Romina Grosso: «Chafalonía es un trabajo de crecimiento y evolución».

Voz de Piraña, quinteto que retoma el tango y la canción criolla de otros tiempos, con sonido actual, Romina Grosso tiene mucho para contar. Primeramente, la edición de “Chafalonía”, el quinto disco de la banda que van a presentar el próximo 10 de agosto. Además, brinda detalles de la grabación de un álbum que incluye al Tata Cedrón como invitado y sus impresiones acerca de la actualidad del 2×4.

Fotos: Cecilia Inés Villarreal

– Romina, ¿cómo surge la posibilidad de hacer este quinto disco “Chafalonía”?

– Teníamos canciones que veníamos probando en las Noches Suspirantes, que son momentos de encuentro. Ahí probamos los temas nuevos. Los vamos tocando y bueno, fuimos grabando de a poco estas canciones.

– Venían macerando el material…

– Si, siempre con esta línea de rescatar lo que, para nosotros es importante, que es lo que queda a través del tiempo. Por ejemplo, “El calesitero” que es de la época de la pandemia. Íbamos con mi hijo a la plaza que está en Independencia y Mármol. Ahí hay una calesita que veía como la cuidaba Hernán. La pintaba, le cambiaba algún detalle. Alli es donde surge la canción que se refiere a como algo se sostiene a pesar de todo. La sortija sigue existiendo, al igual que la emoción de los chicos y su propio oficio. Pero bueno, fueron canciones que fueron surgiendo con la continuidad con las cosas que veníamos haciendo con Piraña (N de R: La banda está integrada por la propia Grosso en voz, Daniel Frascoli en guitarra, Mauro Vignetta en clarinete y guitarra, Pablo Odriozola en contrabajo y Lucas Bergallo en bandoneón y guitarra)

– ¿Qué cambio en «Chafalonía» respecto de los discos anteriores?

– Fue un trabajo muy “paso a paso”, de crecimiento, de evolución lenta pero firme. En el caso de este disco, se suma el bandoneón de Lucas . Su aporte crea otra sonoridad junto con el timbre de Mauro que es clarinetista. Ambos tocan guitarra por lo que hacemos las canciones de esta forma, diferente a la del disco. O sea, son dos formas de interpretar las canciones. «Chafalonía» es una continuidad de nuestro trabajo musical. Son temas cortos, propio de la canción criolla de los años 20 y 30.

– ¿Lo van a sacar en físico?

– Si. El 10 de agosto lo vamos a presentar. Por esas cosas de la vida, lo vamos a tener primero en físico y después lo vamos a subir. Ojo, no fue a propósito, pero vamos a tener primero el objeto. Esto, como te decía antes, es seguir en lo que creemos. Quizás va a costar encontrar un lugar donde escucharlo, pero bueno, capaz, que algunos lo tienen.

– ¿Quedaron canciones fuera del disco?

– Si y vamos a hacer otro, seguramente más adelante. Los temas elegidos redondean la idea de “Chafalonía”, que la encontramos con un tango que se llama “Cosa linda barata”. No es nuestro sino de Cátulo y José Castillo, que eran padre e hijo. Nos llamó la atención, básicamente fue la palabra “chafalonía” que quiere decir “joya”, “baratija”. También tiene que ver con esto de estar en medio del camino de la vida. Lo comparo con el turco que vendía baratijas, en los años 30, como si fuera una metáfora. Encontramos que solo Tania lo había cantado…

– ¡Ah, mirá!

– …no encontramos otra versión. Me gustó este aire filosófico que tiene el tango. Era una época en que se hablaba mucho de las ilusiones perdidas. Estaba el tango de Discepolo que decía “quién más, quién menos. Somos la mueca de lo que soñamos ser”. Todo esto nos disparó a pensar en esas cosas que charlamos en los ensayos. Todos los lunes nos juntamos con los chicos y surgen charlas. Hablamos de todo: de la vida, de los tiempos que corren y las cosas que fueron quedando. El amor por lo verdadero y lo genuino, lejos de las luces del centro. Siempre buscando y preguntando en tanto no hay una afirmación sobre algo. Solo, pregunta.

– Por lo que contas, Piraña es, más que una banda, una usina cultural en la que ustedes están siempre craneando y bancando en estos tiempos bastante horripilantes.

-Siempre estuvimos un poco a la intemperie de las cosas. No lo digo como víctima sino como un camino que empezó así y sigue así. O sea, no es por-este-tiempo-dificil sino que es igual para nosotros porque siempre fue el mismo lugar. Andamos por los mismos caminos que es este, hurgando en lo que, como dicen “las ondas sugestiones del barrio”, una partitura de Castillo que le dice a los muchachos de Loria y San Juan. Un poco tomamos esa idea como disparador de lo que nosotros buscamos.

