Floresta, las cacerolas y el fantasma del comunismo

Decían que «un fantasma recorre Europa…» y parece, ha llegado a nuestro país. Usted, querido/a lector/a preguntará si es por el Covid-19, más conocido como Coronavirus. ¡No! ¡Error! Nos estamos refiriendo al comunismo. 
Si, si. Las banderas de color rojo, una hoz y un martillo con las ideas de Karl Marx, que atraviesan a personajes como Lenin, Trotsky, Fidel Castro y el argentino Ernesto Guevara. La palabra «revolución» forma parte de su folklore que repiten hasta el cansancio, como un mantra. 
Como no podía ser de otra manera, las redes sociales se hicieron eco de esta situación al convocar a una jornada histórica. La convocatoria era la realización de la #MarchaDeLosBarbijos para cacerolear en las esquinas del país, por la utilización de la cuarentena con el fín de mantener a la población en casa. Obviamente manteniendo la distancia prudencial de metro y medio para evitar contagios para decirle “No Al Comunismo”.

Fuimos con Mr R -de quien preservamos su identidad- un amigo y colega periodista a recorrer las calles de Floresta en esta cruzada contra el zurdaje convocada por las redes sociales. El enemigo rojo amenaza a la Patria y no podemos estar ajenos al respecto. La noticia de los ciudadanos convocados en las esquinas de los barrios iba a ser un mazazo para la dictadura peronista-bolchevique encabezada por Alberto Fernández, guitarrista de rock devenido presidente. En realidad, todo está manejado tras bambalinas por la yegua, a quién no vamos a nombrar por motivos obvios. Además, caía justo el día de cumpleaños de la más innombrable de todas. Por eso, era menester el éxito de la convocatoria en un día tan caro a la liturgia de… “ellos”.

Desde la mañana temprano, algún vecino manifestó su predisposición al cacareo (digo, caceroleo) patriótico al colgar pancartas en la puerta de su negocio, abogando por una rápida salida del denominado “aislamiento social y obligatorio”. Nos sorprendimos con la persiana de su negocio cerrado –una agencia de quiniela- en la que brillaba su prosa a través de sendos carteles que manifestaban su parecer frente a la situación. Algunas personas leían con cierta incomodidad. Un empleado de una empresa de agua gasificada esbozó una sonrisa irónica y un tanto despreciativa. Una vecina dice “Justo este viene a hablar de legalidad y hacer las cosas bien”. Como buen periodista, empecé a recabar datos de este noble ciudadano que pide por la seriedad como norma de conducta política frente al ataque de la chusma. “Este tipo pide legalidad pero ¡bien que terminó acostándose con la esposa del encargado del edificio de acá a la vuelta!” dice un comerciante de la zona. Otro afirma “No tiene códigos. ¡Hasta desapareció por un tiempo del negocio porque había uno que lo quería cagar a trompadas! Un tercero lo califica con exasperación “¡Cagón, hacete cargo!”. No importa. Las acciones de los hombres puertas adentro pueden ser juzgadas solo por los ojos del Todopoderoso, excusa el articulo 19 de la Constitución Nacional cuando la hipocresía quiere meter la cola.
Vale decir que Floresta es un barrio que tiene una población variopinta. En sus orígenes, las comunidades judía y árabe se hicieron presente además de españoles e italianos. Con el paso del tiempo, llegaron coreanos, laosianos, chinos, eslovenos, ucranianos así como los hermanos de la Patria Grande como peruanos, bolivianos y paraguayos. Últimamente, senegaleses y venezolanos se unieron a la familia florestense.

Pero hoy era el día. 
Primero se convocó a las 18 hs pero, sin saber porqué, las tropas de los ciudadanos honestos, probos y verdaderos defensores de la democracia brillaron por su ausencia.
Nos apersonamos a las 20 hs, en la esquina de Mariano Acosta y Rivadavia, esquina neurálgica de Floresta para poner nuestro cuerpo y alma para combatir a los «rojos» (comunistas, no hinchas de Independiente) pero no hubo caso. Estábamos solos en esta patriada.
Ubicada estratégicamente en el balcón de nuestra morada, mi pareja (nada de «compañera»…o «camarada») me contó que solamente la vecina del 7-D, una mujer que no se caracteriza por ser un derroche de inteligencia, fue la única que enarboló la cacerola y la hizo sonar por….dos minutos y fracción antes de cansarse y guardarse para otras batallas por venir.
Al pasar por el cine Gran Rivadavia, desde una torre que está justo enfrente, se escucharon patriotas batiendo las de acero inoxidable para manifestarse. Lamentablemente, duró nada más que dos minutos, sin poder superar el record de la vecina del 7-D.
Fuimos por Rivadavia hasta Lacarra, otro punto central de convocatoria. Vimos al colectivo 92 partir a Retiro y al 2 hacia Aduana pero de las huestes libertarias-globoludas-defensoras de la Patria exclusiva, ni noticias. Es más, había gente que caminaba sin percatarse que hay “una estrella roja volando sobre Argentina”, como cantaba Calamaro en los Abuelos de la Nada, al tiempo que podían pasar mil horas -¡cuac!- sin que nada ocurra. ¿O habrá sido una repetición del tan mentado arribo de los “tanques del general Alais” que nunca llegaron?
Avenida Rivadavia ignoraba todo lo que se cocinaba en su atmósfera. Desconoció los peligros del bolchevismo y siguió su rutina. 

¿Qué hay una pandemia?¡¡ A quien le importa si hay que luchar contra el comunismo!! ¿¿Que estamos más o menos bien en la lucha/prevención contra el Covid-19? ¡¡No me interesa!! La vida no importa. Quiero salir a consumir en nombre del  capitalismo. ¿Qué la villa 31 tiene muchos casos de coronavirus al igual que en un par de geriátricos? ¡¡Son viejos y villeros!! 

Me despido de mi amigo y colega R y parto rumbo a mi casa con el amargo gusto de la derrota. Nos ilusionamos que, a las 21 hs, después de cantar las estrofas del Himno Nacional, sonaría alguna cacerola. Nuevamente la decepción se hizo presente. Nada de nada.
Ni hablar de las redes sociales. En Twitter hubo algunos que llegaron a postear alguna que otra “de teflón” sonando perdida por el cielo porteño al tiempo que se aseveraba que “no fue un fracaso”. Nada peor que resaltar algo para terminar de confirmarlo.
Algún que otro bolchevique apátrida se sacó una selfie y la posteó diciendo que iba a “luchar contra el comunismo y no había nadie”, con fotos de su barrio y un colectivo partiendo raudo a su cabecera….
Hay un viejo chiste que dice que va un hombre conduciendo su auto a alta velocidad por la autopista. Desde la radio escucha “Tengan cuidado! Hay un imbécil circulando a contramano por la autopista a más de 100 kms/h”. El conductor mira asombrado y dice “Uno? Es mentira! Son miles!!!”. 
Algo similar pasó ayer. Revolucionarios de balcón donde la cacerola hace ruido pero no deja más que un noble elemento de cocina machucado, víctima de manos llenas de odio e ignorancia. Caprichos de quienes se piensan (y creen) algo que no son o pertenecen a un círculo o sector social que solo posaría sus ojos en ellos/as, para usarlos y despreciarlos/as. Defender a aquellos que “nunca te invitarían a tu mesa”. Inentendible. Con ironía, recordamos que “Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo”, tal como dijo un tal Groucho….¡¡Marx!!
#Fracacerolazo #FracasoHistórico  

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio