Paula Maffia: Pasión y coherencia al servicio de la música.

Cantautora de curiosidad ilimitada, Paula Maffia realiza el próximo 17 de enero en Café Vinilo, un concierto doble en los que celebrará sus veinte años de carrera. Mente y corazón motor de bandas como La Cosa Mostra y Las Taradas, dos discos solistas de calidad y variados proyectos en su haber, tiene mucho por decir sobre sus búsquedas artísticas, la Ley de Cupo Femenino, su militancia, el virtuosismo, y más.

Fotos: Cecilia Villarreal

-Paula, ¿cómo es condensar veinte años de carrera en una noche?

– Con mucho capricho trataré de reunir todo un temperamento compositivo que fue cambiando a lo largo del tiempo pero que conserva una esencia, como cualquier arista de nuestra personalidad. Vas a ver muchas disrupciones, cambios e influencias distintas pero con un hilo conductor que hace coherente ese pasaje. Voy a comenzar con canciones inéditas, de mi temprana juventud y algunos hits de mis primeras bandas, de los dieciocho años. Un período de la Cosa Mostra que está influenciada por la canzonetta napolitana y todo un dark atrás. Pasar toda la influencia que me dejó Las Taradas, banda para la cual compuse pero más vertida a los ritmos latinoamericanos. Después pasar por canciones de mis dos discos solistas e incluir lados B y work in progress.
-Estos…¿de futura salida?
– No lo sé. Vamos a ver. Las sigo trabajando. No tienen una finalidad. Lo que pongo en la bandeja de salida es aquello que es prioridad, con una urgencia y función de ser. Hay canciones que las puedo dejar a la deriva porque no son urgentes.
-Si bien salió hace poco, ¿cómo lo sentís a “Polvo”, tu segundo disco solista?
– Bien, poderoso, actual. Tiene un sonido que me gusta mucho, más que el que logramos con «Ojos que ladran», mi primer álbum solista. Ahora se me hace remota la idea de tocar con una banda de rock orquestada, con el audio que tenía ese disco. Ojo, igual me pareció un experimento interesante. Las canciones que hice, necesitaban eso. “Córcega” no sería lo mismo, al igual que “La rama y la flor”. Todas estaban pensadas para ese formato, con la presencia del corno, acordeón, contrabajo o cuerdas. Pero, hoy por hoy, estoy más a gusto con una idea de rock más fuerte.
-¿Cómo fueron los arreglos para las canciones de “Polvo”? 
– Las canciones se fueron acumulando entre que estaba cerrando “Ojos que ladran” y unos meses antes de empezar con el segundo disco. Dejé que todo se maridara por dos años. Me gusta tomarme ese tiempo porque las canciones maduran. Las toco en los shows y me doy cuenta donde funcionan mejor, como se sostienen. Las voy socializando y es más real trabajar una canción junto al público. Hubo algunas canciones que las iba tocando en vivo por lo que los arreglos iban progresando un poco en el transcurso del tiempo. Hubo otras que las cerramos muy sobre la deadline del disco pero estuvieron a la altura. “Corazón licántropo” fue de las primeras pero “La espesura” y “Otros animales” fueron de las últimas que entraron. A “La espesura” la toqué en dos ensayos y quedó armada tal como la grabamos.
-Suele pasar que esos temas que terminan entrando por la ventana, sean “caballitos de batalla” del disco
– Totalmente. Tienen una energía muy vital. Además, hay canciones que, de alguna manera, por como están compuestas y el clima que sugieren, ya tienen incorporado sus arreglos. También están las canciones que son un poco “babosas” donde se pueden arreglar de un montón de maneras.
-La Cosa Mostra hizo dos discos al igual que las Taradas. ¿Qué pasó que no se llegó al tercer disco?
