Hernán Grinstein: “Me gusta pensar que el teatro sirve para encender cuerpos, corazones y mentes”

Tras el éxito de “Perro, un cuento rural” por el cual ganó el premio Trinidad Guevara a Revelación, Hernán Grinstein se reinventa en otras facetas. Estrenó como actor dos puestas tan disímiles e intrigantes como «Los días después” y “Capitán”, continúa con «Tercer cuerpo» al tiempo que abrió su taller de entrenamiento para actores. 
Con un mix de espiritualidad personal y personajes tan ricos como sanguíneos, Grinstein da su punto de vista sobre la actuación, el cuerpo, las palabras y los nuevos caminos que está transitando


-Hernán, ¿como surge «Los días después»?

– Es un proyecto de Vicky Almeida, co-conducido por Milva Leonardi (en la dirección de Movimiento). En su momento Vicky me convoco y me sentí muy halagado. Me daban muchas ganas de trabajar con ella y absorber su mirada sobre este arte tan sutil que es el teatro. Estaba muy comprometido con otros proyectos por estrenarse y estrenados, “Tercer Cuerpo” (de Tolcachir), “Perro” (mi obra), y “Capitán” (de Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob), dictando clases y todas esas cosas que hacemos los teatristas independientes para realizarnos y sobrevivir. 
Lo primero que me surgió como respuesta  fue “no” y leí lo que me había mandado, te diría, casi por compromiso sabiendo que no tenía tiempo para otro proyecto. Luego de leer el texto, sentí que tenia que hacerlo. Quería hacerlo. Había algo que Victoria transmitió en sus textos y esbozos…Pero sobre todo el tema fue lo que me convoco. Sonará raro pero lo sentí como una misión. Me gusta pensar que el teatro sirve para encender el chisquero de algunos cuerpos, corazones y/o mentes. Que tiene una capacidad transformadora infernal. Principalmente para nosotros, los que hacemos esto.

Entonces, diré que el material surge de la creatividad y el corazón de Vicky, que nos supo inundar a todos con lo que ella quería hacer. Luego, nos ha dejado -con mucha generosidad- componer, jugar y dotar de matices y vida a las criaturas que en ella buscaban expresarse. Ha sido especialmente generosa y respetuosa de nuestra creatividad puesta en escena, sirviéndose de ella, explotándola, haciéndola funcionar en un todo mas complejo. Milva también lo ha hecho, trabajando con nuestros cuerpos y dibujando en presencia de ellos con un cariño y un talento admirables.

 

– Contame sobre Ernesto, tu personaje.

-Sé que, por convención, uno acostumbra a hablar de personajes. A mi me gusta pensar que se trata de seres. Que Ernesto es una existencia. Ahora, a esta existencia, me es muy difícil pensarla separada de un todo, que es este dispositivo que se armó, que es la obra. Digamos que se trata de dos que se han encontrado, que se han amado mucho y muy fuerte, y en un momento no supieron qué hacer con todas esas cosas que les disparaba el encuentro con ese otro. Con ese “espejo”, tan abrupto que a veces, es tan hostil. Supongo que se han quedado proyectando en el otro todas esas cosas que querían que “fuera”. Se perdieron la maravillosa lucha que es lidiar con uno mismo, y hacerse mejor todos los días, pero en presencia del otro. No se entendían, no se escuchaban, dejaron de darse respeto y amor. Y todo termino como tiene que terminar. Luego quedan esos días… los días después.

Pienso que casi siempre hablamos de lo mismo en teatro. Temas existenciales que a muchas personas que conozco les preocupa, les inquieta y les duele. El esfuerzo como teatristas de esta época, es -quizás- contarlo de un modo creativo y personal. La obra tiene una poética muy personal. Muchas humanidades perfectamente orquestadas por una impronta y mucho fondo del narrador.

Esto es, humildemente hasta donde llega mi comprensión, subjetiva y de vez en cuando caprichosa. Pero sugiero que quien quiera entender de que va, pregunte a otros, o -en el mejor de los casos- se acerque a la sala. De seguro encontrara nuevas y mejores lecturas multiplicadoras, que nos ayuden entender mejor de lo que hablamos.


 – ¿No es un tanto catártico el texto en tanto el planteo que realiza?

-Siguiendo el hilo del capricho y la subjetividad, el texto es catártico del todo. Y me gusta que sea así. Probablemente persiga otras cuestiones y acciones poéticas, pero es sobre todo catártico. Amar a un ser, entregarse a él, darle la potestad de ser ese “gran espejo”, no es poca cosa. De hecho es mucha cosa. Y casi siempre, deja huellas. Me supongo, también, que es catártico para nosotros los hacedores de “Los días después” y para algún que otro loco que el material le permita ver y sobre todo verse.


– ¿Cómo fue la realización de la puesta en si, teniendo en cuenta que -quizás- no hay tanto texto?

