Decir “Marta Bianchi” es nombrar a una de las mejores actrices argentinas asi como a una de las de mayor participación en cuestiones de género y demás, allá por los 80. Mientras presenta su obra “Mujeres terribles”, fue jurado del concurso “La Mujer y El Cine 2011, Concurso Iberoamericano de Cortos realizados por Mujeres”
– Yo soy la única socia fundadora que queda en actividad de la Asociación. Las otras compañeras se fueron cansando. “La mujer y el cine” la fundamos en 1988. Nos juntamos siete mujeres del cine, que estábamos en el top de nuestras profesiones. Estaba María Luisa Bemberg, Sara Facio, Lita Stantic, Susana López Merino, Gabriela Massuh y Beatriz Villalba Welsh. Fundamos esta asociación porque eramos feministas. Estabamos en condiciones de trabajar y fomentar el avance de las mujeres. Por supuesto dentro de la cultura y más que nada en la dirección de cine. En ese momento, en 1988, había pocas directoras de cine en el mundo. En Argentina, hubo directoras pero no tuvieron continuidad. Además, la dirección es el lugar desde el cual se decide que se va a contar, como y desde donde. Este es un lugar clave para que se cambie el mensaje y el contenido de las películas. Para que hubiera una perspectiva más abarcadora y no solo la del hombre. Por eso creamos esta asociación llamada “La Mujer y el Cine”. La primera que nos convocó fue Susana López Merino. La cinemateca de Mar del Plata iba a hacer el primer Festival de Cine realizado por mujeres. La llamaron a Susana para que lo dirigiera y nos convocó a nosotras porque pensó que podíamos aportarle una opinión fundamentada en nuestra experiencia y trayectoria.
Asi hicimos seis festivales internacionales, tres en Buenos Aires y tres en Mar del Plata. Hicimos concursos de cortos, tanto hispanoamericanos, iberoamericanos e internacionales. En 1995, llevamos una muestra de Latinoamérica y el Caribe de cortos a Beijing, durante la cuarta conferencia mundial de la mujer. Después estuvimos diez años con una sección dentro del Festival Internacional de Mar del Plata. Una sección que tuvo mucho éxito, que nos valió estar cada vez más apoyadas por la prensa y el público pero que a veces, tener dificultades internas (depende de la seguridad interna de quien dirigía el Festival, sentía que hacíamos más de lo que debíamos hacer o trataba de capitalizarlo políticamente). Toda esta movida y esta militancia de tantos años tiene que ver con la convicción. Es una militancia porque ninguna de nosotras vive de esto. Llevo 23 años y los diez años del Festival de Mar del Plata. La dirección de los Festivales eran rotativas y varias se fueron cansando….
– Es un trabajo pesado…
– Si, el ir a buscar los subsidios y demás cosas. Todos los años era un trabajo tremendo de papeleríos cuando lo único que queríamos era seleccionar las películas. En Mar del Plata, estuve yo diez años sola dirigiendo. Algunas compañeras tienen sus trabajos y yo estaba muy apasionada. Quizás yo la dejé un poco de lado a mi profesión. Después seguimos haciendo concursos y coordinando muestras nacionales e internacionales, como en Santo Domingo y en un Festival en Budapest. Del concurso de cortos hacemos una muestra itinerante y lo mandamos a festivales nacionales e internacionales. El año pasado, una muestra de cortos eróticos y diversidad sexual, que lo dimos en Guanajuato. Ahora, el concurso lo está dirigiendo Ana María Mushnik, que estuvo casi desde el principio también y que trabajó muchisimo siempre. Somos un grupo que nos rotamos un poco según los compromisos de cada uno. Este año es la primera vez que hacemos un concurso temático.
– De violencias…
– Que abarca todo tipo. En el trabajo, de género, doméstica, contra los niños, trata y tráfico.
– Y también pueblos originarios.
– Si. Llegaron ciento y pico de cortos de muchos lugares como España y también América Latina. Una cantidad impresionante y una calidad…importante. Esta vez soy jurado por lo que estoy con un trabajo grande.
– ¿Qué le sorprendió de lo que vio?
– La calidad. Desde el último Festival, hace dos años, el material tiene notablemente una mejor calidad. Temáticas muy variadas, de pueblos originarios con animación, que son divinos. Vi un 60% de los enviados y va a ser bien difícil para decidir. También contamos en el jurado con la actriz mexicana Adriana Barraza y la directora española Judith Colell
– Se puede luchar y fomentar el respeto de género cuando programas como “Videomatch” y demás fomentan una imagen de la mujer completamente diferente?
