El año pasado actuó y hasta dirigió una ópera. Este año, la gran Leonor Manso le da vida a una reina que tiene su mismo nombre, en “Un león de invierno”, donde se saca chispas con Daniel Fanego. La reconocida actriz le cuenta a ECDL los pormenores de la puesta, su trabajo en la ópera “Tosca” y los vaivenes de su profesión.
– Leonor, ¿cómo surge la posibilidad de hacer “León de invierno”?
– Me llamó la productora y me ofreció hacer la obra. Hace unos años había visto la película que se basó en la obra de teatro. Me interesó mucho. La película, al igual que la versión que se hizo para televisión con Glenn Close, está más edulcorada, con castillos de verdad, fuegos y batallas. En la obra de teatro, se concentra en estos personajes, como la familia de Enrique II, Leonor de Aquitania y sus hijos, que son convocados en Navidad porque él tiene que decidir quien va a ser su sucesor. Ahí se desencadena todo el conflicto.
– Es un texto largo y bastante particular para decir…
– Lo difícil en una obra de teatro es encontrarle el estilo. Si bien ocurren todas esas situaciones dramáticas, tiene mucho humor por su ironía. Que estos personajes no tengan filtro es realmente valioso. Dicen lo que muchos pensamos pero no decimos. Es ahí cuando la gente se ríe. Por ejemplo, cuando ella dice que se acostó con su padre, se da vuelta y pregunta “¿Y qué? ¿Qué familia normal no tiene sus altibajos y sus mierdas?”
– Otra escena fuerte es cuando está con los hijos y los cuchillos.
– ¡Ah si! Es muy fuerte. Lo que pretende el autor…Es como si estuvieran hablando para el futuro y ya es presente. “Todos tenemos un cuchillo y somos los bárbaros del medioevo”. Si uno mira nuestro “hoy”, los cuchillos siguen al igual que las guerras. Esa confrontación permanente como forma de vida.
-Además, la brillantez intelectual para maquinar todo y la barbarie de la guerra se entremezclan…
– Si, tal cual. Eso es lo que hace rico al personaje de Leonor. Ella tiene una visión más humana –quizá por su encierro de diez años- y puede llegar a ver todo. O cuando dice “creo que los padres engendramos a los hijos y los echamos al mundo no por amor sino por malevolencia”, viendo lo que viven los hijos.
-Con Leonor también hay un guiño al cambio que hubo en la mujer a través del tiempo ya que se le pide que sea brillante, que tenga humor y demás pero después se la critica por todo eso….
– Esto no cambió para nada. Fue una mujer muy particular en su época. Su padre muere cuando tiene quince años y debe gobernar Aquitania que es casi toda Francia. ¡Y lo hace! Después se casa con el rey de Francia que no era muy brillante que digamos. Era la época de las Cruzadas y ¡ella forma parte de las mismas! Allí se enamora de Saladino, uno de los jeques y se quiere quedar. Se vuelve, lo conoce a Enrique y pide la anulación de su matrimonio. Enrique era conde y ella deja de ser reina de Francia para casarse con él. Tres años después, es rey de Inglaterra y ella se convierte en reina. Leonor fomentó la música y la poesía. En su corte, estaba la gente de la cultura. Fijate que el monumento fúnebre que se manda a construir para ella misma, la muestra con un libro.
– ¿Qué te sorprendió de Leonor?
– Ella es una mujer herida en lo femenino. Hay una poesía muy famosa hecha a Leonor de Aquitania que dice que “lo peor es amar y no decirlo”. Siguió enganchada con Enrique aunque fue un amor muy libre. Ellos, como pareja –lo fueron y muy fuerte, durante muchos años y crearon ese reinado-, tuvieron diez hijos, viviendo ella hasta los 80 años. Enrique muere cuatro años después de este encuentro del que habla la obra, a los 55 años. A los dos o tres años, muere Ricardo y al poco tiempo, Godofredo, por lo que queda Juan, que después es Juan sin Tierra a quien nombra Rey y destruye todo lo que construyó. Tal como suele ocurrir con las grandes empresas. La ambición de Enrique, como le pasa a los hombres, es quien va a conservar lo que él construyó.
-El tema del heredero…
-…que sigue vigente. Son los reyes muy particulares, los cuales sometían con sus ejércitos a los señores feudales que se levantaban. Así adquirían territorios nuevos, a través de la guerra. Lo que muestra el autor de Leonor es que sabe lo que es el poder, le ha gustado y lo ha ejercido de forma muy inteligente. Ricardo, cuando muere el padre, lo sucede y libera a la madre que lo ayuda a gobernar. Ella está herida en el amor. Eso no ocurre tanto en los hombres…
-O lo ocultamos más…
– Si, también es posible. O lo resuelven de otra manera. En el caso de ella, lo que se muestra en la obra es eso. Lo enfrenta, no lo deja pasar, lo conoce y le dice “Enrique, conozco todos tus manejos, tus vueltas pero te voy a estar esperando siempre para derrotarte”.
