Ya habíamos ido a ver el emotivo show que fue el retorno de Los Violadores a la arena rockera del país. El Luna Punk fue ese momento que iba a ser recordado por la vuelta de la banda pionera del género en Argentina y toda Latinoamérica. Pero hubo más….
A la presentación del video sobre dicho recital realizado en el Luna, se confirmaron dos presentaciones más en Buenos Aires. Una en el Teatro de Flores y otra en Vorterix antes de partir hacia el Cosquín Rock.
Como no podía ser de otra manera, ECDL se hizo una escapada al Teatro Flores que, para nosotros, sigue siendo el Fénix, tal como se llamaba el cine-teatro emplazado en la esquina de Rivadavia y Pergamino. Más aún cuando uno vive a seis cuadras de ahí….
La convocatoria había sido para las 19 hs aunque el show, obviamente, iba a empezar más tarde. En la cola, hay quienes ya están tomando una cerveza bien fresca por el calor reinante en la calle. El diálogo entre quienes esperan para entrar y los que quieren comprar su entrada, da cuenta de quienes van a ver a Los Violadores por primera vez y aquellos que ya los han visto con anterioridad. Anécdotas y recuerdos de recitales anteriores matizan un tanto la espera. Desde uno de los coches estacionados sobre la avenida Rivadavia, sonaba el disco “Mercado indio”, como si fuera un aperitivo de lo que iba a ocurrir en un par de horas.
De a poco la gente fue colmando el teatro. Muchas remeras de bandas emblemáticas que iban desde Ramones hasta The Clash pasando por V8, Hermética, Iggy Pop, AC/DC, amén de las propias de Los Violadores. De fondo, se escuchaba ese gran disco llamado “London calling”. Hay seguidores de la primera época que sacan a relucir remeras y camperas de antaño, reverdeciendo ideales que nunca se han apagado. Se ve a algunos padres con sus respectivos hijos caminando entre la gente. Más de una generación presente en el Fénix.
A las 21.10 se apagaron las luces y se escucha el “Violadoooo, Violadooooo, Vamos Violadooo” asi como nuevas canciones vitoreando a la banda. Comienza a sonar una versión de cuerdas y piano de “Bombas a Londres” similar a la del Luna, con el coro de todos los presentes.
Se abre el telón y el inconfundible sonido de Stuka en las seis cuerdas anuncia el comienzo del show con “Revolución inter”, tema que fue cantado por muchos y pogueado por otros tantos. Era el inicio de la fiesta.
Tal como había pasado el año pasado en el Luna, las letras de Los Violadores se han revitalizado por la coyuntura. El “Crees que esto se arreglará/y que por tu vida no pasará/y no lo ves, no, no lo ves” cala hondo, y más aún para quienes sostienen que “No hay: soluciones políticas no hay/No hay…”. La letra de “Guerra total” –segundo tema del recital- vuelve a poner algunas cuestiones sobre el tapete sobre posibles conflictos internacionales.
Ubicado en un poco más atrás del resto de la banda, Sergio Gramática luce unos lentes oscuros desde la batería. Con chaleco negro, El Polaco ocupa la parte derecha del escenario mientras que Stuka, de campera y gorra negra con musculosa blanca, domina el sector izquierdo del escenario. En el centro, vestido totalmente de negro, Pil se hace cargo del rol de frontman que le calza a la perfección. El piso es un hervidero. Suenan “Por 1980 y más” y “Somos Latinoamérica” y el linkeo con la actualidad es instantáneo. La triste ironía de versos como “Hay que terminar con los explotadores/porque tenemos los nuestros que son mucho mejores./Somos latinoamericanos/y estamos orgullosos de serlo/tenemos presos políticos/desocupados y mas ebrios” juegan con la realidad para esbozar una sonrisa tan lacónica como tensa.
La ebullición es total. Muchos habían querido ir a verlos en la vuelta y no llegaron. La revancha llegó en este show –más aceitado que el del Luna- y con un calor aún mayor que el anterior. Al ser más cerrado, el contacto es mucho más íntimo y cercano con los músicos. El mosh está a la orden del día, con gente yendo y viniendo por encima del público, con una dinámica continua e inalterable a lo largo de las dos horas que duró el recital.
La seguidilla de “Aburrido, divertido” y “Comunicado 166” sube el termostato al tope. Solo se detiene con la pista que da cuenta de la presentación de la serie “Combate” que antecede a “Mirando la guerra por TV”. Terminado el tema, Pil cuenta un poco la relación con Inglaterra y su música, desmitificando la rivalidad cuando casi todas las influencias vienen del lado de las islas.
Promediando el recital, se nota que están más aceitados en tanto la instrumentación. La base compuesta por Gramática-El Polaco se la nota sólida. La guitarra de Stuka mantiene el encanto y el sonido tan personal de siempre al tiempo que Pil lleva adelante el show con la personalidad que le es reconocida.
