El tango busca renovación en sus voces. Tal es el caso de Enrique Colombano que le brinda su impronta a su muy disfrutable disco debut. Al respecto, tiene mucho por contar sobre su vida como tanguero, rockero, periodista, el ir de gira a China, al tiempo que se hace un rato para analizar la actualidad. Bienvenidos a la Colombano Mistery Tour.
–Enrique, ¿cuánto tiempo te llevó hacer el disco?
–Alrededor de dos años. Se cocinó a fuego lento. Un poco por decisión propia y otro por circunstancias personales, algunas muy dolorosas.
–¿Cómo fue la selección de los temas y el proceso de producción?
–El disco quedó compuesto por ocho tangos clásicos de diferentes épocas, un vals criollo y una milongaza al palo, bastante nueva, que se llama “Viejo Curdela”, que usamos como corte de difusión. Son temas que suelo cantar en mis recitales. Para hacer el disco seguí una lógica similar a la que tengo en los shows, en los que suelo interpretar tangos muy dramáticos e intensos, intercalados con otros más rítmicos. Creo que quedó bien equilibrado. Los arreglos los realizó Jorge Diez, quien, además, tocó el piano y la guitarra. Grabamos en Pana Records, el estudio de Amílcar Vázquez junto a Fernando Afonso Guanche (bajo) y Richard Cappz (bandoneón). Las líneas de violín, a cargo de Carolina Rodríguez, se sumaron al final. También participó como músico invitado Oscar Vega, percusionista de Luis Salinas. A su vez, el masterizado final estuvo a cargo de Daniel Ovie, un tipo que ganó decenas de premios, entre Grammy, Grammy Latino y Gardel. En cuanto a la tapa del disco, fue diseñada por Nebur y Sandra Raggio. Nebur es el mismo que hizo, en los 80, algunas históricas tapas de bandas de rock como Los Abuelos de la Nada, Los Twist o Virus.
–Pero la tapa que se ve en Spotify y YouTube es diferente a la del CD. ¿Por qué?
–Sí, rompimos todas las reglas del marketing (risas). La verdad es que, para la tapa del CD, teníamos unas fotos buenísimas que había sacado Nicolas Savine, un fotógrafo francés muy capo. Pero, por nuestra locura, perdimos las versiones que estaban en alta calidad y no pudimos dárselas al diseñador. Ahí Nebur sacó a relucir su magia y diseñó una tapa minimalista, toda naranja, con mi nombre al pie. Que quedó bárbara y se usó para el CD. Tiempo después, cuando subí el disco a Spotify, no pude usar este diseño porque la plataforma me pedía un formato cuadrado que me cortaba dos letras del nombre. Estuve a punto de llamar a Nebur para que acomodara el diseño a este requerimiento, pero finalmente opté por utilizar la foto original, ya que, al tratarse de un mercado internacional, preferí que apareciera mi cara. Por eso quedó un disco con dos tapas, una para el CD y otra para las plataformas digitales. El que compre el CD va a tener el valor agregado del diseño exclusivo. Es decir, el Disco Naranja.
–¿Quedaron temas afuera del disco?
–Sí. Hay material como para tres discos más. Esto es solo el comienzo. Hace muchos años que vengo cantando y girando, así que la lista es larga. Seguramente, a la hora de grabar de nuevo, volveremos a pulir arreglos y agregaremos algunas cosas.
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Aqui, la tapa del disco |
–Tengo entendido que a tus músicos los conocés desde hace mucho tiempo, tal el caso de Fernando Afonso Guanche, ¿no?
–Fernando es un hermano de la vida. Lo conocí en el 90, en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla, donde yo estudiaba piano y él aprendía bajo. Juntos integramos, un par de años después, una banda de rock que se llamaba Los Revoltosos de Siempre, en la que yo era el cantante. Hacíamos una onda The Doors, mezclada con punk y algún toque stone. Todavía guardo algunas grabaciones en cassette. Sonábamos del carajo. En realidad, sonaban, porque yo todavía ni había empezado a estudiar canto, así que lo mío, como vocalista, era más actitud que otra cosa (risas). El que tocaba realmente bien, ya en esa época, era él. Arranqué a aprender canto en el 94 y nunca paré, por lo que fui perfeccionándome con el correr de los años. Inicialmente tuve dos profesoras, Gabriela Loria (que ahora vive y canta tango en España) y Elizabeth Dolinska, y después seguí con un profesor, Jorge Diez, que es, precisamente, quien ahora toca el piano conmigo y hace la dirección musical de la banda. Tanto a Jorge como a Fernando los conozco hace más de veinticinco años.