-Estuve escuchando el disco y muchas de las intervenciones de los invitados le dan un toque «teatral» a las canciones, con personajes que aparecen y aportan. ¿Lo pensaron así o fue surgiendo?

– La verdad que no, desde ese lugar, pero bueno, es cierto que enriquecen cada canción. Además, no son casuales los invitados. Hay un cariño especial por cada uno de ellos. Federico Siciliano, por ejemplo, es un músico que está en todos los discos que hicimos. Un gran músico y muy humilde que, además, es amigo. Tiene una musicalidad impresionante. Tocó el piano en “La virgencita” que es la historia de una chica que le pide a la Virgen y le promete cosas que nunca va a cumplir. Es un tipo con un perfil muy bajo tanto en la interpretación de bandoneón como de piano que, al respecto, tocó el de mi abuela.

– ¿Si? ¿Cómo fue eso?

– El piano de mi abuela está en mi casa. Ella tocaba tango y me quedó a mi ya que solía cantar con ella. Esa es la historia del piano de la abuela Paquita.

– Tengo que preguntarte por la participación del Tata Cedrón. Ustedes ya tocaron con él pero imagino que tenerlo en el estudio debe ser otra cuestión.

– Nosotros lo admiramos y lo queremos al Tata. Es uno de los referentes vivos más importantes de la música argentina que existe. Además, hay una verdadera amistad. Una vez hicimos una fogata y le dijimos “Tata, ¿querés venir a cantar?”. Dijo que si y vino enseguida. Siempre con un cariño muy grande con nosotros. El tango también habla de la amistad y no solo de cosas triste.

-El tema con el Tata, ¿fue grabado de primera toma?

– A lo sumo, hicimos dos, con todos tocando y él con su guitarra. Nosotros ya lo veníamos tocando sin él. Después, el Tata le dio su impronta y su voz que es única. Para mi, cantar con él es una alegría.

– También tocó Miguel Praino…

– Si, “el profesor”, como le decimos. Es una canción que se grabó el año pasado. Digamos que el disco fue grabándose a poco. Por distintos motivos esta canción ya estaba. Vino “el profe” (que ya grabó varias canciones nuestras) y le hizo un arreglo a “El calesitero”. Siempre con su sonido tan particular y tan cálido que toca una nota y nos preguntamos cómo hace para que sea tan reconocible y personal. Es como un violín pero más grave. Él vive en Francia y vino en una de sus paradas en Argentina. También es amigo. Acá no importan las edades sino el vínculo. También hicimos “La vidalita” que es de Trelles a la que Dani Frascioli le puso la música. La idea es rescatar a la vidalita como género. Algo íntimo que, en algún momento, tiene cierto tono de confesión. Canta Anabella Porta y toca Nacho Benitez.

– Si te pregunto por el orden de los temas del disco.

-Lo pensamos para el disco. Habíamos tocado las canciones sueltas en vivo pero nunca con un “orden” ni “entero”. Lo pensamos y me parece que quedó bien el orden. Abrir con “Negro verdor” que es un milongón importante. Es un tema que nos gusta mucho tocar que cuenta con la participación de Luis Minari. Pedro Fernández hace la letra que es una recorrida por el Riachuelo.

– Se viene ahora la presentación del disco, el 10 y después, ¿cómo sigue?

– Hay una fecha en La Plata. Después haremos las Noches Suspirantes que no es un lugar formal sino una casa en la que tocamos a la que va mucha gente. Las hacemos casi una vez por mes, desde hace casi seis años. Nos encontramos con vecinos, músicos amigos y familiares. Lo hicimos también, antes de la pandemia, en el sótano de Luis. Pero bueno, la idea es hacer otras presentaciones, más en provincia de Buenos Aires. Nos interesa hacer Quilmes, Berisso. Está esa idea.

– ¿Cómo te llevas con las redes sociales?

– Mal. Soy muy rústica. (risas). Encima, tiene que ver con esto que planteamos con Piraña de tanta información….Tampoco nos sale. Hicimos el IG más que nada como difusión pero después el “hacer el video para subir….”. Es muy extraño. Es esa “chafalonía intelectual” a la que se refería Vicente Rossi, que rescatamos en el disco. Pensar que lo dijo hace casi cien años….

– ¿Cuanto ves de “chafalonía intelectual” hoy en día?

– Mucha. Todo pasa y es muy veloz. No me sale la palabra, pero “chafalonía” lo describe muy bien. No es que nosotros seamos mejores ni que todo tiempo pasado fue mejor, sino que ahí pensamos que hay cosas que se sostienen a través del tiempo y son las que queremos rescatar.

– Se nota esa impronta con el laburo que hacen y la forma en que trabajan los tangos. Hay una búsqueda de reverdecer algunos laureles.

