Cine: Cartero


Fotos Conferencia de prensa: Cecilia Villarreal

El cine tiene momentos particulares en los que lo visto en la pantalla realiza un juego de espejo con la realidad. ¿Quién iba a pensar que una película como «Cartero», ambientada en la década del 90, contaría con tanta vigencia? Marx decía que la historia se repite primero como tragedia y después como comedia. En ese punto, la risa ha brillado por su ausencia en tanto las políticas desastrosas de los gobiernos neoliberales de esos –y estos- momentos.
En su primer largometraje de ficción, Emiliano Serra (documentalista que cuenta en su haber «Ecco Homo» y «La Raulito, golpes bajos») creó un relato tan sencillo como poderoso en su devenir. El mismo se ancla en los 90 pero sin perder el diálogo con la actualidad, cortesía del contexto político-económico propiciado por la presidencia de Mauricio Macri.
Recién llegado a la “gran ciudad”, el joven Hernán Sosa comienza a trabajar en el correo. Será la vida de Sosa la que empieza a desarrollarse tras ese comienzo de sorpresa constante para convertirse en un curtido laburante que debe hacer frente a todo tipo de vicisitudes. De esta forma, aprenderá las maneras de hacer el trabajo así como «los códigos» del mismo para llevarlo a cabo, cortesía de Sánchez, un viejo cartero que será su guía y mentor. Paralelamente, es menester recordar que el contexto en el cual se desarrollan los hechos cinematográficos: una sociedad atravesada por las privatizaciones llevadas adelante por la economía planificada por el entonces presidente Carlos Saúl Menem. Los trabajadores de años eran «invitados» a aceptar los tan mentados «retiros voluntarios» propuestos por la patronal al tiempo que se producía la súbita aparición de jóvenes que los iban a reemplazar en su tarea. Pero no era una “serruchada de piso” como se pensaba. Simplemente, eran chicos que querían trabajar y terminaron siendo el pase a retiro de generaciones enteras de trabajadores. El sutil momento en que Sosa le enseña a Chinelo a usar una lectora de barras es elocuente. 
El texto creado por Santiago Hadida es preciso. Pone las palabras correctas y los silencios –algo que es más difícil- en los momentos adecuados. La forma en que la inocencia del joven pasa a convertirse en un recuerdo para avanzar y hacerse respetar en medio del canibalismo laboral. Siempre girando en torno a un Sosa muy bien llevado por Tomás Raimondi que dota a su personaje de sensibilidad, sin perder la credibilidad. Germán De Silva es otro de los puntos altos de la película. Su Sánchez es tan reconocible como adorable, sobre todo para los que tienen más de 35 años, en tanto y en cuanto adopta ese tono paternalista y cariñoso con el joven miembro de la manada.
Párrafo aparte para los personajes secundarios que abren el abanico a historias que serían dignas de indagación. Carlos Defeo –el cartero silbador-, Edda Bustamante –la señora Grois-, Jorge Prado –un portero de edificio-, Marta Lubos, Germán Palacios –sus cinco minutos en pantalla son conmovedores- y Enrique Dupont brindan el toque de experiencia para brillar desde sus participaciones.

De contundente simpleza y cadencia acertada en su desarrollo, «Cartero»  tiene todo en su lugar. Desde las actuaciones hasta su tiempo de duración. Todo esto pone de manifiesto las bondades de una película que linkea pasado y presente con precisión.
Al finalizar la función, se armó una conferencia de prensa en la que estuvieron el director de la película Emiliano Serra, el guionista Santiago Hadida y los actores Tomas Raimundi y Gabriel Rosas. 