-Encantadora, hermosa, fascinante. No exagero. Crear a partir de los cuerpos, de lo que pasa con y entre los cuerpos influidos por un espacio y un dispositivo que nos permita liberarnos por un rato de las palabras, es una maravilla a la hora de la creación. Te diría que milito en esas filas (risas). Me interesa como puestista y docente como se expresan los cuerpos, donde suenan, por donde, donde se encuentran, en que lugar se ponen mas reales que nunca.

Guadalupe Docampo, Ary Pardal y Pablo Aguierre juegan este juego cada noche, con mucho cariño y kilos de talento. Me siento agradecido por cruzarme con artistas así. Tan versátiles y tan generosos a la hora de poner el cuerpo. Claro que me conmueven las palabras! Los textos ordenan este mundo tan caótico de sensaciones y cuando nombran al mundo de un modo especial, pueden llegar al corazón de cualquiera.

Antes de las palabras estaba el cuerpo. Eso hicimos aquí. Y fue hermoso.

Milva Leonardi tiene mucho que ver en esto. Cuando vengan a la sala, verán lo que les digo.


– Noté que el público termina «perturbado» con la puesta. ¿Cómo es la devolución al respecto?

-Mira, recibimos mucho cariño. No exagero. Siento que muchas noches que hacemos “Los días después” ocurre esa maravillosa magia del teatro y se produce una innombrable comunión entre el publico y nosotros. Es hermoso cuando esto pasa. No ocurre siempre con cualquier material. Este viaje que propone la obra, busca conectar con capas sensibles de los interpretes, y por supuesto de los espectadores. Ya se me va haciendo parte de este encuentro, charlar con parte de la platea acerca de lo movilizante que es. Y si. Para mi lo es. Aquí la alegría es múltiple. Se trata de compartir-nos. Y ocurre por suerte.


– Contame sobre «Capitán», la nueva creación de la dupla Mendilaharzu-Jakob.

-El proyecto nace de un encuentro entre el elenco de “Tercer cuerpo” y los directores. Diré que nos gustamos mutuamente y circulaba buena onda. Esa fue la piedra de toque. Como grupo nos surgió la necesidad de crear una nueva pieza, juntos y nos juntamos con tipos que saben como hacer muy bien esto. No hace falta más que ver alguna de sus obras. Luego, en el proceso también supimos que estábamos en presencia de preciosas personas y la experiencia se completo.

Ellos fueron trayendo textos durante todo 2014, con algunas interrupciones en medio. Nosotros traíamos la letra sabida (casi siempre) y ellos iban desplegando un mundo que imaginaban. Poco a poco, fuimos entrando en ese mundo que se asomaba y ellos expandían e iban descubriendo a la par nuestra.

La obra nos retrata un mundo muy conocido por nosotros los teatristas. El personaje central (Nicolás Molinari, interpretado hermosamente por José Marcos) es un director de teatro retirado de las tablas desde hace años y esta a punto de estrenar una obra. En el medio se despliega el universo de estos seres que lo rodean y ese modo tan genuino de narrar de Walter y Agustin. Un modo apacible, inteligente y sin embargo cargado de tripa.

La invitación es a que se acerquen a la sala a compartir un material de una narrativa hermosa, prolija, detallada, perfectamente delineada en la coloratura de los personajes, y sin embargo llena de intensidad y fondo dramático. De los actores no diré nada que no sepan. Son uno mas talentoso que otro (Magdalena Grondona, Melisa Hermida, Laura Lertora, Jose Marcos, y produccion de Timbre 4 ).

Me honra trabajar con ellos. Uno aprende cada día rodeado de gente así. Me siento muy afortunado. Hago lo que quiero. Junto a la gente que elijo. Y me pagan por eso. Siento una dicha difícil de nombrar. Tal vez pueda hacer un esfuerzo y llamarla «Capitán», «Tercer cuerpo» o «Los días después».


– ¿Cómo fue el estreno de «Capitán» en Brasil?

-Estrenamos en Río de Janeiro. Imaginate lo que es eso. Tuvimos la dicha de viajar mucho con el grupo, pero nunca estrenamos una obra en otro lugar. Así que la experiencia estuvo llena de novedades.

Por lo pronto nunca ensaye después de ir a la playa. Teníamos la rutina fiel de ir todos los días un rato a la playa y después ensayar. Es lindo eso. Una experiencia en si misma. Luego el material es un misterio siempre. Uno lo completa con la mirada de otros. Y en este caso esos otros nos eran muy ajenos. Para empezar una ajenidad que habla otro idioma. Pero el lenguaje humano de la obra y los subtítulos nos acercaron bastante a la gente. Fue genial la experiencia. Ademas tuvimos el apoyo de muchos amigos y familia que fueron a compartir con nosotros. Entonces fue mas fácil. Había padres, maridos, hijos, amigos, primos dando vueltas por ahí con nosotros. Fue una gran caravana y un afianzamiento de la familia de teatro que somos.