– Si, de mantenerlos vigentes, siendo todo lo curiosos que somos. No dar nada por sentado, o hacer cosas “porque sí” o porque está “de moda”. En ese sentido, estamos muy tranquilos, aunque es un camino muchísimo más difícil, pero es el que sentimos que tenemos que hacer.

– ¿Crees que el tango, más allá de algunas cuestiones, puede llegar a obtener un mayor nivel de popularidad/masividad al que tiene al día de hoy?

– Si, en cuánto la danza más que nada, aunque hay un montón de gente haciendo cosas interesantes. ¡Ojalá! Lo que pasa es que antes, cuando no existíamos nosotros, para las generaciones pasadas, el tango era algo cotidiano. Se tocaba todos los días. Estaba esa dinámica de tocar y de escuchar. Formaba parte de la vida del porteño. Ahora, hay que ir a buscarlo. De hecho, me preguntaron por qué hago tango…

-¿Si?

– Si, si. ¿Por qué “tango”? Ahora ya no tanto, pero muchas veces me lo han preguntado. Bueno, es nuestra música. En realidad, es lo más lógico. Es nuestra identidad.

– Al respecto, también está la pregunta de por qué siempre se escuchan los mismos tangos…

– Eso es lo que se difunde. En una época fue “Naranjo en flor”, ahora son otros. Creo que hay un montón de gente que hace tango. Para mí, el Tata es el máximo referente al respecto ya que viene componiendo desde hace 60 años. Creo que es un tango de ruptura, aunque el no lo va decir así sino “canción”. Quizás tampoco nosotros hablemos tanto de tango… Música criolla, canción con melodía. Nos interesa cantar su melodía y la letra. Somos muy gardelianos en tanto la melodía, con la voz al frente, como el tango de esa época. Ojalá que el tango de hoy lo conozca más gente porque hay muchos músicos tocando. Te puede gustar más o menos pero hay creatividad. Es más, en algunas milongas, se escucha tangos de ahora.

-Hiciste mención a la importancia del tango como danza. Hay una gran paradoja porque todo el mundo lo toma a Piazzolla cuando para él, la prioridad era la música y no la danza. .

– La resignificación que hay sobre el tango es constante y siempre pasional. Qué es tango y que no lo es. Catulo Castillo recién empieza a escribir letras cuando muere el padre. También dice que, con la danza, cuando el tango empieza a ser bailado, se hace más conocido, pero pierde un poco en cuanto a lo musical. Queda más en lo rítmico. ¡Esto desde hace muchísimos años! Para mí, lo de Piazzolla es algo muy difícil de continuar  porque fue algo personal, genial y único.

– ¿Qué música estas escuchando ahora?

– Complicado (risas). Tango ya que es la música más me resuena. Igual tuve banda de rock como Romina y los Urbanos. Generacionalmente, me llegó. No puedo decir que no me guste pero siempre fui una enamorada de chiquita del tango. Me enseñaron un par de tangos en la escuela y me pareció algo genial.

– Me encanta lo que decís porque muchos empiezan con el rock y con el paso del tiempo, se van al tango. Inclusive, al jazz. Como si fuera una escala previa.

– En la escuela primaria cantábamos “El día que me quieras” y “Melodía de arrabal” en el coro y me encantaba. Siempre le decía a mi mamá “no puede ser. Estas canciones son tremendas”, Le cantaba y ella me decía que la abuela tocaba el piano, aunque ya no lo tenía. Escuchaba Gardel de chica aunque tuve mi banda de rock en la adolescencia que era Madame Ivonne, que es un tango.  Después, mi abuela recupera el piano porque le compran uno entre los cuatro hermanos. Ahí canto con ella tango, pero me acuerdo que la llevaba a lugares que, hoy lo pienso, ¡qué loca! Cantaba canciones de rock y después, con ella, tango tradicional. Después, con Romina y los Urbanos eran canciones que incluían bandoneón.

– Si te doy un formulario y te pregunta, “profesión”, ¿qué pones?

– A ver….pongo “cantora” y también, periodista porque sigo escribiendo. Estoy haciendo algunas colaboraciones ya que siempre me gustó escribir.

-Si no eras “cantora” o periodista, ¿qué hubiera sido de tu vida?

– Uhh. Me gustaba mucho bailar y también la gimnasia deportiva.

-Si por la puerta de este bar, entrase la Romina de 17 años, ¿qué le dirías?

– “Mira que viene lo mejor”. Le diría también que no sea tan triste porque no hay mucho tiempo.

Piraña presenta “Chafalonía”.

Sábado 10 de agosto. La tierra invisible. Del Barco Centenera 1099. A las 21 h. https://www.passline.com/eventos/pirana

Viernes 23 de agosto. Ciclo Mistongo. La Plata. A las 21hs

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