La Corte Suprema siempre fue un tema que ha desvelado a más de un periodista, escritor o abogado. En su libro “La Corte Suprema en escena” (Siglo XXI Editores), Leticia Barrera desarrolla el primer estudio sistemático sobre el funcionamiento cotidiano de la Corte, en el cual se corre el velo de impenetrabilidad que supo ser parte de la imagen de la institución judicial más importante del país.
Fotos: Nicolás Savine.
– Leticia, contame de tu libro “La Corte Suprema”…
– Surge a partir de un proyecto de investigación, pensado para una tesis doctoral, a principios del 2009. El proyecto fue elaborado en el 2005, un momento en el cual se observaba un movimiento que había a nivel parlamentario, sobre las nuevas propuestas y nominaciones de nuevos jueces en la Corte. Todo eso, sumado a la actividad de audiencias públicas para la confirmación de nuevos jueces. Paralelamente, hubo toda una movida de las ONG, en coincidencia con el famoso decreto 222, del presidente Kirchner. Fue un momento especial, sumado también a una vivencia, que cuento en la introducción del libro, sobre lo que había sido la crisis del 2001-2002, sobre el reclamo a la Corte Suprema por la pesificación.
-Se cristaliza la crítica –que venía desde hace rato- a la Corte Suprema, al tiempo que se hace muy visible la necesidad de cambio.
-Tomando esos datos y esta reflexión acerca de como había sido ese proceso, elaboré un proyecto de investigación. Hubo una idea de hacer un trabajo etnográfico y ver el punto de vista de los actores-protagonistas. Darle una vuelta de tuerca respecto de los estudios que se venían haciendo. En mi caso, trabajo todo más desde adentro, del seno de la Corte.
-Y esto lo pusiste en un lenguaje ameno….
– Si, ese fue un gran esfuerzo. Hubo rescrituras, reediciones y un poco tratar de acercarlo pero manteniendo los núcleos temáticos.
-¿Cómo fue la metodología para realizar la investigación?
– Se va realizando permanentemente. Hay muchas cosas que había pensado como más de laboratorio pero una vez que entrás en el terreno, ahí te cambia. Eso es lo interesante de la investigación empírica. Cómo la investigación se va modificando a partir de lo que se encuentra. Los preconceptos, los prejuicios…..
– ¿Por qué lo definis al libro como una reacción y una respuesta?
– Es una reacción no solo frente a la interpretación de la crisis sino a la forma del punto de vista de la academia. Una reacción frente a un modo de crítica en la cual hay una forma de decirle la verdad al poder. Tenemos que buscar otro modo de hacer la crítica. Siempre tiene que estar el sentido crítico pero veamos por donde lo agarramos. De una manera más sutil y con otro tipo de dispositivos y elementos para la crítica. No tan abiertos a partir del análisis de conductas o de prácticas que se manifiestan en el contenido de las difusiones sino algo que tenga más que ver con la cotidianeidad en las prácticas judiciales. Y como respuesta sería “Esta es mi propuesta”.
-O sea, “critico esto y propongo esto”.
– Exacto. No lo hago tan programático. A ver, un público más jurídico preguntaría ¿para qué sirve? La idea es no pensarlo con un objetivo programático sino tratar de conocer como se construye el derecho en el ámbito judicial.
-Me sorprendió gratamente el análisis de la palabra “burocracia”, tan mal vista en general pero que la acercás a la definición más weberiana…
– El abordaje está hecho desde un punto de vista académico. También tiene que ver el ámbito desde el cual voy construyendo el texto, para quienes. Al principio, está pensado para verlo ante pares por lo que no habría necesidad de “limpiarlo” al concepto. Ahora, cuando lo propones como un proyecto más amplio, hay que salir de esa “torre de marfil” que es la academia. Voy más al llano y hacemos entender que la burocracia es como un cuerpo profesional y colegiado que va transformando a los actores.
-También fuiste protagonista del libro, porque hubo un expediente a tu nombre….
– Si. Protagonista a partir de un hecho que me tiene como participante de la investigación. Me veo involucrada en una situación afin a ciertos actores, quienes interactúan con la Corte. Esto se dio a partir de una necesidad y obligación de presentar unos formularios de consentimiento, un protocolo que se sigue en situaciones que involucran a personas. Al involucrar personas, es necesario –porque representaba a la universidad en la que estaba estudiando- realizar esta presentación.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió de la investigación?
– En primer lugar, lo del expediente fue muy significativo ya que me obligó a replantearme la estrategia metodológica.
-¿En que sentido?
-Me desconcertó esta forma de vincularme con la institución. Esperaba otro tipo de contacto. Igualmente, esta situación me ubica en el lugar común y ordinario. Debo esperar que la reacción sea por escrita. Estoy presentándome a un cuerpo del Estado y la respuesta será por ese lado. Entonces, esto me sorprendió y traté de significarlo metodológicamente hablando. Esta es otra forma de ingreso, paralelamente a que iban fluyendo los vínculos y los contactos. La idea era entender el vínculo que tienen los actores dentro de la Corte con los documentos que ellos mismos producen. Eso fue, para mi, el gran hallazgo de mi investigación.
Hay muchas investigaciones que abordan la práctica judicial con su respectivo método antropológico. Para mi, fue en relación a la materialidad de la práctica judicial. El entender esa materialidad y los elementos que también hacen a la condición del conocimiento jurídico y también son instrumentos que afectan a las subjetividades, provocando vínculos por su lado.
