Recitales. Buenos Vampiros en Uniclub. Música para volar.

La curiosidad –cualidad en vías de extinción- es uno de los mejores aliados que se pueden tener en el periodismo. Es la que te impulsa a sumergirte e indagar en lo que se dice/presenta como “lo nuevo”. El siguiente paso es no caer en esa tentación tan difundida –lamentablemente- de la comparación en tanto todos tienen influencias varias para la realización de su propia obra. Por tal motivo, la presentación de Buenos Vampiros en Uniclub era la ocasión ideal para ver en acción –por segunda vez- a una banda que no solo cuenta con dos discos muy buenos como «Paranormal» (2019) y «Destruya!» (2022). Sus shows son calientes al tiempo que cuentan con una fuerte vinculación con su público que se caracteriza por ser por demás heterogéneo.

Llegar al Uniclub fue volver atrás en el tiempo y recordar que, alguna vez, se estuvo por esas latitudes concurriendo a la mítica Babilonia, reducto donde tocaron los Piojos, La Renga, etc, así como se presentaron el Periférico de los Objetos o Eduardo “Tato” Pavlovsky en la escena teatral. Hoy, el ambiente era distinto. A diferencia de otras épocas, el público es más segmentado, con una mayor apertura (¡por fín!). Diferentes edades y looks daban vueltas por ahí, con una proporción similar de chicos y chicas. El ojo atento divisó remeras que iban desde Pantera a The Smiths, pasando por The Cure o The Ramones. Algunos iban completamente vestidos de negro mientras que otros contaban con pelo largo y jeans más rockeros. Después, de todo en la amplia línea del medio.

Uniclub está lleno. Se ve gente en las escaleras de los costados, justo enfrente al escenario, que tiene una visión privilegiada del recital.  Una selección de música de fondo se linkea con el recuerdo de lo que era –allá lejos y hace tiempo- Requiem o el Pantheon. Prácticamente, no cabe un alfiler y eso es lo bueno. Disfrutar un concierto con el público en plena sintonía con la banda es un placer único.

Pasados algunos minutos de las 22 h, sale Buenos Vampiros. Desde el fondo del escenario, Mora Murguet banca todo desde la potencia de su batería, en perfecta sincronía con Luana Giobellina y la precisa sobriedad de su bajo. Adelante, la dupla compuesta por Irina Tuma e Ignacio Perrotta llevan adelante las voces y las melodías que salen de sus guitarras.  Abren a pura potencia con “Cada vez”. Es el fósforo que inicia el incendio. El público corea los temas con pleno conocimiento de la letra. “En la arena”, de los mejores temas de su primer disco, brilla desde la poderosa voz de Perrotta mientras que “Ya no se” tiene la atrapante languidez de Tuma en primer plano para dar cuenta de la versatilidad de las canciones. Los registros vocales son diferentes lo cual enriquece su propuesta musical.

Una pantalla brinda imágenes que se mezclan con la música y las letras. Algún cementerio y la frase “Tomorrow hasn’t happened yet” queda flotando en el aire. La combinación es más que interesante. Más aún si se presta atención a letras que van desde una introspección reflexiva hasta hechos puntuales. Catarsis en estado puro expresada de diferentes maneras. Al respecto, sube Nina Suarez para poner su voz para “14 de febrero” en otro gran momento del recital que termina una primera parte destinada a la interpretación completa de “Paranormal”.

A medida que pasan las canciones, el recital se convierte en ceremonia. Los cánticos en contra del líder liberotario gobernante suenan tanto del público como por parte de los músicos. Se agradece la toma de posición en tanto es muy contradictorio ser artista y mantenerse alejado del contexto en que vive. Más aún en tiempos en que hay rockeros “rebeldes” (¡je!) que terminaron apoyando al desquiciado y/o al domador de reposeras, posicionándose en contra de cualquier ley que brinde mayores derechos y/o inclusión.  

La banda suena muy aceitada. Fresca y suelta, con un sonido acorde. Riffs con distorsión y melodías bien definida dan cuenta de una muy buena labor interpretativa. Pura armonía en el ensamble preciso de las guitarras que juegan sobre una base indestructible. Es la combinación perfecta de climas oscuros con momentos de luminosidad en temas contundentes, de corta duración.

Tras la edición de dos discos que combinaban un estilo que iba desde el postpunk hasta el pop y el dark, actualmente se encuentra en gateras el tercer álbum de los Vampiros del cual adelantan varios temas. Es el momento de “Tengo frío” y “Caminamos” que marcan otra búsqueda. Algo similar ocurre con “Tu aroma” que es como un blues oscuro en su cadencia.

Tras la presentación de estos temas, se inicia la interpretación completa de “Destruya!”. Será con “No te metas” que inician este nuevo segmento del show. Bajan las luces y Perrotta empieza a jugar con su seis cuerdas. Un sonido envolvente que, de a poco, da inicio a los primeros acordes de “Me paralicé”. Así las cosas, casi al instante, suena de manera casi seguida, con muy pequeños intervalos, “No nos podemos ver”, “Tanques de guerra” y “El perro”, casos bien concretos de lo mencionado respecto a las letras.  

Los nuevos recitales, mejor dicho, los nuevos tiempos traen sorpresas agradables. La naturalidad de los vínculos de la banda con su público es destacable. El lugar permite el diálogo preciso, sin palabras de más. Irina identifica a alguien que está delante del escenario. Le agradece el venir y le pregunta de donde es. “Chivilcoy” responde y al instante, Uniclub corea el nombre de la ciudad. No hay banderas pero hay cercanía y proximidad. La misma que tiene otro chico que, mosh de por medio, sube al escenario, abraza a Perrotta por unos segundos y vuelve a su lugar. Al rato, sale disparada Mora de su batería para tomar el micrófono principal. Desde allí, invita a las chicas a hacer “mosh” ya que estamos en un marco de amistad en que “nadie les va a tocar el culo”. Después de eso, varias chicas toman su palabras y así lo hacen.

La fiesta continúa. “Times, they are -a- changin” diría Bob y se agradece. Que el machismo se retire y la inclusión sea una bandera es un punto a favor. Es menester desterrar una “autenticidad” mal entendida que termina siendo la piedra fundamental de los que atrasan años. Es fácil sentarse y decir “no hay nada nuevo” si no se sale del recuerdo melancólico y se cae en aquello que se criticaba cuando se tenía menos edad.  

El show va encarando su última curva. “Todo el mal” antecede a los dos cortes de difusión –con sus respectivos videos- del futuro tercer disco. Suenan la densa y cautivante “Puedo ver el mar en tus ojos” (ver arriba de este párrafo) y la rockera “No tengo idea”. No hacen la pantomima del irse y volver para el bis. Todo concluye con la reveladora “Desmotivada” y con “Verano”.

Pasó un recital que tuvo todo en todo sentido. Disfrutable de principio a fin, con artistas curiosos que buscan nuevas sonoridades en aguas transitadas. Como no podía ser de otra manera, compramos “Destruya!” en CD para poder disfrutarlo en un equipo de audio que permita apreciar su sonoridad. Desde ese lugar, mantenemos el purismo de escuchar música a la vieja usanza, y no tanto la compresión realizada para que entre en un celular. Algo sobre lo que se había referido, en su momento, Daniel Melero.

En momentos en que parece que el rock de guitarras, con buenas melodías y letras con arreglos atrapantes, queda relegado frente a la difusión excesiva de otros géneros en medios masivos de comunicación y redes sociales, Buenos Vampiros encabeza una movida de bandas de alta calidad que merecen un lugar y una visibilidad mayor. Ahora, esperar con ansias no solo la publicación del nuevo álbum sino la próxima presentación. Queremos tanto “Paranormal” como la nueva producción en CD, en el próximo concierto. Una fiesta de pura música que apunta al futuro con el capital inmejorable de muy buenas canciones.   

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