Gabriel Rosas, Tomas Raimundi, Emiliano Serra y Santiago Hadida en la ronda de prensa 
-Es muy interesante que la película termina donde empieza la mayoría. Al final se entiende el porqué de la toma de decisión del protagonista. 
Emiliano Serra: Si Hubo varias líneas para trabajar el guión. Una era la historia de amor, después la otra, más política, de los carteros y la calle. Quisimos que la historia de la chica se desarrolle más al final. Desde el inicio fue esta decisión.
Santiago Hadida: Al llegar al final, hay algo romántico pero también está la coyuntura política, con la empoderación correspondiente. Por eso se dilataba tanto la develación de la motivación. También estaba el contexto muy al frente. Era el aprendizaje del joven.
ES: Además, estuvo el contraste de las clases sociales. Siempre hubo una idea de flashback para esto.
-La película está ambientada en los años 90. ¿Hubo mucha dificultad para filmar exteriores y no se meta la tecnología actual?
ES: Estuvimos en el microcentro que mantiene una atmósfera noventosa. Fuimos por Plaza San Martín. Tommy era cartero y hacía su recorrido. También estuvimos en el Bauen y muchos sectores de algunas calles. Asi como políticamente está muy parecida a los 90, hay lugares muy similares. Tal como las facultades.
-Los personajes satélites son muy buenos. ¿Quedó alguno afuera?
ES: Del guión hubo alguno que tuvimos que recortar por cantidad de tiempo. Tuvimos cuatro semanas de rodaje. Varios personajes son reales, como Sánchez o Chinielo, el «cartero silbador». Mezclamos algunas cosas que tenía yo y otras que fueron inventadas por el guión. Solo una escena recortamos en las que Tommy se encontraba con su preceptor porque en montaje, nos dimos cuenta, que contaba demasiado.
Los personajes reales los fuimos sumando. Chinielo era famoso. Yo fui cartero en los 90, por tres años mientras hacía el CBC y el primer año de Imagen y Sonido. Así es que la película tiene una pincelada autobiográfica. Mi recorrido para entregar cartas era en Tucuman y Viamonte, del 0 al 1000. Mi jefe era Sánchez. No se si tan groso como lo hace Germán De Silva pero lo era. Tiene toda una parte de personajes reales con una parte autobiográfica.
-Tomás, ¿cómo fue hacer de este cartero tan particular?
Tomas Raimondi:  Al haber nacido en CABA, el mayor desafío fue el asimilar que estaba mirando la ciudad por primera vez. Es más, vivo en Once y conozco muchas de las calles donde filmamos. Cuando íbamos rodando, me metía donde sabía que me podía meter. En lo que fue laburo interpretativo, hablamos mucho con Gaby, entre toma y toma, que me tiraba puntas que iba agarrando.
Gabriel RosasTrabajamos mucho previo al rodaje. De hecho, hubo un trabajo de dirección muy groso.
ES: Algunas tomas se realizaron en galerías o el Empire. Hay alusiones a Scandal, que era un cabaret en los 90 –y tenía en mi recorrido de cartero- pero la hicimos en el subsuelo del Bauen. Filmabamos y salíamos todo el tiempo.
-¿Qué sentís al filmar una película ubicada en los 90, en el marco de una coyuntura política similar a la de esos años?
ES: Hasta esta película, hacía documentales. En esta ocasión, era muy complicado hacerla como documental pero nos habíamos planteado con Santiago que tenía que tener una carga política muy fuerte desde la ficción. La empezamos a escribir hace cinco años y la realidad de lo que nos iba pasando asi como el inconsciente colectivo de la gente se empezó a enterar que ocurrió con el correo. Al momento del rodaje, vivimos todo el tiempo el paralelismo de las coyunturas. Los vagabundos no los pusimos nosotros. Estaban de verdad viviendo en la calle. Es una película de un momento de crisis. Además, alusiones como “retiro voluntario”…
-La película describe el pasado con una ficción…que refleja la realidad de hoy.
ES: Nosotros queríamos que quede con una carga política y que llame a la reflexión. Cuando se la vio en el BAFICI, una de las críticas decía que “vimos la película, salimos a la calle y había vagabundos”. Si, eso queríamos mostrarlo. Tampoco nos imaginamos que iba a ser tan fuerte lo que pasó en estos cuatro años pero iba pasando. En el medio del rodaje, en la escena en que Ochoa le dice a Sánchez que van a ser socios, lo vimos en C5N con trabajadores del correo estaban volviendo con una promesa que era un chamuyo. Ellos mismos lo contaban. Ni hablar del precio del dólar.
-La peli recibió varios premios…
ES: Si. Tomas recibió la Mención Especial del Jurado por su actuación, BAFICI (21º), y el Premio Carlos Carella a Mejor Actor en Competencia Oficial de Óperas Primas en el Festival de Cine de Puerto Madryn (MAFICI). Después ganamos en el MAFICI el Premio Argentores a Mejor Guion y el Premio Patacón a Mejor Actor a Carlos Defeo.
Ahora la película está girando por varios lados. A mediados de noviembre me voy a Ginebra. En las proyecciones se charla bastante, produciéndose un ida y vuelta interesante. Los festivales tienen eso, de acercarnos a la gente.
-¿Cómo va a ser explicar lo que es un contrato basura, que para nosotros es común, no lo es en otros países?
ES: Es un buen punto eso. Veremos en Ginebra. Hay cosas universales como los despidos pero debemos explicar. Es algo que me intriga, cuanto de esas partes van a ser entendidas fuera del país.
SH:También hay cines como el de Ken Loach o el cine social. Nosotros le decíamos “cine de crisis” que cuente una crisis política.
ES: El de Ginebra se llama “Filmar Latinoamerica” y van ocho pelis del continente. Es raro que justo caiga en Ginebra.
-El guión tiene líneas de diálogo que, de alguna manera, se dicen una sola vez y demandan atención. Por ejemplo cuando el cartero tiene relación con una empresa de jubilación privada y sus compañeros que lo acusan de ser un “topo”. «Vos venis a cagarnos el trabajo». Sin darse cuenta lo es.  
ES: Eso fue un poco lo que pasaba. En ese momento no lo leía de esa manera pero era así. Eramos una tanda de pendejos que nos metieron a laburar ahí. Era el tiempo en que elegías la jubilación privada. Tenías que mandar una carta si elegías reparto o alguna jubilación privada como Consolidar, Siembra, etc. Ahí entramos unos cuantos a trabajar por una pasantía de tres meses. Después me quedé. No conté tanto en la película lo que era el ambiente político de esa época. Mucha marcha, mucho sindicato. Después, con los pequeños datos, quisimos ser delicados y no contar tanto detalle. Que las cosas se vayan armando. Intentamos jugar con el guión con el miedo de la carga política asi como también la relación con una chica y con sus pares. Nuestra generación vino a ser la causa de una ruptura que era sistemática. El futuro del personaje de Hernán Sosa está en otro lado. Por eso, agarra lo que queda de ese derrame, producto del quilombo. Ante la sociedad disuelta, encuentra una salida. Entra un mundo que se esta desmoronando y se construye un nuevo camino.
SH: Además, en esa época, era más fácil estudiar y laburar que ahora, que están con trabajando en Glovo en vez de ir a la facultad.
TR: Hoy en día, la precarización laboral está aniquilando a los jóvenes. Tenemos que elegir entre estudiar o trabajar a través de una aplicación en el celular en la cual te puede matar un colectivo y no pasa nada. Muchos de mis compañeros de carrera (estudio actuación en la EMAD) se cuelan en el subte porque no pueden pagar la SUBE o los más grandes llegan, rascando la olla. El trabajo es asesino y alienante ya que solamente se sobrevive. Ahora la precarización está legalizada.
-Cómo fue contar con Gustavo Santaolalla para la música?
ES: Trabajé con Gustavo como montajista y editor. Vengo trabajando desde hace algunos años con él editando cosas. Me habían quedado varias músicas no-famosas, que no salieron en discos, inéditas. Hablé con él para preeditarlas y al final, terminamos laburando juntos esas maquetas a las que les hizo algunos ajustes. Es muy generoso y me dio una gran mano. Montar sobre su música es divino. Con la canción final, siento que se redondea todo en la película. Le agradezco mucho su ayuda.
 

