Mauricio Kartún: “La designación de Lopérfido para el FIBA fue irritante”

Decir Mauricio Kartún es nombrar a uno de los más importantes dramaturgos de la escena teatral argentina. El reestreno de “Ala de criados”, su última genialidad, fue la excusa para charlar sobre el fenómeno del teatro argentino y su visión al respecto.
– ¿Cómo es esta vuelta de “Ala de criados”?
– Habría que ser muy ingenuo para pensar que una obra de arte significa por ella misma. Una obra de arte, como todo, es siempre forma y fondo. Es algo que se recorta contra algo. Una obra de teatro se recorta inevitablemente contra la realidad. “Ala de Criados” entra en su tercera temporada. Uno podría pensar que cambió en estos años. Cualquier pequeña modificación a la realidad, en relación a sistema de valores, acontecimientos políticos o situaciones a las que de alguna manera la obra refiere, en lo social o en lo poético, le dan a la obra una nueva lectura. Por lo tanto, cada vez que uno entra en una nueva temporada, uno sabe que la obra sonará diferente en los oídos del espectador porque este, frente a la obra de arte, construye metáforas pero estas no son otra cosa que algo que lleva el espectador adentro y que ve reflejado en la obra de arte. Por lo tanto, cambia la realidad y aparecen nuevos modelos metafóricos alrededor de la obra. Eso es lo que vuelve tan atractivo seguir con un proyecto a través del tiempo.
 
– Usted habla de metáfora y es algo que dice Tatana en el medio de la obra….
– Absolutamente. La obra ironiza sobre el concepto de metáfora pero esta ironía no la deja fuera del fenómeno. La obra es, definitivamente, una metáfora.

– La obra se estrenó en el 2009 y justo venía con el tema del Gobierno-campo. Ahora ¿cómo se produce esa resignificación? Imagino que debe ser diferente ahora…
– Seguramente. En ese momento, cierta zona del conflicto con el campo estaba candente y vigente. Entonces hacía, por ejemplo, resaltaba cierta zona de significado alrededor de ese personaje de clase media que, en la obra, termina de alguna manera metafórica, saliendo a golpear la cacerola a favor de los intereses de la SRA de entonces. Ese fenómeno ahora está diluido, en estos momentos, está diluído. Imagino que algunas otras zonas de la política, que están más encendidas, encontrarán el reflejo en la obra.
– ¿La puesta tuvo algunos cambios al respecto de los años pasados?
– Fue tal cual aunque con algunas zonas anecdóticas. Por ejemplo, los actores comparten, además de su responsabilidad con la obra, trabajos en otros medios. Por exigencia de una película, el año pasado, durante dos meses, Esteban Bigliardi tuvo que usar barba. Como la barba no era algo que se adaptaba naturalmente al personaje, yo le escribí algunos textos que, de alguna manera, justificaban el uso de la barba. Lo que fue muy curioso es que en esos textos nuevos apareció el bocadillo más gracioso de toda la obra. La gente reía a los gritos con un bocadillo de esa barba. Después Bigliardi se la afeitó durante largo tiempo pero ahora ha tenido que volver a usarla por lo que decidimos que era un buen momento para que la gente vuelva a reírse con el mismo bocadillo.
– ¿Qué está preparando para el futuro?
– Estoy preparando la puesta de una obra que ya escribí que se llama “Salomé de chacra” que es una versión del mito bíblico de Salomé, trasladado al día de faena, de matanza, de preparación de chasinado de una chacra argentina alrededor de los años 30.
El elenco ya está completo, que es muy auspicioso en sus posibilidades. Lorena Vega, Stella Gallazi, Manuel Vicente y Oski Guzmán.
Intermedio: Mauricio fijo su casa como punto de encuentro. Llegamos con algunos minutos de retraso, cortesía del colectivo 92. Nos sentamos cómodamente en uno de los sillones del living y ponemos el grabador. Mauricio responde con esa voz tan característica que tiene, sin esquivar ningún tema.. La conversación abarca todo los puntos del teatro. Cuestiones políticas, estéticas, yendo y viniendo a través del tiempo y de las personas.