-Al tiempo que lo abraza….
– ¡Exacto! Es la escena en que dice “no te quiero perder, no te voy a dar la anulación del matrimonio”. Es una mujer increíble y maravillosa. Por supuesto, la historia la escribían los monjes los cuales la consideraban mal a ella pero leí libros de revisión histórica que contiene algunos de los pocos documentos que quedan. Más allá de lo que escribieron los monjes, esta mujer pasó a ser un mito.
-Te pregunto por la dirección que hiciste en “Tosca”, la opera…
– Es la segunda vez que lo hago y fue hermoso. El regié (o director) se tiene que ocupar de la concepción de la ópera y de la actuación de los cantantes; toda la parte musical, el director de orquesta. Es muy lindo. El aporte que le podemos hacer a la opera, desde el teatro, es muy bueno porque, si bien ahora hay una renovación muy grande, en general, la historia se cuenta a través del canto pero no en escena. Me tocaron dos operas maravillosas, en el 2011 “Lucía de Lamermoor” y el año pasado, “Tosca”.
– ¿Realizaste algún cambio, teniendo en cuenta que eran cantantes y no actores?
– Es otro trabajo. Si bien los cantantes tienen una formación –son del Colón la mayoría-, en actuación es muy elemental. Está todo puesto en el canto, en lo musical. Entonces, es un trabajo interesante porque son más felices cuando comprenden la situación y lo que está ocurriendo. Es mostrarlo en su espacio y en su cuerpo. Se enriquecen mucho. “Tosca” fue un éxito grande y fue muy valorado. Igual este año no dirijo nada; solo va a ser actuación.
-También hiciste un par de presentaciones de “4.48 Psicosis” (foto de arriba)
– ¿Sabes por qué lo hice? La había hecho hace un tiempo pero nunca me despedí del material. Entonces le dije al director del San Martín –que me había llevado al festival de Córdoba- “me gustaría despedirme de este material porque nunca lo pude hacer”. Entonces, a fines de julio, me dice “Leonor, está la posibilidad de hacerla en septiembre”. A todo esto, ya me había olvidado de lo que le había dicho. Lo llamé a Luciano, asustada y le dije “Hagamoslo, que no hay problema”. La verdad, fue hermoso. Teatro lleno todas las funciones, con muchos jóvenes. Eso fue muy lindo. Venían muchos jóvenes pero también venía público mayor y adulto. Eran los dos extremos del público. La autora –Sarah Kane- propone algo muy particular desde el tema, por como ella lo manifiesta.
-Asi que ya se despidió “4.48” …
– ¡No! (risas). Nos invitaron a participar del Festival de Teatro de Buenos Aires, que es en septiembre. Además, me encantó volver a hacerlo. Cuando el material es bueno, se sigue trabajando; al retomarlo, tenés más visiones del mismo. Fue muy placentero hacerlo. Además, lo que le pasa a la gente… Es un espectáculo único.
-¿Qué personajes te quedan por hacer?
– Nunca pienso en personajes. De repente, me aparece una obra como “4.48” y me entusiasmo. La produje y la hicimos con Luciano Caceres. Lo mismo me pasó con “Esperando a Godot” o “Aniquilados”, la primera obra de Sarah Kane. Tiene que aparecer algo que me entusiasme, que tenga deseos de hacerlo y contar eso. Que sea valioso y generalmente, ningún productor comercial lo hace.
– ¿Cómo es, para vos, dirigir? ¿Te sentis directora?
– Yo soy fundamentalmente actriz. Dirijo en este caso porque nadie iba a comprar los derechos por “Aniquilados”. Me parecía que era una obra muy importante para dar a conocer. A mi me gusta dirigir porque lo que se de teatro es por los años que tengo puestos en ese escenario. Me gusta mucho pero ahora me gusta más actuar.
– Hay veces que cuando se ve un actor que también dirige…es un trabajo difícil hacer las dos cosas al mismo tiempo.
– Nunca lo hice ni se me ocurre. Porque, sabés que, desde el actor es fundamental la mirada del director. Vos desde el escenario, tenés una lectura de los hechos. Como yo tengo la experiencia de las dos cosas, se que es así. Vos tenés una lectura que crees que es así. Es tu visión pero que no es la del espectador, que es la que tiene el director desde el afuera. Para mi, como actriz es fundamental el director. A Luciano Cáceres le agradezco que me contuvo con su cariño porque era meterme ahí yo solita. No había otra. Su cariño, su mirada contenedora. Para mi es fundamental. No hay tantos…Algo nos pasa con los dirigentes.
– Hay mucha gente del teatro off que todavía dice “No, la calle Corrientes, no”.