Clima distendido para hablar de «Cartero»

-Es por el revival noventoso que la convocan a Edda Bustamante?
ES: Si. Trabajé en “Tesoro mio” de Sergio Belotti como asistente de sonido. Le poníamos los corbateros y nos decía un montón de cosas. (risas) Siempre nos quedó eso. En realidad, cuando escribimos el libro, la Señorita Grois iba para el lado de Esther Goris. Por eso el «Grois». Además, vivía en Tucumán al 800 y tenía el buffet abajo. Cuando dijimos Edda, tanto Santiago como Gabriel cooperaron mucho en la parte actoral. La llamamos y dijo todo que si. Fue muy divertido y quedó divino en la película. Tomas no la conocía ni sabía del ícono que era. Cuando arranca toda la secuencia, se nota en la cara… (risas). Igual, el ser cartero era eso de ir todo chivado y de repente ibas a ver a la chica que te gustaba, tal como pasa en la película. Una vergüenza constante. Queríamos que se notara eso.
Algo similar pasó con Germán Palacios, que fue otro gusto que nos dimos. Además participa en un momento que es bisagra en la película. No le dimos el guión y tuvimos mucha confianza en lo que podía improvisar. Le contamos con Gaby lo que queríamos y de repente empezó a concentrarse, a entrar en trance. Nos corrimos, la grabamos y quedó la toma uno. 
-Además, se armaron un muy buen elenco de actores de calidad.
ES: Si. Con Marta Lubos, Carlos Defeo, Jorge Prado, Martín Coria –los dos hacen de porteros-. Pudimos juntar un montón de gente talentosa y divertida. Para mi, hacer una película es un laburo en equipo. Los técnicos, los actores y entre todos, es muy importante para lograr todo lo que se logró en el rodaje. Hubo un compromiso muy fuerte y se nota en la peli. Esos personajes secundarios que terminan siendo muy importantes, con vida propia.
-Es notoria la química que hubo entre Germán De Silva y Tomas.
ES: Nos reímos mucho con Germán. La pasamos muy bien. Le dimos el guión, tiró el primer texto y le dijimos “No hables más. Nos vemos». Se entró a cebar y nos divertimos haciendo el trabajo. El personaje se le amoldó por completo. Creció mucho la relación con él. Sanchez es muy importante en el inicio de la película. No pudo venir porque está filmando afuera. Por suerte está filmando bastante. Hizo hace poco una tira para la tele. ES un gran actor y ayuda mucho a las películas argentinas.
Queríamos que exista esa relación de “legado” en cuanto transmisión del trabajo. Digamos que hay una generación ausente y abuelas. Por eso quisimos marcarlo con la abuela de Sosa y con Germán también. Por más que muchas veces le da “ordenes” son como un cuidado. Pasa de una prohibición a algo más amoroso.
SH: Esto va a pasar y pasa porque ya lo vivió antes. También se habla mucho de los códigos. El tenerlos y romperlos. Lo pensamos. Fue una de las cosas que marcamos bastante.
TR: En los ensayos me pasó eso, el escuchar a Germán y yo, quedarme callado. Tiene algo de transmitir a los jóvenes sus enseñanzas. Esa relación existió con él y también se pudo ver en la película.
Ficha técnica:
Dirección: Emiliano Serra. Guion: Santiago Hadida. Con Tomás Raimondi, Germán de Silva, Iván Masliah, Macarena Suárez, Jorge Sesán, Germán Palacios, Edda Bustamante, Carlos Defeo, Enrique Dumont, Alan Daicz, Gabriel Rosas, Marta Lubos, Martín Coria, Luciana Dulitzky, Diego Vegezzi, Jorge Prado, Hector Bordoni. Productora: Sombracine Srl. Productores: Alberto Masliah y Daniel Chocron. Productor Ejecutivo: Alberto Masliah. Música: Gustavo Santaolalla. Dirección de Fotografía: Manuel Rebella. Dirección de Arte: Marina Raggio. Vestuario: Gabriela González. Montaje: Emiliano Serra. Diseño de Sonido: Rodrigo Merolla. Mezclador: Roberto Migone. Jefe de Producción: Cintia Micheletti. Asistente de Dirección: Sergio Suárez. Distribuidora: SANTA CINE. Calificación: ATP. Creativo afiche: Martín Oesterheld. Con el apoyo de – INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Años: 2019. Duración: 80 min. 2K. Color. Idioma: Español. Género: Drama. Nacionalidad: Argentina
Cines: Malba (Sábados 19.30hs), Cinemark Puerto Madero (13.50, 18.10 y 20.20 hs) y Soleil (13.30, 18 y 20.20 hs), Gaumont (14.30 y 21 hs), Cine Universidad Mendoza (20 hs), Espacios INCAA, Cine Municipal Select La Plata (jueves, viernes y sábado 16 hs, domingo, lunes,  martes y miércoles 21.30 hs), Cine Unicen Tandil (domingo 22 hs, lunes 18 hs), Cine Teatro Victoria / Victoria (viernes y sábado 22.30 hs), Cine Teatro Pico / Gral Pico (jueves y viernes 22.30 hs, domingo a las 20 hs, sábado 18 hs, lunes, martes y miércoles 20.30 hs), Centro Cultural Cotesma / San Martín de los Andes (jueves y viernes, 20 hs; sábado y domingo 19.30 hs), Sala Teatro La Rosada/ Puerto Madryn (jueves y domingo 21 hs), Circulo Italiano Villa Regina (viernes y martes 21 hs).
Trailer:

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