–¿Cuándo arrancaste con el tango?
–En el 97 decidí volcarme al tango y dos años después debuté como solista en El Gato Negro, en Avenida Corrientes. Después, en el 2000, me recibí de Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la UBA y empecé a alternar mi carrera de cantor con la de periodista. Hubo épocas en las que me dediqué más a lo segundo, aunque nunca dejé de hacer shows. Hace una década, decidí empezar a poner el acento en lo musical. Y ahora estoy 100% dedicado a esto y nada más.
–¿Cómo se dio que la grabación y mezcla del disco las llevara a cabo Amílcar Vázquez, el exguitarrista de Hilda Lizarazu?
–A Amílcar lo conocí en 2008, justamente después de un show de Hilda, una artista a la que quiero y admiro mucho. Nos pusimos a charlar y quedé en enviarle una grabación que había hecho de “El abrojito”, un tango que inmortalizó Alberto Morán. Poco después nos volvimos a ver, me abrazó y me dijo que le había encantado. Fue con su pareja de entonces a escucharme cantar en una serie de conciertos que estaba dando, en ese momento, en el Tasso. A partir de ahí, nos hicimos muy amigos. Él me hizo conocer a Yira, una banda de rock con esencia tanguera, en la que tocaba Lito Castro (por entonces compañero de Amílcar en la banda de Hilda). De Yira saqué “Viejo Curdela”, el tema que te mencionaba antes. Está compuesto por Castro y por Mariano Rucci, el líder de esa agrupación que, lamentablemente, se separó. Digo lamentablemente, porque eran muy buenos.
–En su momento, te fuiste de gira a China. Contame sobre esa experiencia. ¿Cómo fue la recepción?
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Tal como era hace un tiempo, el detalle del disco en la contratapa. |
–Sí, fue en 2015. Previo al viaje grabé un EP que se editó en Beijing. Me llevó Rodrigo Herrera Bravo, titular de la Fundación Diálogos Estratégicos, que organiza viajes de intercambio cultural y comercial con el país asiático. Giré por Beijing, Nanjing y Shanghai. Canté en una gran feria internacional, una universidad y en la milonga Ater, la única que hay en la capital china. Fue una experiencia buenísima. El día que fuimos a la milonga coincidía con Halloween, así que los asistentes estaban todos disfrazados. El salón era hermoso con un primer piso al que subías por escalera y estaba iluminado por guirnaldas de lucecitas navideñas. Pero había un detalle: no tenía micrófono. ¿Lo podés creer? Así que les pedí a todos que se sentaran en ronda alrededor de mí y les canté a viva voz, acompañado solo con unas pistas que había llevado. Hay un video de eso, en mi canal de YouTube, que filmaron con un celular y registra ese lugar mágico.
Otra anécdota linda se dio en la feria que te mencioné antes. Después de que canté por primera vez, como al organizador de espacio le gustó mucho el show, me propuso hacer otra fecha y me ofreció un cuerpo de baile para que me acompañara en un tema. Cuando voy a conocer a las bailarinas, veo que hacían de todo menos tango, así que acordamos que interpretaran alguna danza tradicional china, bailándola en dos por cuatro. Finalmente, quedó un mix cultural muy llamativo. Esas presentaciones salieron por la televisión china y también aparecen en YouTube.
–¿Cómo es darle una nueva vuelta de tuerca a clásicos como “Malena” o “Pasional”?
–A los temas, sean del género que sean, los tenés que hacer tuyos. Cuando conseguís eso, no importa si antes los cantaron mil veces. Yo elijo los tangos que canto, así que gran parte del terreno lo tengo ganado de entrada. Después es sentimiento, interpretación y técnica para poder expresar lo primero. Cuando canto en vivo, la idea es salir a prender fuego todo. Ir hasta el límite emocional y vocal siempre.