Llevamos muchos años juntos. Muchas cosas vividas en el medio también. No es fácil encontrar un grupo humano tan solido y hermando. De «Tercer cuerpo» estamos haciendo la octava temporada, y esta semana cumpliremos -Dios mediante- novecientas funciones y de «Capitán» es nuestra primera temporada. Esperemos que sean muchas mas.


– Venías de la experiencia de «Perro» en donde actuaste, escribiste y dirigiste. ¿Te costó volver a ser «actor» únicamente?

-Por un lado si y por otro, no. Actuar, escribir y dirigir fue un desafío grande y una experiencia muy estimulante y gratificante. Le da a uno un dispositivo enorme de expresarse, Un canal muy ancho y gigante donde volcar puntos de vista. Siento que necesito esos espacios; que me son necesarios.

Pero ahora mismo estoy haciendo otros tres materiales que tienen la complejidad de la mixtura de otros seres, otros teatristas, y otros directores de orquesta. De todos ellos uno aprende, absorbe sus miradas y sus bagajes. Ponerse al servicio de una maquinaria mas compleja que los caprichos estéticos de uno es un aprendizaje enorme.

Como actor, sé la importancia de tener una referencia externa. Un ecualizador, un director de la orquesta, libre de los impulsos del actor y un actor amansado, solo al servicio de una creación mas compleja que su propia expresividad.

Es muy fino, muy sutil nuestro arte. Hay que estar escuchando, afinando el oído, aprendiendo a desechar, a tomar, a filtrar. Eso siempre es con otros.

Elijo a todos los compañeros que tengo en mi trabajo. No podría hacer todo lo que estoy haciendo ahora mismo en autosuficiencia. En una de esas, sigo aprendiendo para poder hacerlo cada vez mejor. Si hubiere un norte, ese seria uno.


– ¿Vas a volver con «Perro»?

-“Perro” está durmiendo la siesta. Mi vínculo con ese material es histórico y muy profundo. Ha trascendido todo tipo de movimiento humano y vincular. Esta descansando por un rato. Sera en dos meses, o en dos años. No lo se aun.

Sé también que queda trecho por rodar con el material. Lo siento muy claramente.


– ¿Estas escribiendo algo nuevo?

-Si. Escribir es un verbo hermoso en mi vida. Me da una satisfacción muy grande. Cuando estoy sentado en mi escritorio desplegando imágenes, líneas de dialogo, expandiendo escenas, se van abriendo universos de un modo muy mágico. Es como improvisar, pero con una compu y un mouse por delante. Cuando estoy en eso, siento que nada malo puede pasar. Que soy, que existo. Es muy loco pero muy real.

Escribo mucho para mis alumnos. Así como ellos bocetan personajes (o seres), yo boceto escenas, lineas de dialogo, tal vez de futuras obras.

Estoy en proceso de escritura de obra con un grupo de montaje que egreso de la escuela “Timbre 4”. Por ahora están los cuerpos explorando. Estamos cargando las tintas, y buscando que y por donde expresarnos. Con suerte y buen clima tendremos obra para finales de este año.


– También estas dedicado a la docencia. ¿Cómo te sentís en este nuevo rol?

-Dar clases también es muy increíble. Es de un aprendizaje enorme, principalmente para uno. Y me apasiona de un modo bestial. Te diría que actuar sigue siendo la venus pero la experiencia de entrenar actores o futuros actores es un sacerdocio hermoso. Cada noche, antes de guiar un trabajo, me preparo como para hacer función. Repaso, casi como un ritual que el propósito de ese encuentro es ayudar a alguien a poder ser aunque sea un milímetro mejor. Llevarse una nueva inquietud y un futuro despertar. El propósito inamovible de estar absolutamente presente para darle algo a otro. Ni mas, ni menos.

Es conmovedora la tarea del docente. Por suerte, me he cruzado con maestros que tenían muy claro el propósito. Entrenadores de una presencia inmensa y un corazón mas grande aun. Miguel Cavia y Claudio Tolcachir han sido y son referencias de esa búsqueda propia que tiene algo de sagrada y de pagana.

Me sigo preguntando “¿Qué me conmueve?” y me respondo de cuando en cuando “Los seres reales”. No importa que se trate de una danza extraña, un cuadro figurativo, o una escena expresionista o abstracta. La única e irrepetible expresión de cada ser en escena. Eso buscamos. Hay instantes que sentimos que eso es posible y es maravilloso. Dar clases es un espacio de presencia enorme. Uno va volviéndose vasija, para vaciarse y dejarse inundar, para volverse a vaciar e inundar a otros.


“Los días después”. Camarín de las Musas. Viernes, 21 hs.

“Capitán”. Timbre 4. Sábado, 20.30 hs.

“Tercer cuerpo”. Timbre 4. Domingo,  21.30 hs

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio