puede tornarse lentos para quienes no están habituados a este tipo de cine, que tiene como condición previa de producción a la obra de Erice, más precisamente, «el sur».

«La vida sublime» basa su riqueza en las pequeñas cosas y en situaciones comunes con un tinte poético, que a veces, no termina de conformarlo como tal.

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