–A los artistas nuevos de tango, ¿les falta difusión?
–Sí, lamentablemente.
–Al día de hoy, ¿el tango es considerado más por la danza que por sus letras?
–En el exterior, sin dudas, porque para la danza no tenés que entender el idioma. Afuera se enganchan mucho por la sensualidad del baile, que, digámoslo, es hermoso. Acá creo que es más pareja la cosa.
–¿Hay un tango “for export”? En ese sentido, ¿el tango no corre el riesgo de seguir haciendo la misma canción a través del tiempo?
-Sí, claro. El tango “for export” es ese show al que llevan contingentes de turistas de los hoteles, en donde mezclan actores disfrazados de guapos con gauchos malabaristas que revolean las boleadoras como si fueran un tiki-taka. Me da un poco de risa el concepto por lo estereotipado, pero suele haber muy buenos profesionales contratados en ese tipo de espectáculos. Conozco varios colegas que se dedican a eso y son de primer nivel. Hay productores que invierten y es una fuente de trabajo que, como tal, hay que defender. No soy partidario de cerrarle la puerta a ningún laburo que, de alguna manera, te dé la oportunidad de mostrar lo tuyo. Si me lo ofrecen, voy. Pero no dejaría de hacer mis shows por mi cuenta. Mi verdad está ahí.
–¿Qué opinión tenes del tango electrónico?
–No me llega demasiado. No le encuentro fibra. Me llama más la atención lo que está haciendo la gente de Argentina Tango Rap (ATR). Esa me parece una movida con una búsqueda más actual e interesante.
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Pasión en la voz de Colombano. |
–¿Crees que hay una nueva generación de “tangueros”? ¿Hay “tangueros” o “músicos que hacen tango”?
–Las dos cosas, y está muy bien. Se puede ser tanguero y no cantar tango. Ser tanguero es una forma de vida. Es como ser rockero o ser bostero.
–¿Y vos qué sos?
–Las tres cosas.
–¿Cómo estás viviendo la cuarentena?
–Mirá, el peor año de mi vida no es este sino que fue el 2019, en el que perdí a mis viejos con siete meses de diferencia. Ese fue un motivo por el que se atrasó la salida del disco. Por suerte, tanto mi papá como mi mamá lo llegaron a ver terminado. A mi viejo le llevé el master al hospital y volvía locas a las enfermeras poniéndolo todo el tiempo. Era mi fan número uno y murió antes de que saliera el CD a la venta. Mi mamá falleció en diciembre, quince días después de la presentación del disco. O sea, lo parí con dolor. Este año, para mí, es un año de duelo. Los extraño mucho a los dos. Hacer un duelo en cuarentena no es lo mejor que te puede pasar. La verdad es que me moría por seguir presentando el disco y romper todo. Pero bueno, toca quedarse en casa y creo que es lo mejor que podemos hacer. Por suerte, tengo conmigo a Coti, mi mujer; a Santino, mi hijo, y a Esmeralda, mi hija, y nos acompañamos. Como no puedo salir a cantar, decidí retomar mis estudios de piano y le estoy dando con todo. También me metí a estudiar guitarra. Cuando esto termine, voy a salir con más conocimientos complementarios.
–¿Estuviste grabando o realizando algún tipo de presentación por streaming?
–Sí, estuve grabando algunas cosas que voy a sacar por Facebook e Instagram.
–¿Tenés alguna opinión respecto al protocolo lanzado hace unos días para que los músicos puedan presentarse?
–No lo leí en detalle. Pero es positivo que se estudien medidas para reforzar la actividad, aunque creo que, hasta que no esté la vacuna, todo va a ser a menos de un cuarto de máquina, con suerte. Mucho más, por ahora, no se puede hacer.
–¿Cómo te imaginás el día después de la cuarentena?
–En eso soy muy optimista. Si todo sale bien con la vacuna, el día después de la cuarentena va a ser una explosión cultural. Ponele la firma. Va a ser como la época de ebullición que se vivió con el retorno a la democracia. Ahí los artistas vamos a tener revancha, porque todo el mundo va a querer salir. Obviamente, va a haber poca plata, así que me imagino muchas fechas con precios populares.
