Con todo el clima de ebullición terminado, después de la sanción de la ley del Matrimonio, uno se queda pensando en todo aquello que salió a relucir por el simple hecho de mantener un status quo involutivo en sus formas y contenidos. Más aún porque hay quienes saludan a otros, sin ocultar fastidio/maldad/resentimiento/ironía con un “ahora te podés casar, je!”
A la pacatería argentina, le gusta mantener en pedestales a aquellos que, más allá de sus contradicciones pecan de una egolatría tan grande, que aman escucharse como cantos de cisnes.
Mirtha Legrand es una de ellas. Desde chico que uno ve a esta señora hablando a la hora del almuerzo, enarbolando banderas que atrasan treinta años como mínimo. A esto le suma una intolerancia indisimulable a lo que no es lo que ella dice y mantiene como defensora de las buenas costumbres de nuestra Patria. Con la famosa pregunta que le hizo a Roberto Piazza con motivo de un almuerzo en torno al matrimonio igualitario, ahí terminó de redondear una serie de bravuconadas que venía desde hace un buen tiempo y que pocos le hicieron ver.
Desde el famoso “se viene el zurdaje” (recordemos que “la señora” con el derechaje la pasó bárbaro –milicos y bailes de CSM en su living incluídos-) hasta esta nueva teoría retrograda con respecto a abusos de niños, muy pocos se habían osado a decir algo en contra de ella. Uno, que nunca será invitado por ella, desconoce el porqué de la falta de crítica hacia sus dichos, como si fuera una especie de “pax armada” con otros medios. Todos los que dicen defender la democracia, la libertad de expresión y demás, ¿siempre le dijeron todo que si? ¿Solo Cecilia Rossetto fue la única que se levantó de su mesa por la cantidad de idioteces que dijo con respecto a los desaparecidos y a la Dictadura? Ninguno de los periodistas que suben a recibir el Martin Fierro y hablan de la democracia y demás, ¿no le dicen nada a la Señora? ¿¿¿Tanto miedo le tienen???
No hace falta recordar lo que dijo con respecto a la pena de muerte y la mano dura y qué actitud tomó ante cualquiera que se atreviese a contradecirla. Alli tuvo aliados como la gran arqueóloga, buscadora de dinosaurios vivos, Susana Gimenez y al fabulantástico creador de conciencias vacías a través del teta-culo-escándalo y burla de desamparados (¿se acuerdan cuando hacía las cámaras ocultas a ancianos?) Marcelo Hugo Tinelli.
La excelente canción de Charly Garcia, del álbum de Seru Giran, “Bicicleta”, en la que criticaba a los tangueros, es extensible a todos estos ídolos. Veamos algunos versos de la misma: “Empilchan bien, usan tupé/ se besan todo el tiempo y lloran el pasado/ como vieja en matinee”, o “Miralos, miralos, están tramando algo/ Pícaros, pícaros, quizás pretenden el poder” y “Grandes valores del ayer,/serán los jóvenes de siempre/ los eternos/ los que salen por T.V”.
Al día de hoy, Mirtha sigue llorando por el pasado, empilcha bien y será la eterna joven que sale por TV, con mucamas vestidas como tales, sirviéndole tal como una dama de sus kilates se merece. Ella sonríe y se pone en posición para disparar sus diatribas sobre la política nacional, las buenas costumbres y deber ser para su público, ávido de recibir sus máximas.
El punto aquí es que, por más que la gran mayoría anómica lo sepa, los sigue viendo y apoyando. Porque “no hay nada peor que estar afuera de lo que se habla”, aunque esto sea un vacio absoluto y carente de toda seriedad. Cuesta mucho ponerse a pensar y a usar el cerebrito que mucha gente lo tiene nuevo, por su poco uso, ya que “¿para que te vas a meter en líos?”. O peor, “es al pedo meterse”. Con esta mentalidad, la “nueva política” de “basta de confrontación” –que hace desaparecer todo tipo de debate-, se instala como garrapata.
El pasarse del “no saben lo que hacen pero lo hacen” al “saben lo que hacen y aún lo hacen” significa que estamos por un mal camino. Por más que haya algunos que digan de “seguir adelante” sin ver hacia atrás, el pasado ni lo que acarrea todo esto, no se dan cuenta del precipicio de olvido, injusticia, vacío de legitimidad para las generaciones venideras, a un par de pasos de distancia, para hacer la gran Thelma y Louise.
¡Bienvenidos al Caleidoscopio!