La Celebración (Teatro)

Gigantismo y glamour de cabotaje

De Thomas Vinterberg, Mogens Rukov & Bo Hr. Hansen. Adaptada al ingles por David Eldridge. Presentada mediante un acuerdo con Nordiska ApS., Copenhagen. Con Benjamin Vicuña, Gonzalo Valenzuela, Osvaldo Santoro, Juana Viale (Manuela Pal), Antonella Costa, Silvina Acosta, Jorge Garcia Marino, Mara Dopaso, Alejandro Rattoni, Julian Caisson, Ricardo Rueda, Alberto Morle, Ayelen Varela, Miriam Alvarez, Adryana Baron, Carlos Said, Pia Sanchez y la participación especial de Beatriz Spelzini. Diseño de Iluminación: Marco Pastorino. Diseño de Sonido: Ivan Gregoriev / IP TEAMWORK. Coordinación y Producción de Vestuario: Carolina Ardohain. Diseño de Escenografía: Marcelo Valiente. Producción Ejecutiva: Maria Videla Rivero y Mara Guerra. Adaptación & Dirección General Luis I. Romero.

 
Teatro Lola Membrives. Av Corrientes 1280. Miércoles a domingos, 21 hs y sábados, 21 y 23 hs 

En los estrenos de los denominados “grandes” o “importantes”, en los que “uno tiene que estar”, se está haciendo moneda corriente una serie de hechos que no son muy agradables y que no tienen que ver con el teatro. Como ya ocurrió con el estreno de “Hamlet” (http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com/2011/08/hamlet-teatro.html) , se repitieron varias de las situaciones descriptas en aquella vez. No obstante, el vallado se encontraba en el medio para que las “stars” lleguen al teatro Lola Membrives y pavoneen su glamour de cabotaje.
Mucha gente llegó al teatro para ver, chusmear y exhibirse asi como otros que fuimos a cubrir un evento artístico.
Sorteamos gran cantidad de personas para llegar a una boletería en la cual una colega periodista nos dice que las acreditaciones se encuentran al costado del vallado anteriormente mencionado. No obstante, para llegar a tal lugar debemos sortear una oleada de individuos de diversos tamaños y formas en el cual un scrum de los All Blacks parece mucho más permeable inclusive.
El punto que se repite hasta el hartazgo esa idea de que “más es mejor” llegando a un gigantismo de alto grado de exhibición de poder económico que termina siendo un boomerang en tanto propuesta artística y las devoluciones al hecho teatral en si y a los actores mismos. Porque en “La Celebración”, al igual que con “Hamlet” dedicamos más líneas a lo que rodea a la obra que a la obra en si….a menos que esta sea una mera excusa para que muchos saquen sus egos al exterior y el lobby de turno se haga presente de manera grosera.
La hora convocada para los medios fue 20.30 hs pero todo esto hizo que se extienda bastante más. Cámaras de televisión, fotógrafos, productores varios y movileros iban y venían haciendo su trabajo, buscando testimonios sobre el evento que se venía. Nuevamente vemos a Darío Lopérfido haciendo uso y abuso tanto de su draculeana palidez y de las últimas siete letras de su apellido, dando notas sobre “la difusión del teatro argentino” y frases edulcoradas para oídos permeables. Estaría bueno que en sus comentarios hable de cómo el FIBA del cual es director artístico no acredita a todos los medios, los problemas que hay con las salas de teatro independiente y lo que referido a ARTEI, pero bueno, nadie le pregunta al respecto. En el hall del teatro, los invitados toman Fernet Cola y muy de a poco van ingresando al recinto.
Entramos con Alejandro (un director de teatro amigo que tuvo la amabilidad de acompañarme) y nos sentamos en nuestras ubicaciones que era justamente la última fila de plateas. No me voy a quejar por la ubicación en la tercera bandeja del Monumental pero mi reflexión va seguida de lo siguiente: está bien que uno sea de un medio no tan conocido pero que gente como Horacio Roca o Enrique Piñeyro los ubiquen cuatro filas más adelante, denota que hay algo que no anda bien. La pregunta es ¿Quién ocupa las primeras treinta filas del teatro? Ahí la respuesta puede ser variada, imaginativa o directamente provocadora de un ataque de ira.
Charlamos con una colega de una radio sobre todos estos vericuetos y le cuento lo que había escrito sobre los celulares. Un periodista sentado delante mio escucha mi verba viperina sobre el tema y se hace el dolobu. Como no todos los asientos se ocuparon, hubo quienes se fueron levantando y se mandaron para las butacas más próximas al escenario. Ojo, igual se avanzaron seis filas. No es mucho pero tampoco…poco.
Son las 21.45 y se apagaron las luces para dar comienzo a la función. El estar ubicado en la última fila me dio la pauta de ver como se maneja todo desde otro lugar no tan reconocido en las crónicas. El ida y vuelta de camarógrafos y fotógrafos fue incesante y más se notaba con el ruido que hacían sus pasos en el piso de madera.
La puesta está basada en la homónima de Thomas Vinterberg, una de las películas puntales del Dogma, allá por los 90. El elenco está encabezado por los actores chilenos Benjamín Vicuña y Gonzalo Valenzuela que son acompañados por los solventes Osvaldo Santoro y Beatriz Spelzini, junto con Antonella Costa y Manuela Pal, que reemplaza a Juana Viale quien fue operada de apendicitis. Recordemos que Cristian, Helen y Mikel son tres hermanos que vuelven a la casa paterna para celebrar el cumpleaños de Helge, el padre todopoderoso, rector de los destinos de la familia, luego del suicidio de Linda, la hermana gemela de Cristian en esa misma casa, un par de semanas antes.