– A través del tiempo, uno piensa al 2001 como etapa de quiebre en la Argentina. En el teatro puede decirse lo mismo?
– Las crisis quiebran todo. Sin ninguna duda, hay un montón de movimientos, un movimiento sísmico que se produce a partir en el 2001. En el caso del teatro, parecería haber renovado la fiebre creadora. Suele decirse que los bosques necesitan, cada muchos años, de un incendio que les permita renovarse. Cierta crisis económica devastadora que apareció en el 2001, hizo aparecer una serie de renovales estéticos. Naturalmente, esto se combinó con otros elementos. La aparición, hacia fines del 90, de la Ley del Teatro y del INT y los subsidios, Proteatro, lo cierto es que, de pronto, en esos últimos diez años, vimos aparecer un movimiento teatral de una dimensión y un entusiasmo que hacía mucho tiempo que no se veía. Tal vez el lector haya escuchado pero no conozca a fondo el fenómeno. Buenos Aires es, en estos momentos, la ciudad del mundo, en términos de actividad teatral, podríamos ponerla en el Guinness….
– Hay muchísimo….
– Abrir un diario un sábado y encontrarte con casi doscientos cincuenta espectáculos, es un fenómeno del que no nos sorprendemos porque lo tenemos acá. Estamos acostumbrados a verlo pero es un fenómeno curioso del que no deja de sorprenderse cualquier persona que conozca el movimiento teatral en el resto del mundo. Pero si a eso le sumás que la gran mayoría de estos espectáculos no tienen un objetivo comercial, que no cuentan con subsidio –o si lo cuentan, es mínimo que apenas le alcanza para cubrir unos gastos elementales y después es lanzarse a la aventura-, si contás con que la gran mayoría de estos espectáculos está entregado por gente muy joven y que tiene un compromiso muy grande por el teatro –casi como si fuese un nuevo arte-, uno no puede menos que admirar y sorprenderse de todo esto. Creo que los únicos que no se han dado cuenta con claridad del tamaño del fenómeno, son las autoridades. El Gobierno de la Ciudad y la Secretaría de la Cultura de la Nación ni la parte de Cultura de la Cancillería ha comprendido a fondo lo que tienen por delante. Si lo comprendiesen, aún con intenciones políticas, creo que le darían muchísima más bola a todo esto.
– Es una cantidad enorme pero ¿hay público para tamaña cantidad?
– Ese es el fenómeno más sorprendente. Todo esto está sostenido por la presencia de un público que, a la vez es más culto, exigente y más dispuesto a las nuevas formas. No conformaría un público en tanto grupo de gente con características comunes sino que configura una sucesión de tribus diferentes, que no suelen mezclarse y cada una disfruta de su propia estética y la defiende –y pelean por ella-. Esto es lo que realmente sostiene al fenómeno. Por supuesto, alguien podría decirme que las salas son pequeñas, de sesenta localidades…¿se puede hablar de “un éxito” de una obra con sesenta localidades una vez por semana? Yo te digo que si porque encontrar la continuidad de crear el propio público que te siga por una temporada, dos o tres, como ha pasado con muchos de estos espectáculos –cito a Lote 77 por ejemplo-, no deja de ser un fenómeno. Creo que hay un público, tribus a la medida de cada uno de estos territorios teatrales. Esto no quita mérito en absoluto. Tengamos en cuenta que hay ciudades en el que el público constituye una masa regular donde hay gente joven y gente grande. Acá no. Hay una diversidad estética, desde el espectador, tan grande y tan interesante que me llama la atención que no se hayan puesto a investigar todavía. Esta es una de las únicas ciudades del mundo donde tiene tanto auge la “Escuela de espectadores”.  Hay no menos de cuatro o cinco proyectos similares. Si aparece un club de espectadores, es porque el espectador es una entidad concreta y la actividad del espectador, de asistir y analizar, no es un mero pasatiempo.
– No es que va, se sienta y después se come una pizza en Guerrin….
-Tal cual…! Va y después desaparece o va al teatro una vez cada tanto y solamente cuando le recomiendan algo. Acá hay un público dispuesto a probar distintos platos, o lo que nunca probó, también con el riesgo de reprobarlo pero vuelvo con lo mismo: no nos parece extraño porque lo tenemos aquí. Salgamos y vayamos a otras ciudades de Europa, ni hablar de Latinoamerica, y no vamos a encontrar actividad similar.