-Medio que todo queda con dos, ¿no? Veremos si saco el tercer disco (risas). Seguro que si porque dependo de mi. Con La Cosa Mostra y Las Taradas, trabajamos por más de diez años. Siento que los vínculos y las relaciones acompañan procesos de la personalidad que, como las células del cuerpo, se van renovando permanentemente. Hay vínculos que transcienden un salto de paradigma y otro que no. Hay que aprender a renunciar a tiempo. “Ok, el proceso terminó acá. Cortemoslo y seamos felices” me parece saludable. Lo que pasó con las dos bandas es que, con las Taradas “esto no se cortó. Podemos volver en cualquier momento” y con La Cosa Mostra seguimos tocando de tanto en tanto. Sacamos dos discos, dejamos de producir y en cualquier momento, sacamos un EP. Nos quedaron un montón de canciones para grabar. Somos como átomos, estamos vibrando todo el tiempo por los que es difícil de juntarnos en el mismo lugar. Con las Taradas somos ocho. ¡Imaginate!  Deseos de volver siempre hay, posibilidades son otras. Mis discos solistas dependen de mi y a menos que me lleve puesta el 19 en la esquina, voy a seguir sacando discos.
-Cuando compones una canción, ¿pensas si va para alguna de tus bandas o va para tu parte solista?
-Mirá, a la canción no le busco finalidad. Sería un poco cruel. Un “si no funciona, no la desarrollo”. Trato de perderme en una canción. A veces estoy semanas trabajando en una canción que no se si va a ir un disco pero se la puedo hacer llegar a un colega. Compongo para sacarme canciones de encima. Compongo porque me compongo encima…(risas)
-Ese juego de palabras que también tenes en el segundo disco de La Cosa Mostra.
-La Cosa Mostra es un juego de palabras al igual que mi primer disco “Ojos que ladran”. Me tomo muy en serio el lenguaje pero también el humor.
-Al respecto, ¿hay límites para el humor?
-Cuando el humor se nutre del padecimiento del otro, pierde su lógica. Lo que genera humor es encontrar asociaciones en dos cosas inverosímiles. Son nuestros parámetros y trasladarlos a otra lógica es gracioso. La idea del humor es generar una asociación, un contagio y una colectividad. Ahora, si el humor es a costa de o tenes que destruir a alguien, eso es bullying.
-Además, el humor siempre se utilizó contra el poderoso…
– Exacto. Se pueden tocar todos los tópicos. La muerte es un lugar donde se puede hablar del humor. Las minorías, las disidencias y todas las personas que no representan la hegemonía pueden hacer todo el humor que quieran. Pero nunca “a costa de”. Usar el humor como herramienta de opresión implica que pierda su capacidad emancipatoria y poética. Estas usando algo hermoso para lastimar. Hay disciplinas que tienden al conservadurismo pero ver a alguien vinculado a la poesía defendiendo a la derecha es un despropósito. ¡Que raro!…No lo puedo entender.
Mujeres, rock y conservadurismo
– ¿El rock se volvió conservador?
-Es rebelde en su origen. Las personas que fueron rebeldes, algunas murieron rebeldes, otras envejecieron rebeldes y muchísimas envejecieron conservadoras. El rock es una herramienta de revolución y un vehículo de transformación muy grande. Solo el rock va a salvar al rock. Entonces es muy importante incentivar esta escena incipiente de un rock joven, independiente, desligado de la teta de una industria. Dejar de hacerle caso a la gerontocracia y confiar que los medios dicen la verdad y representan la totalidad de lo que escuchamos. Si escuchas radios argentinas es posible que te pasen siempre las mismas bandas y las mismas canciones. De ese porcentaje, muy pocas bandas son nuevas, muy pocas serán de mujeres y poquísimas serán de trolos, tortas y demás. La industria no es tonta y si hay algo que ha logrado el capitalismo –que no lo hizo nadie- es que no discrimina a nadie. No importa si sos pobre, hay una tarjeta de crédito o algo de consumo pensado para vos. No queda nadie afuera.
Hoy hay una buena cantidad cantautoras de calidad. Está Sofía Viola, Flopa Lestani, Chocolate Remix y vos. No ocurre lo mismo con los hombres…
