Horacio Caletti decide visitar a su admirado profesor del Nacional Buenos Aires. Se apellida García Cháves pero le decían “El implacable”. No obstante, el encuentro después de treinta años los encuentra en situaciones diferentes y lleva el nudo de la cuestión los deseos cumplidos (o no) de ambos asi como el deseo de reverdecer algunas hojas del árbol de la vida que quedaron en el pasado. Asi, el profesor recordará lo “bueno” que era Caletti después de haberlo ignorado porque al ver las bondades de su ex alumno, Garcia Cháves vuelve al lugar que nunca (según su visión) debió abandonar.
El bronce de aquellos que educan con la obediencia a las reglas y la línea divisoria entre “ellos” y “nosotros” es muy familiar para todos los que han pasado por claustros educativos de cualquier índole y también por el “respeto a las buenas costumbres” de las familias bien constituídas y de algún que otro régimen político. El texto no perdió nada de la frescura original sino que, por el contrario, mantiene una actualidad que se extiende más allá de la idea original. Las actuaciones son correctas pero sobresale José María López, con la sapiencia que le dan los años para manejar los tiempos dramáticos de la puesta.
“El ex alumno” plantea interrogantes inteligentes y como tales, las respuestas deben estar acordes a la circunstancias.