Es uno de los actores más conocidos del país. Se acercó a diversas causas político-sociales cuando fue requerido al tiempo que su pensamiento forma parte de las voces más visibles de la actualidad.
En el marco de su exitosa obra “Un judío común y corriente” y con “El Marginal III” en la pantalla, Gerardo Romano tiene mucho para contarle a esta revista.
Llegamos con extrema puntualidad a la casa de Gerardo Romano. Una tarde fría, enmarcada en una charla caliente, es el contexto ideal para que se explaye sobre múltiples temas. Con seriedad y un humor que mezcla ironía y complicidad, se refiere al judaísmo, el cristianismo, el ser sex symbol, Mirtha Legrand, Luis Majul y mucho más.
Entrevista realizada para la revista Proven y Vos, publicada aqui, con su autorización
-Es cierto pero no lo siento como una quinta temporada. Es más, siento que me pasa o que me pasó toda la vida. Que lo estuve esperando toda la vida a que me pase. No es algo que vislumbre que lo vaya a abandonar. Es algo central en mi vida. Es “un judío común y corriente”.
-La estrenaste en el Maipo y después te viniste para el Chacarerean
– El Maipo Kabaret fue el espacio que conseguí en su momento, teniendo en cuenta las dificultades y limitaciones que tengo para expresarme -por cómo me expreso-. Le agradezco mucho a Lino Patalano que después me regaló la producción. Ahí me fui al Chacarerean.
-¿Qué te dice la gente cuando termina la obra?
– Han venido sobrevivientes de la Shoa. Eran pocos. Diez…pero con 90 años cada uno y con la supervivencia de los campos encima. En un punto, era como la gente que más me importaba en torno a la recepción…y son los que más me han llegado con su agradecimiento. Me decían “Gracias, gracias, gracias”. Les pregunté el porqué del gracias y me respondieron “por acordarse de nosotros”. La gente que la pasó como el orto, cuando uno se acuerda de ellos, se sienten aliviados en su pena. Los familiares del ARA San Juan, Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. Gente con la que he alternado a lo largo de mi vida.
También estuve haciendo funciones para colegios secundarios, niños de 15, 16 y 17 años. Todos colegios del Estado, y alumnos que tuvieron la desgracia de “caer en la educación pública” pueden venir a ver la obra que, al fín y al cabo, habla de la condición humana. Los chicos la cazan a la obra.
-¿Y qué te dicen estos chicos?
– “Uh…el de ‘El marginal’!!”. (risas)
-¿En qué momento de tu carrera encontras a esta puesta y a Emanuel Goldfarb, el personaje de la obra?
-Me engancha desde cuando nací, en el barrio judío de Once. Caí en un colegio del Estado que estaba lleno de chicos judíos. De treinta alumnos, veintisiete eran judíos. Mi vecino, amigo y compañerito de banco, era Eduardito Spack. Su papá era marroquinero y la abuela, “la bobe”, no sé que era porque no le entendía nada lo que decía, tenía licuadora. Mejor dicho, un “combinado”. Escuchabamos los partidos de futbol de Racing (él era de Racing) y tomábamos un licuado de banana con leche en su licuadora Osterraiser, que era la marca del aparato. Cuando jugábamos o estudiábamos y la abuela nos decía “¿quieren ñakawalwh…con leche?”, se me hacía agua la boca. Nací en el 46 y la segunda guerra termina en el 45, con el Holocausto nazi y el nuclear, con Hiroshima y Nagasaki. Asi que tuve la precocidad de comprender al mundo desde esa monstruosidad. Para completarla, me mandaron a un club católico donde me encontraba con chicos de mi edad (seis años en ese momento). Cuando venían los micros de clubes como Asociación Hebrea Macabi, Sociedad Hebraica Argentina o el Club Nautico Hacoaj, veía a chicos de mi edad que decían “judío de mierda”. ¿Cómo podían decir, con cinco o seis años “judío de mierda” cuando hace cinco o seis años, mataron a seis millones de judíos? (y a trescientos mil japoneses con las dos bombas). Ahí se instaló algo en mí. La casualidad quiso que fuera a una exposición de cuadros cuando tenía ocho años (en la época en que los chicos podían ir solos por la calle). Estaba yendo de no sé donde a no sé dónde y era cuando la calle Corrientes era doble mano y tenía tranvía. En esa época, tenía una librería al lado de la otra desde Callao hasta la 9 de Julio. No se cómo entré en una y había una exposición de cuadros de Hiroshima y Nagasaki. Era la exposición de la crueldad humana. Asi que ahí, desde estos momentos, empecé a deconstruir mi catolicismo. A cuestionarlo hasta que me aparté totalmente. Asi como Emanuel Goldfarb se aparta del judaísmo, yo me voy apartando del catolicismo.
