Dos y Dos

En los últimos días, la sociedad se vio sacudida por distintos acontecimientos que golpean a cierta mentalidad bien pensante, cercana a mentalidades propias del siglo pasado.

Por cuestiones de tiempo, no pude ir a la marcha a favor de la Ley de Matrimonio. Mucha vieja chusma de barrio y hombre machista por antonomasia, apareció con la pregunta “De donde salieron tantos? Antes no había…”. Al contar que fui a un par de marchas a favor de los derechos de las minorías sexuales o que en la marcha contra la visita de George W. Bush, fui con mi novia a la columna de la CHA, siempre me preguntan “vos sos gay” y si no sos gay, ¿para qué vas? Ahí trato de contar hasta diez antes de hablar porque es enervante este tipo de preguntas/comentarios. ¿Acaso la participación de uno solo se debe basar en lo que afecte directamente a su propia persona? 

El famoso poema de “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista/ Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio porque yo no era socialdemócrata/ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista/  Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté porque yo no era judío/ Cuando vinieron a buscarme,no había nadie más que pudiera protestar” se repite como ser civilizado bien pensante pero no se acciona al respecto. Como siempre, nadie se mete ni participa a menos que le estén destrozando la puerta de la casa. Antes todo el mundo tenía un amigo judío para que no lo acusen de antisemita, ahora se tiene al “amigo gay”.


Pregunto ¿puede una persona, que no tuvo –teóricamente- sexo en su vida y que pertenece a una institución inquisidora, acusada de pedofilia entre tantas cosas, levantar la voz para opinar sobre si está bien el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto, los derechos humanos y todo lo que se le ocurra que está fuera de su ámbito religioso?
Pregunto esto porque sostengo que si hubiese un partido de fuertes bases religiosas, que obtiene una mayoría electoral, elegida por los habitantes de un Estado, ahí si se estaría en condiciones de plantear todo lo que plantea. Tendríamos un país de fuerte raíz teológica, es cierto pero por lo menos elegido por sus habitantes. Aquí no es el caso. A título personal, dudo mucho que un partido religioso en nuestro país tenga la predominancia que puede tener en otros lugares como Israel (una sociedad democrática -que guste o no su política, es harina de otro costal- en la que los partidos políticos deben «transar» si o si con aquellos de fuerte contenido religioso para formar gobierno) o Irán (un Estado teológico que basa la Ley del Estado en la Ley Religiosa) por citar dos ejemplos bien reconocibles. Pero ojo, no tentemos a nuestra población que es capaz de las decisiones más inverosímiles.

Además, la idea de que el matrimonio de personas del mismo sexo sería el fin de la reproducción entre los humanos, tiene la misma solidez que aquella opuesta al divorcio. No hubo una avalancha de divorcios ni nada por el estilo. Por otra parte, el que se establezca esta ley no implica la conversión automática de la población entera en gays y lesbianas. ¡Por favor!

En todo caso, me parece más importante el análisis del porqué de la caída de la institución “familia” o el por qué muchos matrimonios no quieren tener hijos pero antes que nada, siempre teniendo en cuenta el respeto a la decisión personal del individuo sea cual sea. Si quiere amar a un hombre, una mujer, si quiere tener hijos o si no lo desea. En tanto y en cuanto se ponga en duda la libertad de decisión de la persona y el respeto a la misma, no se va a obtener una sociedad seria y democrática. 

Al respecto, ¿la sociedad de la Grecia Antigua, tan respetable y que legó tanto a la historia de la humanidad, era heterosexual?


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