– Nosotros no competimos con Tinelli. Lo nuestro es completamente diferente en nuestra propuesta. No competimos con él porque además, no tenemos armas para hacerlo. Lo que nosotros hacemos es un trabajo hormiga, que venimos haciendo de hace muchos años. Cada una en lo individual y después nos juntamos. También estuve en un grupo de “Mujeres por el teatro” ya que no había dramaturgas. Hicimos muestras de teatro con directoras mujeres y hubo muchos avances. Lo nuestro es un trabajo hormiga. Trabajo y milito por la democracia, la inclusión de todos y la igualdad de posibilidades, asi como el reconocimiento de las diferencias. Somos diferentes pero no significa jerarquías diferentes. Lo nuestro nada tiene que ver con lo de Tinelli.
Intermedio: Llegamos a la casa de Marta Bianchi, de un día casi primaveral. Subimos y nos atiende con amabilidad. La luz del sol que entra por su balcón brinda una iluminación ideal para retratarla. Es imposible no recordar a Marta cuando uno la veía por la televisión o incluso en teatro. Está muy entusiasmada con el concurso de cortos y también destaca la militancia de los actores.
– Usted hablaba de la militancia. Hoy está muy en boga la militancia de los actores.
– Cual militancia? En el sindicato de actores? Yo milito por los derechos de las mujeres. Me parece muy bien que la gente se comprometa con su país más allá de que esté de acuerdo o no con la opción que elijan. El actor también es un agente social. Si bien no habla con sus palabras, es vehículo transmisor de mensajes. Contribuye, más allá de divertir –en el más amplio sentido de la palabra-, a estimular la reflexión, a la generación de ideas o de atontar a la gente. El actor tiene una responsabilidad social, sin duda. Algunos no tienen conciencia de eso, otros si. El que la tiene, tiene conciencia de lo social y me parece muy bien el compromiso con el país. Cada uno elije el camino que cree mejor para lograr el bien común. Me parece muy bien y muy respetable.
Quiero decir también que me parece muy bien porque tienen libertad además. Cuando yo era joven, nunca fui militante política partidaria pero si luchabamos por la recuperación del estado de derecho, la abolición de la censura pero no en un partido u organización sino como gente de la cultura y librepensadores. También pagamos precios muy altos al respecto. Que ahora se pueda militar con total libertad y mostrar lo que uno piensa, me parece maravilloso.
– Y “Mujeres terribles”?
– Es una obra que estoy haciendo en el Recoleta, por segundo año, con Noemí Frenkel, con dirección de Lia Jelin. La obra es de Marisé Monteiro y Virginia Uriarte, que hicieron un minucioso trabajo de extracción de fragmentos, cartas, documentos y cuentos para crear una dramaturgia para retratar la relación que tuvieron Alejandra Pizarnik y Silvina Ocampo entre 1967 y 1972. Es una relación de la que se habló muy poco. Es un espectáculo literario teatral con dos personajes divinos. Más allá de ser dos grandes poetisas y escritoras, con un talento enorme, son dos mujeres humanamente muy atractivos. Una con mucho sufrimiento y también sentido del humor, muy sensible. La otra es llena de contradicciones.
– ¿Cómo es el minuto siguiente de bajar de escena?
– Es hermoso porque pusiste lo mejor de vos misma, toda la energía en un personaje que lo transitaste con el público. Sufriste, lloraste, te reiste con el personaje junto con el público, que también te lo dio. Terminó y recibiste su devolución. Es un momento muy lindo y la energía está muy arriba. Una se siente muy bien. Ya, desde que subis al escenario, te olvidas de todo. Si te duele la panza, si te peleaste con alguien y demás, se deja de lado y cuando bajás, estás exultante.
– Si por esta puerta, entrase la Marta Bianchi de los años 80, qué le diría?
– “Como trabajaste! Qué luchadora incansable”. Lo que hizo, lo hizo siempre convencida. Lo bueno y lo malo. Convencida y con honestidad. Recuerdo como empezamos, en 1988, donde la gente se nos acercaba con cierta desconfianza. Que van a hacer estas locas, si serán lesbianas y que se yo que más, todos estos prejuicios, creo que hemos aportado nuestro granito de arena. Hemos traído directoras que, en su momento, no eran conocidas y después lo fueron mundialmente. Hoy estaba leyendo una crítica sobre Susanne Bier y nosotras dimos todas sus películas. Lo mismo con nuestros concursos. Hemos abierto una ventana para que las chicas puedan legitimar su condición de directora y mostrar sus primeros trabajos. Una enorme cantidad de directoras que honran la cinematografía argentina han pasado por nuestros concursos.