–Además de ser músico, sos/fuiste periodista. Al respecto, ¿cómo ves las medidas tomadas por el Gobierno por la pandemia?
–A ver, como primera cuestión, hay que tener en claro que el manejo de esta pandemia es algo que, en el mundo, enfrentó posiciones entre los expertos.
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Colombano presentó su disco en Borges a fines de 2019 |
Así que, si me pusiera en rol de periodista, antes de opinar, preferiría preguntar y escuchar a los científicos. ¿Qué sabía yo de virus e inmunología antes de esta situación? Poco y nada, como todo el mundo, aunque ahora todos opinen como si fueran inmunólogos de primera. Sin embargo, las decisiones que finalmente toma un gobierno son políticas, porque establecen una estrategia y fijan una agenda de prioridades. Ahí sí me siento capacitado para opinar. Creo que el Gobierno, realmente, apuntó a poner el acento en cuidar a la población y eso me parece muy respetable. Vió lo que había ocurrido en Europa, en países como Inglaterra, Italia y España, y optó por imponer una cuarentena para evitar que colapse el sistema de salud y que las muertes se multipliquen. Lamentablemente, no hay una solución buena para la pandemia. La que se aplicó es la que se consideró menos peor. Una pandemia es como una guerra. Si te toca pasarla, vas a sufrir daños. A todos nos está partiendo al medio. Igualmente, creo que el Gobierno, quizás, debería rever un poco el cobro de impuestos y servicios. No alcanza solo con dar algunos subsidios y créditos que después hay que pagar. Hay que reducir los daños a las pymes y a los trabajadores autónomos como sea. En cuanto al acuerdo que el Gobierno firmó con Oxford para producir la vacuna en el país, espero, de corazón, que sea la solución al problema. Sé que se escucharon algunas voces de alarma al respecto, pero no me corresponde a mí contestar eso sino a los inmunólogos que defienden la calidad del producto. También hay otras vacunas en las últimas instancias de estudio. Llegado el momento, se verá cuál es la mejor. Yendo al plano estrictamente político, sí te puedo decir que haber posicionado al país como productor y distribuidor en Latinoamérica es un acierto formidable porque nos convierte en líderes regionales con respecto a este tema. Es decir, veo una administración que se mueve y tiene juego en el plano internacional.
–¿Y del tratamiento del tema realizado por los medios?
–Algunos informan con responsabilidad y otros no, como siempre. No me parece mal que se les dé voz a especialistas que tienen una visión diferente o hasta contraria de las medidas que el Gobierno toma porque después saldrán otros expertos a contestarles y debatirán entre sí. Un debate serio enriquece y mejora los caminos y decisiones a tomar. Pero ojo, hablo de debates serios. En cambio, me parece terrible que desde ciertos sectores de poder se haya incitado a romper la cuarentena por intereses políticos. Eso es criminal e irresponsable. Decime, ¿qué tienen que ver Vicentin, el rechazo a la reforma judicial o marchar pidiendo “cárcel para Cristina” con el coronavirus? Nada. Hay que decirlo sin vueltas. El razonamiento que hacen ciertos medios y políticos oscuros, que están en el extremo derecho de la oposición, es este: “La economía se cayó por la pandemia, pero el Gobierno aún puede mostrar que hay pocos muertos con respecto a otros países. Entonces, tratemos de que haya más muertos para que no tenga nada para mostrar y pierda o, peor, no llegue a las elecciones”. Hay algunos grupos que persiguen eso y ya todos sabemos quiénes son. Que la dibujen como quieran, pero es así. El otro día me llegó por whatsapp un video armado con voces en off de locutores españoles que decían que Argentina estaba viviendo “una dictadura” y pedían una intervención internacional. Hay que ser muy traidor a la Patria para hacer eso.
–Si por la puerta de tu casa entrase el Enrique que tenía su banda de rock a los veinte años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
–Que siga por su mejor camino, que es el que termina en un escenario.
↓↓↓↓A continuación, el disco debut de Enrique Colombano ↓↓↓↓