A punto de estrenar “Clandestina”, unipersonal concebido por Natalia Villamil en el Teatro San Martín, Belén Blanco se toma un café y reflexiona sobre un trabajo de pluma poderosa al que le imprime toda su calidad interpretativa. Pero también se hace un rato para contar sobre su gira por España con su “Kinderbuch”, la posibilidad de quedarse en tierras ibéricas, la relevancia del actor argentino y hasta esboza un punto muy interesante respecto a la crítica.
Fotos: Cecilia Inés Villarreal
-Belén, ¿cómo surge “Clandestina”?
– Es un proyecto del Teatro General San Martín de hacer un ciclo de monólogos. La llamaron a Natalia Villamil para que proponga material y decidió trabajar sobre un personaje de “Malnacidos”, su novela. O sea, el monólogo es sobre su historia, que es muy particular. Después, me convocó Natalia para hacerlo.
– ¿Cómo es Marta, tu personaje?
– No concibo mucho la idea de “personaje”. Siempre que me acerco a un material, intento pensarlo más humanamente y no desde mis opiniones, mis prejuicios o mis análisis. Tengo que sentir qué le ocurre a Marta. Este es un material muy sensorial, que entra y se transmite desde un montón de lugares. Marta cuenta con una visión muy típica de esas personas que se crían en la naturaleza. Tiene una interpretación de la vida muy sabia y cruda pero también poética. De pronto dice cosas propias de una poetisa y a la vez, posee una capacidad de análisis muy detallada. Es una mujer valiente con una historia muy fuerte.
-En la gacetilla dice “Es un cuerpo cuando el dolor confunde sus bordes”…
-Es un dolor que rompe fronteras ya que atraviesa una situación muy dolorosa en la que uno se pregunta, ¿Qué pasa con ese cuerpo? Más aún si lo atraviesa cierta clandestinidad como la del título de la obra. Entonces, es como se soporta ese hecho físico toda la vida, como parte de la misma. El cuerpo es un todo. Creo que lo dice en ese sentido. No es una cuestión médica, sino que es algo que te atraviesa profundamente la vida. Te la divide.
– Todo, como vos dijiste, desde una Marta creada muy “humanamente”…
– Sí. Es más, fue algo que sucedió en los ensayos. El material nos dio mucha información que no la obtenés sentado en una mesa sino dejando que el texto haga su trabajo, adentro tuyo. Hice un proceso muy diferente al de “Kinderbuch”. Fue totalmente opuesto. Me aproximé al texto desde otro lugar. Además, Natalia lo aborda de diferente manera. Uno trabaja en relación al director que tiene. En esta ocasión, lo hice tratando de entenderla a ella que es la autora y la directora.
– Eso es un plus también, ¿no? Termina siendo una obra a cuatro manos
– Me encanta trabajar con los autores. Soy lo contrario a lo que todo el mundo dice, que lo peor es el autor y que el autor es mejor “muerto que vivo”. Me da mucha información no solo por lo que saben de su trabajo, sino porque conociéndolos, uno entiende qué es lo que quisieron contar. De dónde viene todo eso, de qué lugar personal surge la necesidad de visibilizar ese tema. Además, cada autor que dirige su material, tiene una manera diferente de abordarlo. Con Griselda Gambaro me pasó eso.
– Además, Natalia ya viene laburando unipersonales. Contame como fue el laburo en sí…
– Estaba en España con “Kinderbuch” a principios de este 2024 y comenzamos a hablar por teléfono. Hicimos todo un trabajo sin conocernos. Nos juntábamos por zoom para analizar el texto. Por mi parte, leí su novela, que me encantó. Así empezamos a trabajar con el material y después nos conocimos acá, tiempo más tarde.
– Marta es una mujer fuerte…
– Sí. Lo es por lo que vive aunque también es muy frágil, eh. La verdad, no sé si yo haría lo mismo en su situación. Todo esto habla de una sociedad determinada y de una familia en la que se cría, con una madre muy violenta. Transcurre en ésta época y es una historia rural. ¿Viste que la mujer de campo tiene otra relación con el cuerpo? Es una persona que atravesó algo muy fuerte y lo pudo sobrellevar. Hoy es el día en que se sienta acá y decide contar su secreto. Hay una necesidad de comunicar algo. Revelar lo desconocido ya que Marta queda sola en el campo con su madre y su hermano. De alguna manera, el público es ese interlocutor casi único de esa noche en la que pasa algo que no ocurrió nunca en su vida.
