Retroceder nunca, rendirse jamás
Dramaturgia y dirección: Julio Molina. Con Mario Alfano, Lela Cabrera, Ana Gimenez, Shirley Gimenez, Fernando López, Odón Morán López, Eduardo Ramoni, Ñeco Recalde, Ana Laura Urso y Darío Valenzuela. Músicos: Rodrigo González y Manuel Sahores. Vestuario y Escenografía: Julio Suárez. Iluminación y Diseño visual: Alejandro Le Roux, Julio Molina, Julio Suárez y Ana Laura Urso.Sonido: Manuel Sahores. Fotografía: Pablo Kalahat. Producción ejecutiva: Shirley Gimenez, Julio Molina y Ana Laura Urso.
Teatro Del Borde. Chile 630. Domingos, 18 hs.
La historia siempre la cuentan los vencedores pero siempre hay otra historia. Es aquella que se omite, para no ensuciar los bronces de batallas libradas por intereses no contados. Mientras una historia se repite como loro, hay otra que está latente, a punto de explotar en su rabia contenida, por la injusticia sufrida. Así ocurre en la Guerra del Paraguay, de la Triple Alianza –o Triple Traición, como sería mejor llamarla-, en la que Argentina, Brasil y Uruguay, con beneplácito británico, derrotaron al Paraguay. Curupayty es el nombre de una batalla pero también de una puesta que es la sucesión de hechos unidos para una creación teatral y realista. Realizada a dos lenguas –guaraní y castellano-, va describiendo situaciones del lado paraguayo, donde un pueblo bravo, vendió cara su derrota. “Un guerrero paraguayo nunca se rinde” dicen mientras se relatan las hazañas en forma masacres perpetradas por los vencedores, con la venia de la civilización iluminista del progreso, enarbolada por Sarmiento. Porque los salvajes eran los paraguayos, una afrenta al progreso cuando, paradójicamente, tenían la capital más avanzada del continente.
La puesta cuenta con un vestuario preciso como pocos que, junto con una escenografía rural y una iluminación de distintos matices, conforman un todo reivindicativo de una historia que tiene más de una cara. Un arpa y un relator aportan sutiles y contundentes aportes desde sus instrumentos. Con actuaciones conmovedoras y un texto tan fuerte como emotivo, El genocidio realizado en nombre del tan mentado progreso es lo suficientemente fuerte para que la emoción –y alguna que otra lágrima- reine entre los espectadores después de presenciar tan sublime puesta. Más aún cuando la pregunta “¿por qué la tierra es roja?” sea retórica ante la respuesta de la muerte de más de dos tercios de la población paraguaya -la mayoría de los varones adultos- y la destrucción casi total del capital productivo nacional. “Curupayty” es realismo histórico puro, puesto sobre tablas, con seriedad y calidad.