-Es cierto pero se aleja a nivel religioso y no identitario.
– Lo identitario abarca muchas cosas en las que uno puede sentirse incluido o no. Hubo un sábado que había dicho que iba a hacer una función el jueves en AMIA (el miércoles había ido al aniversario del atentado), y me agarra un señor a la salida y me pregunta “¿Va a AMIA y no a DAIA, no? Porque a DAIA no voy a ir!”. Le pregunté si era del Llamamiento Judío. Me dijo que no pero que “¡a DAIA no iba!”.
Más allá de la televisión y el cine
-Si te pregunto por Gerardo Antin, tu personaje de “El Marginal”…
– Ya la hicimos. No tiene riesgo la ficción para el actor cuando se filma y se graba. Lo que sale mal, se filma de nuevo. Hay edición y montaje. La cosa es en el teatro. Ahí se estrena y no te salva nadie. No hay primer plano. El espectador elige qué mirar.
-¿Cómo ves a las ficciones argentinas?
– Complicado desde lo general. Tenemos un gobierno neoliberal que no invierte en gasto social y la cultura es considerada un gasto social y poco rentable en lo material. Este gobierno se limpió el culo con la Ley de Medios. Todo lo que estaba previsto para el cine y la televisión, como arma de difusión cultural que permitiese una identidad y la posibilidad de mostrar al mundo como somos…pero todo forma parte de la misma política neoliberal. La industria no forma parte de ese modelo neoliberal. Por eso no me extraña el éxito de las latas extranjeras como las novelas turcas y brasileras. Si acá no hay nada con qué competir…Cuando hacía televisión de ficción, había cuatro o cinco programas por canal, por poner un promedio. A cinco canales, eran veinte ficciones. A eso sumale, cincuenta personas laburando en cada una ellas…en un gremio que tiene cinco mil. Más toda la gente que hay detrás de cámara. Una vez, compré una casa y la tiré en tres días. Construir cuesta un huevo. Aún cuando estos sistemas de ahora….
-¿Sos de mirar series?
-Nada. Ni voy al cine.
-¿No te viste en “La cordillera”?
– Solo en el estreno.
-¿Por algún motivo en particular?
– Si, porque vi mil quinientas películas. Fui al cine desde los cinco hasta los quince años, todos los sábados a ver tres películas, largometrajes por supuesto. Son doce por mes, tres por semana, son ciento cuarenta y cuatro por año. Como fui diez años, un total de mil cuatrocientos cuarenta y cuatro películas en total. Enganché cine europeo, neorrealismo italiano, cine francés, español, alguna película húngara. También mucho cine de los 70, con el gran cambio que implicó la aparición de Brando, Pacino, Hoffman, De Niro, Newman. A todos nosotros nos embarga porque tenemos la misma escuela actoral, que es la de Stanislavsky y que en Estados Unidos tuvo a Lee Strasberg y acá tuvo a Hedy Crilla, que fue la maestra de mis maestros como Agustín Allezzo, Carlos Gandolfo, Augusto Fernandes, Julio Ordano, Lito Cruz (que aún nos guía).
-¿Habrá un Gerardo Romano director?
– No, no creo. No estoy como para empezar nada a esta altura de mi vida. Pero si aparece un texto lindo, se puede hacer cualquier cosa. Nada más lindo que un texto lindo.
-¿El artista puede omitir la coyuntura para desarrollar su arte?
– No sería un artista.
-Me estas tirando el título….
-…Un artista es aquél que quiere que el mundo sea de una determinada manera, que tiene una mirada crítica, que quiere desnudar al poder. Generalmente los artistas que tienen más éxito no se comprometen con la coyuntura. En ese sentido, no tendría éxito. Me he cerrado muchas puertas. Cada vez que emito una opinión, me pongo a cincuenta a favor y cincuenta en contra. Sabes que me compré un libro…y la puta que lo parió no lo puedo encontrar….¡Aca está! Se llama “La historia de la solución final” de Daniel Rafecas. Lo defiendo mucho a Rafecas.
