El diseño del especio es excelente, con una iluminación que dota de ominosidad la atmósfera mientras que una cinta es el único contacto con el mundo exterior. La tensión de la puesta va “in crescendo” con actuaciones viscerales y con el grito a flor de piel en los personajes.
Estéticamente bella, logra captar la atención por esa violencia física y a veces simbólica, a través del lenguaje. No obstante, la dramaturgia plantea algunos huecos en los que la alusión y la metáfora terminarían reemplazando a algún hilo conductor. Esta idea es arriesgada ya que no siempre termina siendo productivo al respecto. O sea, se sabe como el principio y el fin pero al medio se lo rellena de aspectos efectivos más que contundentes a nivel dramatúrgico.
“El buen uso de las armas” es una puesta visceral que shockeará desde lo visual y lo estético.