En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.
Es difícil comenzar a escribir sobre un acontecimiento tan importante. Ante la obvia pregunta del porqué de esa dificultad, es por la cantidad de emociones y sentimientos que atraviesan el hecho en sí. La marcha convocada en repudio al vergonzoso fallo del 2×1 aplicable a los delitos de lesa humanidad perpetrados por los genocidas del denominado Proceso de Reorganización Nacional llevó las pulsaciones hacia la combinatoria que implica la emoción, la bronca, el dolor, el orgullo y el deseo de seguir manteniendo viva la memoria, en detrimento de la impunidad y la injusticia.
Por tal motivo, esta crónica será en primera persona, describiendo lo que se vió, a partir de la pura vivencia, más allá de la información en sí.
La gente iba llegando desde todos lados a pesar de varias “casualidades” que ocurrieron justo en el lapso de tiempo que fue desde las 17 hasta las 19 hs. De repente, como si la “mala suerte” se hubiese ensañado con la marcha, la línea Sarmiento de ferrocarriles vio como surgieron diversos inconvenientes en su servicio, retrasando el arribo de los trenes provenientes de la zona oeste del Gran Buenos Aires. Algo similar ocurrió con algún retraso inoportuno acontecido en la línea A. De más está decir que “la casualidad” y “la mala fortuna” se combinaron para que esto ocurra, justo en este horario y en la previa a una convocatoria como esta marcha….
Nos encontramos con T y M, dos amigas queridas para iniciar la marcha. El punto de encuentro fue el Centro Cultural de la Cooperación. Desde ahí, rumbeamos hacia la Plaza de Mayo. Al respecto, quiero destacar otra “casualidad”. El tránsito estaba cortado en Corrientes, desviándose por Callao. No obstante, a eso de las 18.30, se veía a algunos autos y colectivos transitando por Corrientes. Seguro que la mala fortuna hizo que, de repente, se haya habilitado el paso de los vehículos…
Finalmente, llegamos al Obelisco y vemos que están los motoqueros protestando. Varias columnas hicieron su camino por Diagonal Norte hasta la Plaza. Banderas rojas de agrupaciones de izquierda flotan en el aire. Por algunas calles laterales, continúa llegando gente. Se ven familias enteras marchando, con sus hijos en los hombros. A uno mismo le gustaría llenarse los ojos de todo aquello que están viendo los niños, por encima nuestro. La emoción de ver a estos chicos y chicas participando de estos hechos, es un bálsamo al alma. Gente grande, con años y también con bastones, son de la partida. Con sus luchas a cuesta, ellos siguen marchando y reclamando. ¿Cómo lo vamos a hacer nosotros?
Llegamos hasta la esquina de San Martín y Diagonal Norte, donde se encuentra la Catedral. Será una de sus paredes la que empiece a ser el soporte de distintas frases alusivas a lo acontecido. Se escucha “Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. Estoy emocionado como hacía mucho tiempo que no lo estaba. Esa extraña sensación que describimos en el primer párrafo me toma por asalto. Detrás nuestro, se ve la bandera de la Mesa de Trabajo y Consenso del Olimpo. Recordemos que el Olimpo es uno de los tristemente célebres Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE), ubicado en el barrio de Floresta, lugar del cual soy oriundo.
En uno de los postes de luz, se ve un retrato del presidente Mauricio Macri, con bigote y la leyenda «La oscuridad del mal», parafraseando a esa «banalidad» a la que hacía mención Hannah Arendt. Suena otro de los hits de la marcha. «Macri, basura. Vos sos la dictadura«.
Llegamos cuando está hablando Taty Almeida, con su voz por demás reconocible. Escucho y siento algo dentro mio conmoverse. Es saber perfectamente el porqué estamos ahí. Ser perfectamente consciente que no estamos de acuerdo con la impunidad de los genocidas a través del fallo del 2×1 otorgado por la Corte Suprema.
Habla Nora Cortiñas y sinceramente, me emociono muchísimo. Con sus jóvenes 87 años, sigue siendo un ejemplo de lucha y coherencia. Abro y cierro los ojos. Me embarga la emoción. Siento que algunas lágrimas salen. Una pareja se abraza cerca mio y llora. Miro alrededor y se siente la pasión de los concurrentes.
Es el turno de Estela de Carlotto quien cierra el acto. “Levantemos los pañuelos por los 30 mil desaparecidos”. Desde el lugar que estábamos, pudimos ver como se levantaron automáticamente tanto pañuelos como remeras. Esa postal que quedará grabada no solo dentro de cada uno de los participantes sino de lo que es la historia de nuestro país, en tanto manifestación contraria a una vergonzosa decisión de la Corte Suprema.
Concluye la marcha y justo cuando empieza la desconcentración, de los parlantes empieza a sonar música. Se escucha “La memoria” de León Gieco. Después es el turno de “Andate” de Todos Tus Muertos (más que agradable sorpresa) y “Juguetes perdidos” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Nos dejamos llevar por la música mientras se escuchaban pedidos acerca de gente perdida y objetos extraviados. Justo en la esquina de donde estábamos, en la Catedral, vi una bandera roja al lado de una de La Cámpora, que tenía la imagen del grandioso Rodolfo Walsh.
Salimos de la plaza con tranquilidad, en el marco de una desconcentración eterna. Gente que sale de todos lados. Si alguna vez te interesaron los Derechos Humanos y la Justicia por los crímenes de la Dictadura, tu lugar era la Plaza. Ya no basta con “militar” en redes sociales únicamente. Es sentir como palpita ese gran conglomerado de gente que le dice “NO” a la impunidad. Siempre es fácil estar en casita, calentito pero como dicen por ahí, “hay caballos que se mueren potros sin galopar”. Esto pasa mucho más de lo que uno piensa y las consecuencias son por demás apreciables.
El clima es de esa alegría de haber participado de una jornada histórica y única. La necesidad de reencontrarse con gente que siente y piensa como uno. Un abrazo, un beso, una sonrisa. Las pizzerías de los alrededores se llenan de manifestantes.En una de las ellas, está Nora Cortiñas. Se produce un gran revuelo. Muchos sacan fotos desde adentro mientras varios ingresamos al establecimiento. Fotos y saludos a esta gran mujer que continúa su búsqueda, siendo un ejemplo sublime de lucha. La saludan y ella, con ese corazón enorme y sonrisa eterna, devuelve el cariño de tanta gente.
Termina la marcha. Vamos a comer para reponer fuerzas. El cansancio es grande pero toda esta crónica sale, como dicen los músicos, “de primera toma”, casi a corazón abierto.
Hoy, 11 de mayo, es otro día pero la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia continúa. La coyuntura pide aquello que había dicho Brecht, “Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio”. Y se volverá a marchar la cantidad de veces que sea necesario. Siempre acompañando a las Madres y a las Abuelas, decimos “No al 2×1”, “Ningún genocida suelto”, “No olvidamos, no perdonamos”, “Memoria verdad y justicia”