– Se viene con todo “Clandestina”…
-Es una obra que exige mucho trabajo. Cuando la veas, vas a preguntar «¿por qué?». Lo ves y decis “¡qué simple!” pero esto es lo más difícil porque tiene mucha sensibilidad así como simpleza. ¡No sabes lo difícil que fue entrar en ese lugar! Es todo un universo nuevo. ¿Cómo hacemos esto? Originalmente es una novela, no una obra de teatro.
– Hay que hacer todo un trabajo al respecto…
– Te das cuenta que hay narración. Entonces se trabaja en las elipsis temporales, la música. El trabajo sonoro es muy bueno. Pero, sinceramente, demanda mucha concentración. Es un abordaje en el que tenes que estar en eje. No es fácil. Marta no para nunca.
-Además, la haces en una sala como la Cunill Cabanellas en la que hiciste “Querido Ibsen, soy Nora”, “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”.
– ¡Amo la Cunill Cabanellas!. Ahí también había hecho una de García Wehbi que me marcó mucho, que fue “Los murmullos”. Fue muy difícil de hacer. Era una laguna y transcurre todo dentro del agua. Había tierra y agua. Creo que fue la primera vez que actué en la Cunill. Es una sala que me encanta. Es íntima y da para todo.
Gira mágica y española
– Estuviste en España presentando “Kinderbuch” a principio de año ¿Cómo fue todo?
– ¡Genial! La pasé muy bien. Conocí mucha gente linda y me sentí muy cómoda. Tenía mucho miedo porque fui sola. Viviana -la dueña del teatro “El umbral de primavera”, donde hicimos la obra- es un amor de persona. La verdad, me ayudó un montón. Fue toda una aventura. No me pasó nunca en la vida de irme con un bolso enorme para hacer una obra de teatro en la que, además, el público queda flasheado y duro.
– Justo te iba a preguntar por la recepción del público.
– ¡Muy buena! Sinceramente, me hubiera gustado hacer más funciones seguidas porque es una obra muy difícil. Pero en un momento la agarré y ya está. Fue una muy linda experiencia por lo que querría volver inmediatamente. (risas).
– ¿Si?
– Si. Tenía varias cosas que resolver acá por lo que no pude, pero me dieron ganas. Es muy difícil porque hay todo un trabajo que uno hace en un lugar. Por eso, estuvo muy bueno ir con “Kinderbuch” y sepan lo que hago. Había ido a laburar muchas veces a Barcelona –de hecho, viví allá- pero no tanto a Madrid. Sólo fui una vez con “Querido Ibsen”. Me quedé seis días y me fui a Barcelona. Allí tengo muchos amigos y todo, pero ahora fue, más que nada, quedarme en Madrid. Estuve casi tres meses.
-Asi que te dieron ganas de quedarte…
– Si. Por otra parte, el contexto ayuda a quedarse allá, más que nada en relación con tu ánimo. Es muy distinto. La gente disfruta más la vida. Está mejor y hay otro ánimo, otra energía. Es otra calidad de vida y eso se nota. En relación con el laburo, hay trabajo, pero no es fácil entrar.
– Hay una gran cantidad de actores y docentes argentinos que son muy valorados allá…
– ¿Sabes que sí? Eso es lindo y me gusta. Valoran mucho al artista argentino. Los respetan mucho a ese nivel. Lo sentís y ves que el teatro argentino es muy tenido en cuenta.
– ¿Por qué crees que se da esto? ¿Por la forma de trabajar o que se está haciendo todo sin ayuda de nadie? ¿Las condiciones adversas para producir, de las cuales se levanta y termina estrenando?
– Creo que tenemos una condición muy creativa, propia de nuestra idiosincrasia. Si uno lo desarrolla, lo transforma en algo muy positivo. Eso, para mí, nos distingue, más allá del desastre que debemos atravesar. Siempre estamos con la soga al cuello, laburando con lo mínimo. Sin embargo, a pesar de todo esto, hacemos. Hay una necesidad de crecer y de salir adelante.