Tras “La era del corregidor” y “Zona roja”, es el turno de “Como la primera vez”, potenciando la pasión que ya había en el ambiente. Con “Sentimiento fatal”, hacen un tema que es todo un clásico en Perú –de hecho, lo hicieron en su presentación en Lima- y lo “presentaron” ahora, por primera vez, en esta vuelta. Este es el momento en el que Pil deja un rato el escenario y Stuka ocupa el centro de la escena con su clásico “Solo una agresión”.
El calor va in crescendo tanto en el público como en los músicos. La campera de Stuka y el chaleco de El Polaco han pasado a mejor vida. Ni hablar de los lentes de Gramática. Los cuerpos sudorosos chocan en el medio de un pogo que, para muchos, era un deseo latente que se estaba cumpliendo. Varias edades se estrechan en esa danza tan propia del punk. Algunos solo sabían de Los Violadores solo por discos, cassettes o CD mientras que otros sacaban a su propio ser del arcón de los recuerdos de otros tiempos y espacios. Llamese Cemento, Palladium, el Café Einstein, el estadio Obras o la Federación de Box.
Si bien el inicio de esta ceremonia fue con una versión instrumental de este tema, ahora suena todo el poderío punk de “Bombas a Londres” seguido de “Viejos Patéticos” y “Auschwitz”. Nuevamente Pil toma el micrófono para recordar cuando los criticaron por este tema “sin haber escuchado la letra”, acusándolos de ser todo lo contrario a lo que eran.
Con “Más allá del bien y del mal”, el canto se apodera del público e inicia la última curva del show. “Quiero que se haga un pogo que llegue a la escala de Richter” dice Pil y Stuka inicia el característico punteo de “Violadores de la ley”. La ácida crítica de “Espera y veras” vuelve a sintonizar con la realidad en tanto haya períodos tan diferenciados a través del tiempo y con cambios en sus participantes que sorprenden, no gratamente. Una dedicatoria a quienes “hacían rock y ahora hacen pop” por parte de Pil suena “Están muertos”. Su letra, en relación a la gran matrix que es la sociedad de consumo en la que vivimos, se hace aún más fuerte. “Tu vida es un programa/dependes de él/Tu quieres la oficina, el banco, el taller/Estás muerto/estás muerto antes de nacer”.
La reivindicación del sentir propio frente a la colonización extranjerizante a través de diversas maneras se manifiesta en “Mercado indio”. Su “Ayer espejos por oro, hoy dólares por baratijas, imitaciones en barro/imitaciones de culturas perdidas” es vital actualidad. Ni que hablar cuando dice “Compra y venta es el presente/el futuro lo robaron” o “el pasado lo quemaron”.
Para el final, “Represión” vuelve a sonar, igual de fuerte y actual que antaño. Más aún cuando Pil llama al presidente Mauricio Macri por su nombre, vinculándolo directamente con el título de la canción y alude a los problemas de la corrupción en la AFA, previo al “futbol, asado y vino/son los gustos del pueblo argentino”.
Se toman un brevisimo respiro en el que Pil aprovecha para cambiarse su camisa negra por una remera que dice “Cuba Rebelde”. El bis se inicia con “Fuera de sektor”, sin la cortina de teclados que fue tan criticada en su momento como fundamental para el sonido de este clásico inoxidable de la banda. Stuka grita “Sin ataduras” que suena de manera instrumental, con cierto guiño tarantinesco para convertirse de a poco, en “Uno, dos, ultraviolento” en una versión que dejó sin voz a más de uno. El piso vibraba al compás de uno de los himnos punk de todas las épocas.
Termina el show y Stuka se cuelga de los hombros de uno de los encargados de la seguridad para acercarse a saludar a la gente. Otro tanto hace inmediatamente Pil que estrecha manos con todos los que estábamos pegados contra la reja que separaba ese espacio de dos metros de distancia y el escenario.
De a poco, la gente va saliendo del teatro. Los amigos que se perdieron en el pogo, se saludan con una felicidad solo entendible para aquél que lo vivió. Un fan dice “Tengo una alegría tan grande…” mientras que otros dos se abrazan mientras prenden un cigarrillo. Reencuentros de viejos conocidos al finalizar el show se matizan con algunas parejas que retratan su felicidad por medio de una selfie con el telón del teatro de fondo. Las pizzerías de los alrededores reciben a los concurrentes a la ceremonia punk al tiempo que tomaban la calle desierta de gente.
Los Violadores han vuelto para refrendar su corona de haber sido (y ser) la banda pionera del punk en el continente. Con un show tan caliente como emotivo, ponen “pausa” hasta el próximo encuentro, dentro de una semana, en Vorterix. Decir que es imperdible, es pecar de injusto ya que es prácticamente, una cita con parte de la historia del rock argentino y en castellano. Más aún cuando sus letras siguen plenamente vigentes al día de hoy. Ellos son….Los Violadores, que siguen acrecentando su leyenda a medida que pasa el tiempo. Para ser consecuentes con su propio recorrido, en su rol de pioneros del punk en Latinoamérica, nada ni nadie los pudo doblegar.