Asi, surgirán los conflictos entre los actores y el director, con un “afuera” que, enterado de lo planteado por aquellos, buscará abortar su propósito. El humor, la ironía y el fuerte contenido político hace que la puesta tenga múltiples aristas en las que el espectador podrá darse cuenta que algunas cosas han cambiado y otras no. Incluso, desde el mismo título, al hablar de “un teatro de operaciones” da cuenta de lo que se viene en el escenario.
La apelación al público es constante y le da un ritmo aceitado, que incluye música en vivo, una pantalla multimedia que colabora y no entorpece o distrae (una de las pocas) la atención puesta en la obra. Las actuaciones son de muy buena factura, tal como nos tiene acostumbrado el Bachín por medio de sus integrantes, con una Carolina Guevara, expresiva y visceral, en el punto más alto junto con Marcos Peruyero y su Monteagudo devenido Moreno. Los textos toman las palabras de Moreno y otros héroes de Mayo como Castelli o Belgrano e incluso Juana Azurduy y Martín Miguel de Güemes para conformar un collage teatral que llega tanto al corazón como al cerebro ya que cuando ese “afuera” que busca cortar con la obra de un Moreno revolucionario, no en vano tiene “chombas de polo”, es eclesiástico y rural o se hace alusiones a “quien alquila un teatro público para una fiesta” . En este tipo de puestas es cuando el teatro pone su foco en la posibilidad de buscar otro relato en el cual se pueda ver y discutir otra historia a la contada a través de los años. Porque el teatro, en este caso, busca establecer una resignificación de las palabras y situaciones por el cristal en que se mira. Más aún con un contexto nacional y latinoamericano en el que se saludan Bolivar con el Che, San Martin con Evo y Moreno, con pasión y épica, hablando desde 1810 hasta nuestros días.