– ¿Notaste alguna diferencia entre el público madrileño y el catalán?
– Lo que pasó en Madrid fue que se reían mucho. Le pregunté a Diego (N de R: Manso –autor y director de “Kinderbuch”-) si pasó algo con la obra y él me decía que son, justamente los madrileños, quienes la pueden entender mejor que nadie. Él se crió en Madrid y notó que hay algo con el humor que les es muy cercano. Además, cambió mucho la obra. Acordate que surgió en un contexto de ensayar tres semanas, todo muy de los pelos. Era casi un “semimontado”. Ahora hay una versión más corta. En Barcelona anduvo muy bien, también con bastante público argentino. Además, el teatro es de un argentino.
– Diste un seminario en España. ¿Qué tal estuvo?
– Muy interesante. Lo que yo hago es muy particular. Es un trabajo que tiene que ver con algo muy pequeño. Es un entrenamiento fuerte con un objetivo muy mínimo. Era un seminario de cuatro horas por lo que también había que ver el tiempo al respecto. Era encontrar algo particular y ver como se lo puede trabajar. Estuvo bueno, interesante y no sentí diferencias entre españoles y argentinos en tanto sus búsquedas.
– Charlando con docentes como Marcelo Savignone o el mismo Szuchmacher, surge la pregunta sobre las búsquedas de los alumnos, si ser actor o ser famoso…
– El entrenamiento es un espacio para investigar qué viene uno a buscar. Lo que se pretende que no es lo mismo que lo que te conviene. Intentas algo que, después de ver e investigar un poco, es “hummm, quizás si vas por allá, sea más interesante”. A veces uno -lo digo también como alumna-, subestima lo propio. No valora algo que es lo más interesante que uno tiene. Entonces, el entrenamiento es un espacio para poner atención y repreguntarse muchas cosas. No es solo para ir a encontrar algo y hacer un banco de “bueno me guardo esto de acá”, “esto de allá”. Es un lugar de exploración sino es un plomo. Hay que divertirse, dejarse llevar y encontrar cosas nuevas.
Teatro y diversión
– Recién dijiste que “hay que divertirse”. Te pregunto, ¿no está un poco solemne el teatro?
– Creo que hay cierto prejuicio de la solemnidad. “Ahora hagamos todas pelotudeces que es todo solemne”. No sé qué es “ser solemne” … Creo si, que hay una necesidad de reírse. Más por lo trágico que nos toca vivir. El mundo está todo en crisis. Con la situación que hay, si no nos reímos, nos matamos todos. Igualmente, no soy tan “espectadora” como para decir que está “solemne”.
– ¿Te gusta ir al teatro?
– Si, pero voy poco.
– ¿Por falta de tiempo?
– Un poco pero también me gusta el cine. En el teatro, me pongo nerviosa. Sufro por quien está ahí, en el escenario. Después, cuando termina, lo disfruto. Me encanta. El teatro es el arte más completo y eterno. Va a seguir para siempre. Es algo que nos atraviesa y que está en vivo. Incluso, cuando estas actuando con colegas, hay un sentimiento de mucha unión y comunión, ya que depende mucho tu trabajo del otro. Lo que está pasa ese día es algo único y maravilloso.
– Me imagino que después de estos proyectos en el teatro, vas a querer hacer algo con más gente arriba del escenario, ¿no? ¿O ya le agarraste el gustito a los unipersonales?
– Y… a mí me gusta con más gente. Igualmente, ahora estoy sola en el escenario actuando, pero hay una música en escena, que es Guadalupe Otheguy y es una maravilla…
-Es una grosa. La vi en “Los bienes visibles” y está estupenda.
– Claro. Estoy sola, pero muchas veces dialogo con Guadalupe. No estoy tan sola como en “Kinderbuch”, siempre es mejor que alguien te la devuelva redonda.
– Por estos tiempos que nos atraviesan –te lo pregunto porque hiciste “Señorita Julia” en su momento-, hay autores que se los mira “de costado” por las temáticas que abordan.…
– Hay que ver como lo miras. Strindberg es un autor maravilloso. Me vuelve loca.