-¿Crees que te invitan a los programas por la polémica o porque sos un tipo preparado, con una opinión más que clara?
– Si. Especulan con eso. La otra vez estuve en el programa de Majul, en el cual ya había estado un mes antes…¡y nos habíamos peleado igual! Decía “Esto es Rocky II”, en un mes se hace el enojado pero como le gusta el rating que le pongo, me llama de vuelta. Me manda a los productores. “Dale, Gerardo…”, me chupan la pija. “Pero, vení…bla, bla, blá!”. Voy para pelearme y que ellos me peleen. Si te pongo un videograph en el que dice “Gordo pelotudo” es que te estoy invitando a pelear. “Actor K” y yo le contesté si era “periodista M porque es un doble riesgo. Puede ser periodista de mierda”. Hay que decírselo en la cara a Majul. No está acostumbrado.
– ¿Los nuevos cambios político-sociales están creando otras grietas entre la gente?
– No. En ese sentido no porque hay una transversalidad. El aborto cruza a Daniel Lipovetzky, Martin Seefeld y a mí. Con Lipovetzky no nos ponemos de acuerdo por un plan económico o un sistema socioeconómico pero estamos de acuerdo en el aborto. El que puede lo más, puede lo menos. Si nos ponemos de acuerdo en cosas tan complicadas….
-Capaz que estas más de acuerdo con Lipovetsky que con algún colega tuyo.
-De eso, no hay duda.
-¿Te sorprende que haya gente de la comunidad artística que esté en contra de la despenalización del aborto?
– No. No me sorprende en absoluto.
-Mirtha Legrand no te volvió a invitar…
-Fui hace algunos años y me preguntó por el caso Nisman. Le dije lo que pensaba y no me invitó más.
Un Romano personal
-¿Como son los cinco minutos después de bajar de la función?
– Eso es común a cualquier bajada de una obra que tenga esta pasión. Que provoque compromiso. Hay un momento fronterizo en el traspasamiento del personaje al actor. No porque uno se vaya a creer al personaje pero a fuerza de habitar la ansiedad existencial del personaje, te desocupas de la propia. Esto genera cierto alivio. Por un momento saber que no te vas a morir, está bueno. Después, cuando recuperas tu personaje, te acordas que te vas a morir y ahí te fumas un porro, te echas un polvo…Tratas de evadir y pasarla un poco mejor.
-¿Fuiste o sos galán?
– No soy ni fui galán pero sí un sex symbol. Es una variable diferente que no existía hasta que aparecí yo, bajo esa categoría en la Argentina. Existía en el cine americano o europeo. Al poco tiempo, tuve el honor de ser uno de los dos hombres que fueron tapa de Playboy desnudos. Fuimos Julio Bocca y yo, que teníamos un cuerpito….apetecible.
-Ese Gerardo Romano sex symbol, ¿cómo se hubiera llevado con esta coyuntura?
– Es parte de la misma. Por ejemplo, la Ley de Matrimonio Igualitario existe porque yo hice una pareja gay junto a Rodolfo Ranni en “Zona de riesgo”. Esa pareja era igual a una heterosexual. Es el paso que da el arte, mucho antes en el tiempo, para abonar en el inconsciente de la gente cierta idea para que después germine. Tal como el poroto con el algodón…en la famosa germinación.
-¿Que hubiese sido de la vida del Doctor Gerardo Romano, si no se dedicaba a la actuación?
– Ahhh! No sé….Me hubiera vuelto jardinero o albañil…algo que me guste…
-¿Quedaste desencantado de la carrera de abogado?
– No, para nada. Estoy orgulloso y agradecido a la carrera. Solo fue que se terminó imponiendo la actuación.
-Si por la puerta de esta casa entrase el Dr Romano que empezaba en la actuación a los treinta años, ¿qué le dirías?
– Ja! Le diría que “las cosas pasan…”. Desde los quince a los treinta no sabía que era actor pero era actor. Con todas las películas que vi, tenía la cabeza llena de cine, de ficción, de actuación. Cuando después, me di cuenta que lo que veía en esas ficciones formaba parte de la realidad y que en la realidad ocurría aquello que veía en las ficciones….cuando vi guerras, matanzas y toda esa locura, no eran actores alemanes, japoneses. Era la vida misma.
-¿Se dio la posibilidad de llevar la obra a Israel?