– Me gusta la lista que hiciste. Es variopinta. Sofia es una trovadora, Flopa entra más canónicamente en el mote de “cantautora” y Choco es una performer. Rapea, deejea, hace reaggeton. Está pensado para el baile y tiene bailarinas en escena. Cada una representa un ámbito distinto. Lo que tenemos para dar es una mirada a la que no se le ha dado mucha cabida que es una experiencia de vida joven y/o disidente, y/o de experiencia de vida femenina, y/o autopercibida como mujer, de conurbano -de Tucumán en el caso de Choco-. Cada una tiene un bagaje muy grande atrás. Todas las voces son válidas pero éstas no han sido escuchadas. El rock de los 60, 70, 80, 90 y 2000 ha sido representado por varones, en su gran mayoría blancos, de clase media-alta, algunos más letrados que otros pero todos con el discurso de “oh-nena”. No sé cuantas personas seguirán cantando esto pero cuando todo gira en torno al “oh-nena-nena” y no hay nenas arriba del escenario… ¿qué está pasando? Conozco nenas que tocan ¡y muy bien! ¿Dónde están?
-En una charla en la facultad de Sociales, Pil manifestó su apoyo al movimiento feminista. Miguel Cantilo es otro de los que está escribiendo siempre respecto a lo que ocurre. Después…la lista de rockeros se achica. No se pueden aggiornar o no hay deseo de aggiornarse.
-Es algo muy personal. Hay gente que está al día con todo lo que se escucha. Ahora hay géneros impactantes a nivel letra y no tanto musicalmente. Tal es el caso del trap y el hip hop que son géneros de una narrativa muy filosa, de una cachetada detrás de la otra. No lo haría pero pero me parece una muy novedosa y fantástica nueva forma de ataque. Son generadoras de conciencia muy fuerte y epidemisan un montón. De pronto hay una horda de niñas y niños de diez años para adelante que están como loques con Wos, Miss Bolivia o Sara Hebe. Por suerte son buenos representantes de los géneros.
-Salió la Ley de Cupo Femenino, que exige un 30 % de participación de mujeres y disidencias en festivales.
– Si, pero no es una alegría en tanto haber tenido que lucharla tanto. Nadie que ame lo que hace y admire a sus compañeras, quiere que una tenga que entrar por cupo, por una cuestión de números.  Esto fue un “upgrade”, un “fast forward” a una escena que esta resistiéndose a permerase un poco. Si es difícil hacerlo en CABA o Córdoba, imaginate lo que debe ser en otras provincias. En festivales de folklore o lugares mucho más conservadores, por la costumbre, la iglesia y un machismo arraigado en las lógicas de la cotidianidad. Recuerdo de niña, una ocasión que fui a visitar a unos parientes a Saladillo y tocaba Teresa Parodi en la plaza principal. No era algo que, particularmente me guste pero la ví y me marcó ver a una mina tan plantada en el escenario. Dije “¡Guau! Esto es posible de hacer”. ¡Imaginate en un festival en Tucumán las nenas y nenes mirando a la Choco tirar unas líricas enormes! Inclusive una chica haciendo folklore canónico. No importa. Es inspirador no solo para que más mujeres toquen sino para que las masculinidades jóvenes tengan una idea distinta de lo que es la masculinidad, la femineidad y la construcción que quieran armar entre estas dos, o afuera de las mismas. No es solo una ley de trabajo sino también una ley de identidad en gran medida.
-¿Te sentís una referente del feminismo?
– Me siento consecuente con mi manera de pensar. Coherente no solo en lo que digo sino en mis acciones retrospectivas. En mis últimos doce años -del 2008 en adelante- es que empieza un activismo más fuerte. Antes había sido una militancia más desde el punk y la autogestión pero con la llegada del macrismo en CABA, los músicos y músicas estuvimos en estado de alerta permanente y constante. También me acuerdo que con Las Taradas tocamos en la puerta del Congreso, acompañando la campaña del Aborto. En ese entonces éramos tres gatos locos. Por suerte, el movimiento logró mucha fuerza en los últimos cuatro años.

