En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.
Tras la fuerte manifestación realizada el 24 de enero que trajo convulsiones dentro del gobierno encabezado por Javier Gerardo Milei, en pos de obtener la sanción de la denominada Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados, hubo retrasos al respecto. La firma de un dictamen entre gallos y medianoche en el que hay acusaciones sobre el contenido y las modificaciones de la ley. Es más, pareciera que se está debatiendo acerca de una ley invisible ya que nadie sabe realmente su contenido.
Así las cosas, se convocó a una manifestación para la tarde del 31 de enero para manifestar el descontento con la ley. De esta manera, con la notoria ausencia de la CGT, se hicieron presentes en la plaza del Congreso, varios partidos de izquierda junto con colectivos que incluían a Unidxs por la Cultura y las asambleas barriales que, de a poco, van tomando un cariz importante. Más aún, cuando van convocando un número mayor de gente que desea participar por fuera de la estructura de un partido. Así es como se ven las banderas de las Asambleas de Zona Sur o la de la Plaza Banderín, del barrio de Floresta.
El sol es muy fuerte. De hecho, es uno de los días más calurosos de este verano. La gente va llegando de a poco al tiempo que la policía hace una demostración de fuerza con su presencia. Lo que no pudieron hacer el pasado 24E pareciera querer hacerlo ahora. Esto, más allá del ridículo protocolo esbozado por la inefable ministra Patricia Bullrich. Quieren despejar la calle pero la misma policía es la que la termina ocupando. Un nuevo sinsentido por parte de una funcionaria que tiene una colección de desastres en su haber, amén de su lealtad dividida de acuerdo a la cantidad de partidos que ha transitado. No olvidemos que sus fracasos vienen con su participación en la Alianza eyectada del 2001 y el macrismo de 2015-2019. “No hay dos sin tres”, dice el dicho y Patito va por el tercer descalabro al hilo.
Apenas llegamos, hicimos contacto con la columna de la Banderín y nos pusimos a caminar la calle. Las columnas del MST, PO, PTS y el Polo Obrero se ven a lo lejos. La gente está tranquila. La bandera de Unidxs por la Cultura es por demás, visible al igual que la de los empleados despedidos de los neumáticos.
Ya habían pasado la agresión a Beliboni y el airado reclamo de la legisladora Celeste Fierro a la policía. Ambos hechos, visibilizados en los medios de comunicación. La situación, a las 18.30 era más tranquila hasta que las fuerzas del (des) orden se movilizaron, provocando una corrida. Los manifestantes resisten la embestida, quedando cara a cara con los uniformados. Sube la tensión entre quienes se encuentran en la calle. El despliegue policial es enorme. Protegidos detrás de los escudos, se aprecia que hay distintas fuerzas sobre la Avenida Rivadavia. La Gendarmería, la PFA y la Prefectura se ubican en distintos lugares formando un cordón que avanzaba, según lo ameritaba la situación.
Quien estas líneas escribe recorre la plaza por distintos espacios, no solo sacando fotos sino mirando como se producían los movimientos de los participantes. De esta manera, se aprecia cuando un cordón corta Rodriguez Peña y Montevideo antes de llegar a Bartolomé Mitre. La parte de atrás de la plaza, casi llegando al Teatro Liceo, no tenía casi gente. Esto no quitaba que había sendas motos policiales en las esquinas de Paraná y Luis Saenz Peña. De tanto en tanto, aparecía una moto policial en la calle haciendo sonar su sirena. La gente sigue llegando aunque no en un número tan grande como el 24.
Las columnas contaban con gente de distintas edades. La hidratación era obligatoria y el agua cotizaba en bolsa. Los cánticos eran contra la sanción de la Ley Ómnibus y también hubo un tiempo contra la gran ausente de la convocatoria. “A donde está/ que no se ve/ a la gloriosa CGT”, con dosis similares de bronca e ironía.
El capital simbólico sobre el cual gira la marcha es el tomar la calle para manifestarse. El mentado protocolo. Caso contrario, no se entiende la actitud de las fuerzas de seguridad en forzar una situación que no era para que se llegue a la violencia. “Son órdenes” dirán pero no tienen sentido más que satisfacer el orgullo mal curado de una persona como Patricia Bullrich que ha demostrado tener pocas luces para afrontar cargo político. El show de la represión que llevó a cabo no se entiende si no es en este marco que entra en consonancia con la manera caprichosa de ejercer el poder de Javier Gerardo Milei. Un presidente que repite frases como slogans y cuenta con una inestabilidad propia de un adolescente.
Caminamos entre la gente que va llegando de a poco. La batería del celular está agotándose demasiado rápido para nuestro gusto. Se pudo sacar algunas fotos que ilustran esta nota pero debemos volver a casa. Ir a una marcha sin tener batería es, prácticamente, una irresponsabilidad. Hablo con amigos que están en la marcha o están llegando. La gente de la Asamblea de la Plaza Banderín banca la parada como pocos. Hay gas pimienta y se ven algunos/as que fueron víctimas del accionar policíaco. Sus ojos y rostros no pueden ocultarlo.
Subte mediante, se llega a San Pedrito, procediéndose a caminar hacia Floresta. La estación de servicio de Rivadavia al 7500 tiene una cola más que importante de automovilistas deseosos de cargar combustible, ante el próximo aumento del valor del litro. No vamos a poner el foco en su voto pero…
Al llegar a la esquina de Azul y Rivadavia, un patrullero con cuatro policías paveando, brilla con luz propia. Esa visibilización en tanto presencia pero que no hacen absolutamente nada, es asombrosa. Los que conocen el barrio saben que ha cambiado. Sobre todo, a la noche. Justo en ese momento, la policía brilla por su ausencia….salvo que haya algún llamado que los convoque para resolver alguna anomalía. De esta manera, el despliegue exagerado hace que se presenten tres móviles –como mínimo- para lo que resulta siendo una tontería y no el haber descubierto el paradero de Osama Bin Laden.
Llegamos a casa y prendemos la televisión. La cobertura televisiva dependerá de la línea editorial del canal y/o de las luces del movilero enviado. En este último caso, se aprecia cuando hay una persona que cuenta lo que ve (con todos sus preconceptos y su nula experiencia en la calle) y su relato no se condice con lo que realmente ocurre.
Empezamos a cargar el celular el cual necesita una batería nueva urgente. De a poco, logra su cometido y caen mil mensajes. Un baño es casi obligatorio frente al calor reinante. Se corta la sesión a las 22.30 para reanudarse el jueves a las 12 h. Llegan los autoconvocados y al poco tiempo, Juan Grabois con una columna importante. La policía vuelve a reprimir y se lleva varios detenidos, incluidas un grupo de chicas que estaban cantando el himno. Una de ellas, una militante radical por la que el mismísimo Martín Lousteau pide por su paradero. Las paradojas (je!) de la política hacen que una militante sea detenida y agredida en la marcha mientras que los diputados de su partido, con Rodrigo de Loredo a la cabeza, hagan gala de la obsecuencia y cobardía para satisfacerle los caprichos al monarca Milei.
El jueves hay una nueva convocatoria para frenar a la Ley Ómnibus. Otro capítulo en la vida dentro de un contexto liberotario, cortesía de los genios del voto que privilegiaron el odio para terminar votando a su propio verdugo.