-Siempre se habló de los “jóvenes teatristas” como Spregelburd, Veronese, Daulte, que ya están más maduros. Usted considera que hoy hay jóvenes teatristas de ese nivel?
– Si, sin duda pero del mismo nivel del que tenían ellos cuando comenzaron. Están en el mismo nivel que los primeros escarceos que hacía Veronese en las salas del Parakultural con sus primeras producciones de títeres sobre Beckett o Rafael Spregelburd sus primeras puestas. Han madurado mucho y por ejemplo, Veronese, está trabajando en el punto más alto del teatro profesional. Cuando comenzaron, estaban instalados en ese lugar de desafío y aprendizaje. Hoy hay muchísimos chicos en ese lugar y sería un poco injusto de nombrar alguno sabiendo que me voy a olvidar de otros.
– La cuestión estética, hoy en día, no está dejando al contenido de lado?
– Si pero es algo que pasa desde hace mucho tiempo. El teatro ha enfrentado esa dialéctica durante toda su existencia, transformándose inclusive en una polémica virulenta. Sobre todo cuando mucha actividad política. Las épocas de mucha actividad política corresponden con un teatro con un teatro muy cargado. En esos momentos, inevitablemente, las diferencias dialécticas se profundizan y aparece el debate alrededor de esto. Los años 60 y 70 el debate era entre realismo y vanguardia y, de alguna manera, se hablaba de lo mismo. Se pensaba el realismo como el lugar en el cual se tomaba el desafío social y la circunstancia política mientras que la vanguardia se quedaba creando formas. Es un debate eterno y como toda dialéctica, tiene voluntad creadora. Ese choque es el que va creando nuevas formas teatrales. Si no existiera alguno de los dos, el teatro quedaría como significante pero poco aportante y si fuera solo en términos de forma, sería solamente formalista, al que se acusaría de ignorar la realidad. Ese choque va creando las mejores posibilidades creadoras. Siempre doy un ejemplo. A principios de los 70, recuerdo una polémica en la que se acusaba a Griselda Gambaro, de formalista, de alejarse de la realidad con un teatro que adscribía a una vanguardia que no tenía compromiso político. De ese teatro de la Gambaro sale al poco tiempo, una obra con un contenido político brutal como “La Malasangre”. O inclusive de “El campo” que salió antes. Son materiales surgidos de esas peleas.
-Le preguntaba además porque tomando a los actores jóvenes, hay una influencia del menemismo.
– Si pero uno busca razones en lo inmediato para atribuírselas a ciertos fenómenos. Uno podría decir, cierta despreocupación del fenómeno social que tiene el teatro viene a partir del menemismo pero creo que este debate da para mucho más.
– Se viene el FIBA. ¿Qué le pareció la designación de Darío Lopérfido como Director del Festival?
– Irritante. La política tiene códigos. Darío eligió, durante la gestión de De la Rúa, un lugar que, de alguna manera, lo caracterizó, lo tiñó, inevitablemente, de los acontecimientos políticos ocurridos. No es gratuito ese paso por ese lugar político y como siempre, la política exige un purgatorio. No me pareció acertada la designación de Darío. Esto lo digo más allá de su capacidad como gestor cultural (capacidad que le reconozco). Su designación es una irritación inútil. Tiene que ver con la falta visible de cuadros de la cultura del macrismo y con una serie de tropiezos, de una torpeza inexplicable en el área de cultura. Esto se puede ver con el nombramiento de personajes en las antípodas de lo que es el pensamiento cultural porteño, con gente a la que le falta trayectoria. Esto se suma a esa torpeza generalizada que ha caracterizado a la gestión macrista en el área de cultura desde que han asumido.
– Además, en los últimos FIBA siempre pasó algo. Fue con Szchumacher, antes con Casabé
-Convengamos que el hecho de estar en un lugar de “selección” es muy complicado. Es como ser el técnico de la selección de fútbol. Es inevitable que no te caguen a bifes. Te aplaudirán de tanto en tanto pero te van a cagar a bifes. Es un lugar para cobrar. No hay otra.

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