La primera parte de la obra es lenta, pesada, con algún momento de sincronización de lugares con entradas y salidas de actores bien aceitada pero es un destello. El escenario es enorme. Sobra espacio y se busca como llenarlo pero en este caso, lo que falla no es la escenografía sino la puesta en si y la dirección general. Baja una mesa para iniciar el motivo de encuentro de la familia y los cables suben para perderse en el cielo del Lola. Hay un piano que está y casi nadie lo toca porque hay pistas de música grabada. La familia baila pero se ve el cartel de “Salida” con sus luces verdes. Desprolijidades que hacen a la cuestión de la obra en si.
Recién a partir de la concreción del brindis y del discurso de Cristian que es el disparador de la obra, es cuando toma más sustento y ritmo, logrando momentos de intensidad pero es poco para la pretensión que tiene la puesta. Momentos que unidos no hacen a la totalidad del concepto de una obra. Con respecto a las actuaciones, a Gonzalo Valenzuela se lo nota lineal en la composición de un personaje muy complejo como Mikel, con numerosos matices a descubrir y explorar mientras que Antonella Costa no termina de desplegar el talento que se le conoce para su Helen, la hija díscola de la familia. Por su parte, Benjamín Vicuña mantiene una solidez por demás interesante a lo largo de toda la obra. Su Cristian viaja a través de los distintos estados que vive su personaje con soltura y prestancia. Las vicisitudes que atraviesa las va resolviendo bien tanto desde lo físico como desde lo emocional, sin caer en sobreactuaciones y es Vicuña quien se carga la obra al hombro. La dirección de actores falla ya que no corrige la linealidad de Valenzuela (por citar un ejemplo relevante) o el poco vuelo de muchas participaciones que terminan nada más que “acompañando” la puesta constituyendo un desperdicio de talento. Como dicen en fútbol, el Diez es el que organiza y no el que defiende como último hombre….por más que se lo pida el técnico.
Una duda que asalta la mente de quien esto escribe y es con respecto a la participación de Juana Viale en la obra. Manuela Pal hace su reemplazo con corrección pero sin darle ese toque “personal” que se brinda a un personaje que es “propio”. La duda es que si una buena actriz como Manuela Pal no le da mucho vuelo al personaje, ¿Qué podrá hacer Juana Viale de quien todos saben sus limitaciones actorales?
Una pequeña apostilla sobre el programa de mano: En la página que se da cuenta del elenco, aparecen escritos los nombres de los actores y sus respectivos personajes, los cuales a la página siguiente, aparecen escritos de distinta manera. ¿Habrá sido por la adaptación del texto en si? Probablemente, pero lo que no puede dejarse pasar es que en el tercer párrafo de la sinopsis, se cuenta el final de la obra.
Termina la función y salimos disparados del teatro con la caída de los primeros aplausos. Nos sacan alguna fotito la guardia periodística de la puerta y caminamos presurosos por la calle Corrientes. Apenas salimos, charlamos con Alejandro sobre los pormenores de lo visto cuando aparece la cabeza de un famoso periodista (al mejor estilo de la aparición de  Marshall Mc Luhan en “Annie Hall” de Woody Allen, http://www.youtube.com/watch?v=GLJ2W6v_evY ), que nos dice “Veo que a ustedes tampoco les gustó la obra….”. 
Asi, seguimos caminando hasta Corrientes y Callao donde este periodista se interna en la Continental para comer una porción de muzzarella y fainá. 
Me despido de Alejandro y sigo hasta Rivadavia donde tomo el 8. Una noticia me alegra la noche y tiene nombre y apellido: Clemente Rodríguez.
“La Celebración” queda dando vueltas en mi cabeza con la certeza que con una buena dirección que sepa que quiere de un texto fuerte y en un teatro donde el contacto con el público sea más cercano, la puesta tendría otro cantar. Pero claro, la inversión debe sacar sus dividendos por más que estos sean más importantes a nivel monetario que a nivel artístico, ya que parece, es lo único que importa.

0 comentarios en “La Celebración (Teatro)”

  1. Me permito corregirte en lo referido al piano, quizás desde el lugar donde estabas sentado no lo pudiste apreciar, pero el actor que hace de cocinero toca el piano muchísimas veces. Coincido con que el teatro por su gran tamaño tal vez no sea el indicado para la obra. Considero que el trabajo de Luis Romero es muy bueno, más allá de los pormenores, la puesta está bien resuelta y los actores secundarios como el mayordomo y el maestro de ceremonias sobresalen justamente por ser actores formados con Luis que estudian y que por supuesto no tienen la misma escuela que los protagonistas, eso se nota en la obra pero son reglas del juego. A mí la obra me gustó.

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