– Hacías una versión poderosa de «Señorita Julia«…
-…que te dejaba de cama! (risas). Es uno de esos autores que me encantan. Hay obras que hay que volver a mirarlas porque fueron hechas por grandes autores. Strindberg, Ibsen, son autores muy contemporáneos. Si pudiera, los haría todo el tiempo. Uno por año.
Redes y periodismo
– ¿Cómo te llevas con las redes sociales?
– No me llevo. Tengo, pero no las uso. Inclusive, no las tengo cargadas en el teléfono. Ni siquiera Instagram. Lo tengo en la compu y lo abro…a veces. Un poco lo hago como terapia porque es muy adictivo. Lo he tenido en el teléfono…Igual, nunca fui de mirar. No es que no me interesa publicar…tampoco me interesa la vida de los demás. Me interesa “humanamente” pero no desde ese lugar…
– …de chusmerío…
-….hay algo de ese sistema, que a mí no me…Cuando te metes en eso, se produce como una especie de adicción. Una distracción en la que tu mente está en la nada y te cansa. Terminas muy agotado. Entonces prefiero escuchar música o hacer otra cosa. Igual miro redes sociales y todo eso pero no tengo tanta afinidad…De hecho, ahora tendría que subir cosas de la obra. Lo hago porque lo tengo que hacer, sino ni en pedo.
– ¿Cómo te llevas con la crítica? ¿Le das bola? Te pregunto porque, de cuando empezaste, cambió mucho todo el periodismo y su influencia…
– Hoy no se si influye tanto…Parece ser que hoy es más importante la publicidad que la crítica…cosa que casi nunca tengo –publicidad- cuando hago algo. Hay que tener mucha plata para poder tenerla. Más allá de esto, me llevo bien con la crítica. A ver, el trabajo del actor de teatro no es un trabajo acabado. No es que vas a venir el miércoles a ver el estreno de “Clandestina” y ya está. Terminé. No concibo mi trabajo como algo acabado. Es un proceso en el que vos vas a ver algo que está en proceso porque yo estoy viva y el material está vivo. Creo que hay que verlo así al teatro. Entonces si vos opinas sobre ese día en que quizás, algo haya estado mal, yo diga mal un texto o me equivoqué en algo…
– O que me levanté mal, como le puede pasar a cualquiera…
– Exacto. Es muy mágico todo y no se puede cerrar el sentido. Puede ser un día en que las cosas no funcionen y justo, venga alguien y escriba al respecto. También es subjetivo. Me han criticado en cosas que me parecieron no tenían razón y en otras en que vieron cosas muy interesantes. Intento pensarla en que no sea algo que me limite en mi laburo. No es cuestión que venga, me haga mierda y se vaya…
– Obviamente, no es la idea. Antes lo hacían pero ahora ya no….
– Es cierto lo de antes pero ¿ahora ya no?
– No. Se pasó para el otro lado. Hay mucho fan que cuenta lo que ve, sube la fotito y le gusta todo. Es un cholulo con Instagram.
– Pero no estamos hablando de esa gente, sino de la crítica…Hay poca gente que venga, mire y se ponga a analizar el material. Que piense sobre lo que vió, ponga el culo en la silla y escriba. El trabajar y pensar algo. Al fin y al cabo, parece que nadie lee nada. Estar analizando y escribiendo por quince días algo que nadie va a leer…
– Es complicado. Tenes un buen material para analizar y compartir y te acusan de “larguero”…
– Y si. Eso también pasa en el cine con la duración de las películas. Todo esto es un poco culpa de estos celulares, ¿no? Todo rápido.
– Ni te pregunto si sos de googlearte.
– No, para nada, pero me da gracia que un par de veces puse mi nombre en la IA y salió que era una médica peruana. Esas coincidencias…¡me encantan! pero no estoy tan pendiente de mi. A ese nivel….
“Clandestina”. Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Av. Corrientes 1530. Miércoles a domingos, 19.30 hs. Hasta el 29 de septiembre.
INMENSA BELÉN.
Hace muchos años, cuando la conocí, de joven, preanuncié, se lo dije, que sería GRANDE, que dejaría huella.
No me equivoqué.