-Con Las Taradas tenían un público muy joven…

  Venían desde niños hasta abuelos. Era todo muy simpático. Pensar que empezó como un chiste que se nos fue de las manos. Nunca pensamos que iba a ser una banda con el recorrido que tuvo. El promedio de público eran mujeres de nuestra edad, veinte y treinta años. Muchas eran madres que venían con sus hijitos. De repente, los nenes veían a las Chicas Superpoderosas o Los Power Rangers y después a nosotras. Recuerdo que una vez, tocamos en el Hall del Teatro San Martín temprano. Un jueves a las 18 hs. Mis compañeras habían armado todo el escenario y yo llegué “de civil” sobre la hora. Pasé entre el público y escuché a dos nenas. Una le decía a otra “Soy la que toca la guitarra” y la otra nena le respondía “yo soy la que toca el violin gigante” (por el contrabajo). ¡¡Me morí de amor!! Que una nena ya se identifique con alguien que hace música, que es mujer y además somos mayoritaria y abiertamente lesbianas, es increíble. Que sea natural y accesible el decir “yo soy ésta”.
Una Paula personal e introspectiva
-¿Cómo son los cinco minutos después de bajar del escenario?
– Me gusta volver a estar en un segundo de intimidad, conmigo. Bajar. Es muy emocionante y enérgico. Es una sensación ritual. Después de un ratito, como y tomo algo para recuperarme. Ahí ya salgo a saludar a la gente.
-Si tuviéramos un formulario, ¿qué ponés en “ocupación”?
– Música. En realidad, en la intimidad, me llamo “artista” pero es algo que yo quiero saber. No es una búsqueda de la vida desde el arte en general. Me gusta enfocarme en la música. Me gratifica y siento que hago bien en componer canciones. Canto copado y soy buena armando proyectos asi como generando vínculos, organizando, conquistando territorios.
-Además, dibujas y organizaste ciclos de cine. Sos una artista multifacética.
– Si pero todos los que nos dedicamos al arte, buscamos otra cosa. La persona que se dedica a una sola disciplina –no solo en las artes- y pone paredes rígidas a disciplinas hermanas, está cerrando un canal de resonancia enorme. La literatura resuena con el cine, éste con las artes visuales, a su vez, con el paisajismo y así. Si estas tocando en un ámbito, resonas en los otros aledaños. Si estoy en una habitación abierta y canto, el vecino me devolverá armónicos que es distinto que si la tuviese la puerta cerrada. No hablo de dedicarte a esa disciplina sino hacer un garabato, vayas al cine, pintes, leas…
-No todo el mundo puede o quiere hacer algo así…
-Creo que hay gente muy timida. Me gusta la música y disfruto mucho de la performance pero tengo colegas que sufren y padecen subir al escenario. Personalmente, me encanta equivocarme en vivo. Paro, lo asumo y después sigo. Hay gente a la que se le cae el mundo. No toda la gente que hace música son animales escénicos.
Además, está la persona que tiene satisfacción en la acumulación de aciertos. En mi caso, estoy amigada con el error. Es nutritivo y enriquecedor. Empecé a componer cuando quería sacar algunas cosas en el piano. Se me escapaba el dedo y escuchaba otro sonido. “¡Ohhhh! ¿Y esto?”, y me quedaba investigando ese error. Lo de copiar y perfeccionarme en un arte a través de la emulación, no me enriquece. Hay gente que le da satisfacción ser virtuosa, tocar muy rápido…

-El famoso “tiene seis dedos” para tocar…

– Exacto. Me parece un poco hermético y te cierra el público. Eso no quita que haya una porción de gente que disfruta del freak con seis dedos. Espero que el virtuosismo no mate al corazón libre.
-Si Paula Maffia no se hubiera dedicado a la música, que sería de su vida?
– Seria científica. Tuve varias etapas. A mis once, trece, pensaba que iba a ser bióloga. Después pasé por una etapa fuerte de humanísticas. Estudié antropología, deje y ahora estoy con filosofía. Me gustaría ser una estrella de la academia (risas). También dibujé y pensé que me iba a dedicar al dibujo. Igual siempre pensé que iba a ser un animal todo terreno.
-Si por la puerta de este bar, entrase la Paula Maffia que estaba en la secundaria, ¿qué le dirías?
– Le diría “No vivas tan apurada. Disfrutá un poco del aquí y ahora”.
-¿Te perdiste de disfrutar muchas cosas?
– Estaba apurada por vivir. Recién ahora, entrada en mis treinta, puedo entrar a un lugar, sentarme y disfrutar, admirar los detalles, perderme en el pensamiento. Siempre estaba viniendo del futuro. Era muy divertido. Una vida muy veloz pero también se me pasaban muchas cosas.
Paula Maffia en Café Vinilo, Gorriti 3780. Viernes 17 de enero. A las 21 y 23.30 hs.

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