– Esos son los prejuicios que están instalados por supuestos popes que se creen los dueños de los teatros del off y maestros que no le dan la libertad al alumno para que elija. Tuve como maestro a Juan Carlos Gené que nos decía “Ustedes tienen que ver todo porque el teatro es todo”. Nadie es dueño de la verdad. Hay teatro bueno y malo que puede estar en el off y en el comercial. Lo llaman así aunque yo le digo «profesional». Es lamentable que haya muchos jóvenes cautivos con eso. Hace poco vino una periodista con eso. Le decía “tenes que ver todo. ¿Por que te dejas llevar por lo que te dicen?”. Si no ves todo, te terminas mordiendo la cola. Soy muy plástica…Terminé de hacer “Solas” en el Metropolitan y me metí con “4.48” en el Beckett, que es una sala hermosa.
– El artista puede estar alejado del contexto en el que vive?
– No. No puede. No está de hecho. ¿La torre de marfil? No, con solo prender la televisión ve lo que ocurre en el país y en el mundo…
– Te digo porque hay muchos que no quieren “ensuciarse” sino mantener cierta pureza…
– Si, ya se…esa cosa…Lo que ocurre es que, después que han caído muchas ideologías e ideales, viene un nihilismo tremendo. También creo que, por una necesidad del hombre, también se está saliendo. Mirar el ombligo y hacer por hacer, tiene un tiempo. Es infantil y te aburrís. Hay gente que se queda en eso toda la vida pero es todo muy pequeñito. Todos los que estamos en esto, al principio, empezamos con “que tal soy”, “que puedo hacer” “soy el mejor”, ”soy el peor”. Pero si uno se queda en eso, ¿para que lo hace? El teatro solo tiene sentido si le sirve a los otros. Me voy feliz de una función porque se que puedo ser útil. ¿Como? No se. ¿Por qué? Es recuperar la humanidad. Se emocionan, escuchan esos textos y les pasan cosas. Esta bueno. Si me quedara pensando “Me gritan los bravos”, es hermoso pero…¿que más?
– La famosa relación con el ego…
– Si. Eso solo, por lo menos a mi, no me pasa.
-En los últimos tiempos, se hubo un cambio con respecto a las ficciones en televisión. ¿Te sorprendió el éxito de “Graduados”?
– No la vi con continuidad pero siempre que podía, la miraba por la calidad de los actores. Era extraordinaria. El libro era muy atractivo para la gente. El que haya superado a Tinelli implicó que la gente eligió eso. Se viene haciendo ficción desde hace tiempo pero de repente, ocurre algo que toca a una gran cantidad de gente y adhiere.
– Si tuvieras la chance de hablar con la pequeña Leonor que recién incursionaba en el teatro…
– La pequeña Leonor no tenía idea que iba a ser actriz. No tengo ningún antecedente familiar ni nada que ver…yo quería ser monja y más que monja, santa. Menos de eso, nada. Consejo no le daría. Lo bueno es encontrar una vocación, algo que te guste hacer y que sirva a los otros. Y eso es muy frágil. Estoy felíz y cruzo dedos porque con los años que estoy en esto sigo manteniendo el placer y la pasión por lo que hago. A no todo el mundo le ocurre esto. Se que es algo muy frágil, que se puede perder con facilidad. Es algo intangible que debe alimentarse porque sino se muere. Le diría que esté siempre atenta a no perder eso.
– La esencia.
– Es la manera de ser felíz. Imaginate si hubiera perdido el placer y la pasión por lo que hago, es horrible. ¡Una tortura! Que, por una razón de supervivencia económica lo tenga que seguir haciendo. Alguna vez que me ha tocado… de todo se aprende. Una vez estaba en el escenario y había perdido el rumbo. No tenía sentido lo que hacía y nos tentamos. Fue terrible. Como ya no encontrábamos un divertimento en el hacer y el entregar, nos divertíamos entre nosotros. Me fui tan mal, tan vacía, que me daban ganas de tirarme el tacho de basura encima. Para mi fue un alerta rojo enorme. Entonces siempre tiene que poner el interés y el entretenimiento en lo que hace.
-Cuando empezás a pensar en lo que voy a hacer después de esto, que voy a cenar….
– Lo importante es hacer perder las coordenadas de tiempo y espacio propias al público. Cuando vas al teatro a ver algo bueno, lo perdes para encontrarte. Te perde en esa historia, esos personajes y encontras muchas otras cosas. Te enriqueces muchísimo. El teatro te permite recuperar la humanidad porque es la capacidad de conmoverte con otro, de reirte, de emocionarte, de llorar,. Algo que no tenemos tiempo ya que todo es muy rápido. Esta todo a un clic de internet.
“El León en Invierno”. Teatro Regina. Miércoles a sábado, 21 hs; domingos, 20 hs