Disco: «La música de Abismarse»



En tiempos modernos, de sonido comprimido, apto para su fácil deglución en un I-Pod, suelen aparecer gemas que piden algo más. Obviamente que podes escucharlos en los nuevos dispositivos electrónicos pero estaría bueno volver a ser exigentes con nosotros mismos, como oyentes ávidos de disfrutar de buena música, bien interpretada y con un sonido acorde. Hay discos que merecen escucharse en un equipo de audio (¡que antigüedad!) para disfrutar de la calidad de sonido


Este inicio es el que antecede a “La música de Abismarse”, que refleja la creatividad musical que pergeñó Analía Rosenberg para la puesta homónima, presentada durante el 2015 y 2016, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, con un buen reconocimiento de la crítica, contando inclusive con nominaciones a premios como los Trinidad Guevara y Luisa Vehíl.


El disco es un caleidoscopio musical que permite abrirse a un paseo por distintos climas y atmósferas. Será ese tránsito por diversos estados del individuo, relacionados con lo anímico y lo psíquico, con un importante despliegue físico, el que llevará el hilo conductor de los 45 minutos de música y 14 temas. Momentos de estabilidad y de ira, de paz y tensión, acción y reflexión que transformará y desestabilizará a quien navegue en estas aguas pero con la seguridad de la buena música de su lado.


Con “Sincronía I”, se inicia el viaje al tiempo que es un muy buen resumen de lo que vendrá. Allí el cuarteto conformado por Rosenberg (piano y acordeón), Soko (flauta traversa), Emma Chacón Uribe (violonchelo) y Emanuel Gaggino (percusión) despliegan una batería de musicalidad importante.  El “Vals silente. Estado de alucinación I” tiene esa cadencia envolvente en el que se puede cerrar los ojos y viajar junto con el sonido de la flauta traversa y sus diversas vibraciones

Como Rosenberg no es de las que escatima esfuerzos, volvió a convocar a quienes hicieron las voces en la puesta teatral de “Abismarse”. Nada más y nada menos que Bárbara Togander y Maia Mónaco que fueron parte de la obra en distintos momentos. Bárbara Togander pondrá su voz a “La Ebullición”, inspirada en “Descripción de un estado físico” de Artaud, un tema corto y preciso en su desarrollo. En el caso de Maia Mónaco, participará en temas como “La provocación” donde se bate a duelo con la batería de Emanuel Gaggino y en “Sincronía II”. Ambas unen fuerzas en “Variaciones sobre la locura” donde la voz y la improvisación llevan adelante un sentir que refleja con acierto el título de la canción.


Cada instrumento tiene su espacio para desarrollar su talento para crear un clima único. En “Transmutación” el violonchelo de Emma Chacón Oribe lleva el pulso de una improvisación inspirada en uno de los axiomas de El Kybalion y los siete principios del hermetismo con el “Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”.

“Abismarse I” es el momento en el que Rosenberg lleva a su piano por los aires con una pieza conmovedora. Otro tanto ocurre en “Nostalgia” y en “Oriente” con el violonchelo dibujando sensibles melodías. En cambio, en “Estado mor” será Soko y su flauta traversa quienes ponen sonido al ritmo del movimiento ocular.


El disco cierra con la tensa “Sincronía II” que deja ese sentir propio que brinda la música de creación de atmósferas y climas diversos para el oído y el sentir de quien pueda disfrutarlo. La recepción es atenta y cuidada en su sutilmente alterado ritmo.

El cierre definitivo llega con “Abismarse II. Solo y serenata”. El cierre ideal para un muy buen momento de música. Es la tranquilidad de un mundo de sensaciones diversos, con lo apacible que amerita la finalización de una travesía.


Antes de finalizar, queríamos destacar el trabajo excelente en lo que a sonido se refiere. Partamos de la base que la música se concibió en el marco de una presentación teatral. Ergo, se tocaba en cada función con el público presente. El cambio radical que implica tocar en un estudio respecto a lo que se estaba acostumbrado, es fuerte. No obstante, el sonido y la interpretación se mantiene fresca, sin esa “perdida” de sensibilidad que implicaría la grabación en un estudio. En esta misma línea, siempre recomendaremos escuchar el disco por el orden preestablecido de las canciones. Al fin y al cabo, por algo lo dispuso el músico pero, en esta ocasión, los climas y estados del individuo en formato de canción permiten dejarse llevar por los vericuetos que conforman los variados estados que puede vivir una persona ya sea en orden o “random”.  

Lo mismo ocurrirá si se escucha durante el día o la noche. Atmósferas distintas con una resignificación que sorprenderá a más de uno, poniéndolo en diversas galaxias absolutamente personales. 

El arte de tapa y el diseño del CD son de calidad al igual que los datos y la edición que forman parte del mismo. Además cuenta con fotos y material multimedia.


“La música de Abismarse” da cuenta de la creatividad de Analía Rosenberg que no se cierra a un estilo determinado. Artista talentosa y osada en sus búsquedas, sale de la comodidad interpretativa para crear un muy buen disco que trasciende su marco teatral original, constituyéndose en una gema de colección. 


Ficha técnica:


Idea, composición y dirección general: Analía Rosenberg. Músicos: Analía Rosenberg (piano, acordeón y arreglos), Soko (flauta traversa), Emma Chacón Oribe (violonchelo), Emanuel Gaggino (percusión), Maia Mónaco y Bárbara Togander (voces e improvisación) y Jack Syzard (danza). Visuales: Melina Franco y Sabrina Serra Fulles. Dibujos: Adrián Lirman. Fotografía: Mariana Cirulli. Audios en off: Soko. Diseño de luces: Gustavo Dimas García. Diseño sonido: Omar Amendolara Diseño de vestuario: Guido Lapadula. Diseño gráfico: Débora Akershtein Producción general: Abismarse. Asistencia de producción: Lucía Hernandez


Sábado 21 de noviembre. Presentación del disco «La música de Abismarse». Centro Nacional de Música y Danza. México 567. A las 18 hs. 

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