– Si. Me dieron ganas de llevarla porque hay una gran comunidad de hispanoparlantes. Pero justo cuando empecé a hacer las tratativas con un empresario llamado Iair Dori, que es productor de telenovelas y de ficción. Me comuniqué con él y le conté. Después, el conflicto con los palestinos….no coincido en nada con Netanyahu, con Cohen Sabban (N de R: ex presidente de DAIA, acusado de acoso sexual); si coincido con Jorge Elbaum. Como dice Goldfarb en la obra, “No voté a Shimon Peres ni tengo que ver con la política exterior israelí ni la toma de los territorios”. Para el no judío, los judíos son “los” judíos. Son todos iguales. Pero es como todo, hay de derecha y de izquierda. Igual, Cristo me parece un judío dudoso. De los otros grandes judíos de la historia, tengo certezas pero no de Cristo. De los textos que se leen, no creo en nada. Primero, los evangelistas que son los primeros que dan fe de la existencia de Cristo como historiadores, no lo conocieron. No fueron contemporáneos de él. Vivieron 150 años después y no hablaban el idioma de Cristo -que era el arameo- y ellos, en griego antiguo. Hay ciertas construcciones de la prosa que son como “Llegaron los periodistas a las tres en punto. Bajé, les dije de hacer las fotos primero….”. ¿Qué carajo tiene que ver eso con lo que realmente quiero decir? Eso, salvo darle visos de realismo al encuentro, no tiene que ver con nada. “Jesus se levantó a la mañana. Se acercó a la orilla del río Jordan. Justo pasaba un pastor con su rebaño…”. Después, en el año 300, se hizo un documento que se llamó “La Vulgata” en el cual se acopió todo este material. Se lo tradujo al latín, que ya era una lengua muerta, con la secreta intención que nadie entendiera o cuestione nada. Lo demás es historia conocida.
Gerardo Romano en cuatro puntos
1- Nació el 6 de julio de 1946. Es actor y abogado. Durante diez años desarrolló funciones de sumariante en el Ministerio de Justicia. Dictó clases en la Facultad de Derecho y jugó al rugby en el Club Olivos. El golpe de militar de 1976 lo encontró militando en FORPE (Fuerza para la Organización Revolucionaria Peronista). A los casi treinta años, empieza a estudiar teatro.
2- Debutó en teatro debutó en 1976 con la obra “Juegos a la hora de la siesta”, una polémica puesta que fue prohibida por la Dictadura. Al poco tiempo, forma parte de “Posdata, tu gato ha muerto”, con Luis Brandoni. Su labor teatral cuenta con títulos como “Yo quiero a mi mujer”, “Sexo, drogas y rock and roll”, “Oleanna” (su debut en el Teatro General San Martín), “Padre nuestro”, “Pirañas”, “En la cama” y la actual “Un judío común y corriente”, estrenada en el 2014
3- En 1978, empieza su carrera en televisión en “La mujer frente al amor”, en Canal 9 y “Los hijos de López” en Canal 7. Forma parte del ciclo “Estado civil” y ya empieza a ganar notoriedad. En los años 90, participa de “Tato, la leyenda continúa”, “La marca del deseo” (serie erótico-policial estrenada en 1994 que fue levantada del aire por Telefé en su segundo capítulo) asi como de “Zona de Riesgo”, ciclo por el cual obtiene el Premio Martín Fierro como Mejor Actor.
Ya en los 2000, sus participaciones son numerosas. “Se dice amor”, “Doble venganza”, “La ley del amor”, “Lobo”, “Dulce amor”, “23 pares”, “Historia clínica” (donde personifica a Juan Domingo Perón), entre otras, hasta llegar a la actualidad con “El marginal II”, precuela del éxito del 2017, “El marginal”.
4- Se inicia en el cine en 1979 con “El Fausto criollo”. Se suceden los títulos en su carrera. “Atrapadas”, “Miss Mary”, “Yo la peor de todas”, “Las boludas” (basada en la novela de Dalmiro Saenz), “La fuga”, “Betibú”, “Me casé con un boludo” y su último film que fue “La cordillera” junto a Ricardo Darin, Erica Rivas y Dolores Fonzi. No obstante, según afirmó en algunos reportajes, fue “Miss Mary” (1986), dirigida por María Luisa Bemberg y actuaciones de Julie Christie, Nacha Guevara, Eduardo Pavlovsky y Luisina Brando, la película que más lo marcó en su carrera.