– Marcela, ¿hace mucho que estabas pensando en hacer este libro?
– La idea del libro surge en el año 99, 2000 aproximadamente cuando terminé la carrera de periodismo en la UNSL (Universidad Nacional de San Luis). Recién me acababa de recibir y tenía muchas ganas de hacer periodismo. Esto se dio simultáneamente a la aparición con vida de Claudia Díaz, que fue un shock por demás importante. Sobre todo porque se conocían las denuncias públicas de Nelson Madafs, el acusado del (supuesto) crimen de Claudia, sobre las golpizas y martirios que había recibido por parte de la policía para que confesara el crimen. Esto, sin hablar de las otras personas que habían estado privadas de su libertad como Marina Garay, la enfermera acusada de haberle hecho el aborto a Claudia (según la hipótesis que manejaba el juez y la policía, había muerto desangrada), su hija María Laura Godoy y su cónyuge Luis Chávez quienes también estuvieron presos.
– ¿Cómo fue tu labor investigativa? ¿Te costó recabar la información? ¿Pudiste hablar con los implicados? ¿Cómo fue la relación con ellos?
-Empecé a buscar información en el archivo de “El diario de la república”… así fui armando la crónica de lo sucedido. Luego busqué notas y artículos en Internet. Me ayudó mucho Enrique Muñoz, quien fue presidente del APDH en San Luis y me brindó documentación y recortes. También conté con la ayuda de Carlos Pereyra, el abogado de Nelson. Me contacto con él y me dio documentación relacionada al caso. Él es quién logra el fallo favorable del Superior Tribunal de Justicia de San Luis. Lo demás, son entrevistas que realicé a los protagonistas y documentación de diversa índole que me facilitaron.
Nelson Madafs |
– No hubo novedades porque tanto el Juez que tenía a su cargo la causa como la comisión investigadora integrada por policías que estaban enceguecidos con la hipótesis de un crimen y no le dieron la importancia que merecía el hecho de que una chica estaba desaparecida y había que buscarla. Claudia estaba a sólo 300 km de San Luis capital. En lugar de buscarla, estuvieron abocados a encontrar pistas de un crimen que no había ocurrido, y por lo tanto, no encontraron nada.
– Además, aparece un “anónimo” en ese marco, ¿no?
– El anónimo fue un elemento realmente sospechoso. Apareció a fines del año 1992, cuando la presión por resolver el caso era muy grande y el mismo ratificaba la hipótesis que sostenían los investigadores. Según las versiones periodísticas de ese momento, llegó a manos del Juez. Otra cosa que llamó la atención fue la importancia inusitada que se le dio, sobre todo porque lo que se describía en el anónimo no era comprobable en la realidad. Los tiempos no daban y era materialmente imposible que hubiera ocurrido todo lo que la nota describía; aborto, muerte, traslado del cuerpo, cavado de fosa, entierro, etc en el tiempo que se estipulaba.
– Al igual que con el caso María Soledad, ¿también había vinculaciones con el poder político?
-En realidad era inevitable que, en esa época (principios de los ‘90) se lo vinculara al poder de turno. Aquí se dijo que el gobernador de ese momento, el Dr Adolfo Rodriguez Saá habría dicho en un programa de televisión que había que encontrar sí o sí “algún culpable”. Lo cual, siguiendo ésta versión, esto habría sido tomado por los investigadores como una orden para resolver el caso, a cualquier precio. Igualmente, hubo también personas muy respetables vinculadas a los derechos humanos y periodistas serios que siguieron el caso, que no le dieron entidad a ésta versión. Ellos buscaron una explicación al proceder policial que apuntaba básicamente a la inoperancia de los efectivos y al modus operandi de éstos que se basaba en los apremios ilegales y la búsqueda de la resolución de los casos de cualquier modo.
– En Buenos Aires, no tuvo la misma repercusión que el caso María Soledad ¿por qué?
-Porque en el caso María Soledad Morales efectivamente se pudo probar la vinculación con el poder, y desde un primer momento estuvo esa sospecha. En cambio, lo que llegó aqui fue un eco de ese pedido de justicia, pero desconociendo realmente que había pasado. En el caso María Soledad Morales, hubo un cuerpo y un crimen horrendo y en éste, solo hubo hipótesis.
Marcela Camusso |
– ¿Cómo ves a una persona como Claudia?
-Claudia es una persona que ha logrado, después de mucho sufrimiento, vivir en paz. La veo como una víctima, primero de su padre y luego de su marido. Ella escapó porque fue lo que pudo hacer. Jamás imaginó que la policía culpabilizaría a Nelson de algo. Incluso ella lo recuerda con mucho cariño. Cuando hablé con ella, me dijo que aún después de muchos años, seguía escribiendo su nombre.
– Si te pido una descripción de Nelson ¿qué dirías de él?
-Nelson es una persona sumamente respetuosa y educada. Es muy familiero y a mí lo que siempre me llamó la atención es que no es una persona que guarde rencor. Es un sobreviviente. Intenta aferrarse a lo bueno y su lucha es día a día para sobrellevar el HIV que contrajo en prisión como las graves secuelas psicológicas. A diferencia de muchos, nunca culpó a Claudia de su desgracia, pero si a la policía y al Juez, que son en realidad los responsables.
-Según cuenta Claudia, ella estuvo con Nelson ese día y se le hizo tarde. Nelson la acompañó hasta la puerta y se fue, pero ella no entró porque vio que su padre había llegado. Imaginando la paliza o quien sabe que más, decidió alejarse de la casa. Siguió caminando hasta que a la noche la levantó un camión y fue a parar a San Juan. Allí encontró trabajo como empleada doméstica. Esa es su versión. Su madre dice que Claudia estuvo por otras provincias también y tiene serias sospechas de que Claudia pasó por situaciones y lugares en los que fue explotada sexualmente. Claudia no quiere recordar todo lo que vivió.
– Hoy en día, ¿cómo está la causa? ¿Cuál es la situación de Nelson, Claudia y los policías que lo torturaron?
-Nelson tiene una pensión por discapacidad y vive con su familia. Nunca se casó ni tuvo hijos. Cada tanto hace changuitas o cuida algún campo. Claudia vive con sus hijos en San Luis, cobra una pensión por familia numerosa y hace trabajos de artesanías que vende en el barrio. Luego que la encontró su madre, se vino a San Luis, alejándose definitivamente del marido abusador. El abogado intenta llevar a juicio a los policías que Nelson señaló como torturadores pero aún no lo ha logrado.
– Este tipo de casos sorprenden pero pudo haber pasado en cualquier lado, no?
-Creo que pudo haber pasado en cualquier lugar, ya que la criminalización de los pobres y vulnerables no es exclusiva de las provincias.
Por otro lado, la inoperancia policial y las golpizas y torturas en las comisarías sucede en todo el país. Hace poco se conoció un vídeo que mostraba las torturas que le aplicaba la policía salteña a dos detenidos. Es decir, esto de las torturas ocurrió entre 1989 y 1993, pero lo realmente escalofriante es que sigue ocurriendo. Están muy naturalizadas las palizas y los apremios ilegales en las comisarias de nuestro país.
Martes 3 de septiembre. Presentación del libro “Un paseo por el infierno” que cuenta la historia de Nelson Madafs y Claudia Diaz. Aula 43 del cuarto bloque en la Facultad de Ciencias Humanas. A las 18 hs.
Increíble la verdad que pasen estas cosas. Muy enriquecedora la nota y felicito a la autora por el libro. Conozco de este caso porque hice una tesis sobre Torturas en la Argentina y me base en este caso tan paradigmatico…..saludos desde Jujuy.