– ¿Crees que al día la Corte recuperó la legitimidad que perdió en los 90?
– En el libro, planteo el esfuerzo de búsqueda de legitimidad pero no en términos políticos o sociológicos sino de reconocimiento. Lo tomo a partir del discurso de diversos actores. Hay una búsqueda de reconocimiento y visibilidad. En ese sentido, hay una mayor visibilidad de la Corte. Por eso, la idea de la Corte Suprema “en escena”. Un actor que busca también posicionarse frente al otro. Ahora, se manifiesta a través de prácticas que son más visibles a los demás. Sea el público en general o quienes concurran a una audiencia pública. En ese sentido, hay una clara diferencia frente a otra Corte que obtuvo visibilidad pero por otros motivos.
– ¿Cual es el lugar de la Corte? ¿En ese sitio inalcanzable o más cerca y aprehensible para el público en general?
– Es una pregunta compleja. Lo que hace a la investigación más que decir como debería ubicarse la Corte….No se ubica en el plano del “deber ser” sino en el “como”. Es muy interesante como, dentro de los mismos protagonistas –y no me refiero solo a los jueces solamente-, tienen una percepción muy clara de entender el relato de sus prácticas cotidianas sobre que es un lugar al que accede todo el mundo. Llegan todo tipo de causas. De alguna forma, se reproduce esa metáfora que había dicho Carlos Fayt que asemeja la Corte a un almacén de ramos generales.
Por otro lado, hacia afuera, tiene esa visión de tribunal inalcanzable e inaccesible. El libro discurre en esa tensión entre el afuera y el adentro y su reflejo. La misma investigación iba desde adentro hacia afuera. Hay un momento en que el acceso a la Corte se restringió un poco cuando me notifican por el expediente. Más que donde debería ubicarse la Corte, lo que busca el libro es manifestar un poco sus contradicciones. Otra cosa que se palpa en el libro es ese “ideal” de Corte Suprema, como un ideal de prácticas. Hablamos de un tribunal de acceso muy restringido. La idea es darle al lector, elementos para que vaya formando su propio juicio pero desde otra mirada.
–Si te pregunto por “la familia judicial”, ¿sigue estando?
– De alguna forma, hace algo de eco, algún trabajo un poco más explicito en el uso de esta categoría, pero para analizarlo. Lo pongo en un lugar en que ya ha sido discutido por otros y por otros temas. No analizo en si, las formas de ingreso u otro tipo de vínculos. Si lo utilizo como metáfora, de la misma manera que lo utilizan los mismos actores. Para referirse al tamaño de la Corte, como si fuese una familia, con cierto dejo de nostalgia sobre como era. Algunos ven una perdida de legitimidad en tanto va ampliando su competencia ya que esto permite que ingresen más causas. Para otros, hay una idea que se pierde ese ámbito con la ampliación de la Corte. La metáfora también se emplea en otros sentidos.
-Dijiste que buscas llevar la investigación por cuestiones más simbólicas. ¿Por eso tomaste la refacción que se hizo del edificio de la Corte, no?
– Si, si. Utilizo bastante la cuestión simbólica. El libro trae estos elementos. No lo presento en términos de descripción como si fueran rituales sino también como para ir tratando…que tiene que ver con la idea de materialidad. Trabajo sobre la materialidad pero utilizo la cuestión simbólica para que ayude al lector como para darse una idea de porqué ese espacio judicial es un ámbito de tensión y que quiere reconfigurarse. Por muchos años, hubo una imagen muy patente de la cual la Corte quiere restaurarse y se está forjando. A su vez, la idea de restauración, también significa un cambio pero también volver hacia su origen. ¿Hay renovación pero también implica un debate ético? ¿Volver al estado original o en la remodelación y cambio de la esencia? Fijate que, hablando a nivel simbólico, cuando se realiza una protesta social, las vallas simbolizan el esfuerzo para mantener ese orden. Hay protestas que han sido naturalizadas por nuevos espacios judiciales que se están reconfigurando después del 2001-2002 pero mantienen su límite.
-Al día de hoy, más allá de que te guste la Corte Suprema, no se critica a sus miembros como antaño. ¿Es asi? Más allá de lo que pueda fallar, no se pone en duda a sus personas…
– Quienes están ahora vienen precedidos por una muy buena reputación, que no pasaba antes con la “mayoría automática” y el contenido de sus decisiones. Estamos hablando de un producto y de personas. Me parece interesante este esfuerzo de jerarquizar la institución y ubicarla en un lugar diferente al que tenía . Lo que se hace visible son las personas. La dicotomía del individuo y la persona pero lo que se hace visible son los cuerpos. Igualmente, coincido, más allá de alguna discusión, es muy buena.
-Consultada sobre como iba a seguir su lucha judicial, Susana Trimarco dijo que confiaba plenamente en la Corte Suprema. Este tipo de afirmaciones son muy buenas y brindan un marco de confianza….
–Si. Creo que significa una confianza que fue ganada en este tiempo. También hay algo curioso. Cuando fue la crisis del 2001-2002, los propios actores decían “aún en el momento de mayor quiebre institucional, venían a la Corte”, como si fuese el último refugio, aún cuando se tratara del caso que sea. Eso me llamó mucho la atención y lo reflejo en términos de la interpretación que hacen los actores de la crisis. “Paso lo que pasó y aún venían acá”. Eso era lo curioso.
Leticia Barrera. “La Corte Suprema en escena” (Siglo XXI Editores)