“El jinete helado” (Teatro)

Tras su manto de neblinas

Dramaturgia y dirección: Andrés Binetti. Héctor Bordoni, Juan Pablo Anun, Tomás Landa, Carolina Ferrer y Camila Grosso. Diseño de vestuario: Celina Barbieri. Diseño y realización escenográfica: Cooperativa El Jinete helado. Música original y composición musical: Laura Vázquez. Diseño de luces: Lailén Alvarez. Diseño gráfico: Victoria Sarchi. Fotografía: Matías Stella. RRSS / CM / Diseño Gráfico: Victoria Sarchi. Arma: Piromania fx – Lanfranco Burattini. Producción Ejecutiva: Verónica Parreño. Duración: 60 minutos.

Teatro del Pueblo. Lavalle 3636. Viernes 22 h.

Por Cecilia Inés Villarreal

La literatura gauchesca tiene entre sus íconos a «Martín Fierro», aquel personaje dual que es rebelde en la primera parte y disciplinado en la segunda. Esta creación de José Hernández intenta pintar un fresco de la vida campera. Sobre todo, del gaucho como emblema del ser nacional, en detrimento del indio. En realidad, es una reconstrucción y resurrección porque, al momento del lanzamiento del libro, ya no quedaba la semblanza del protagonista de la primera parte. Ya había sido incorporado exitosamente al modelo agroexportador.

Andrés Binetti es el dramaturgo y director de esta obra satírica que se desarrolla en unas australes Islas Malvinas. Se narra una hipótesis poética sobre la última noche del gaucho Antonio Rivero, Luna y Brasido. Sucede en el año 1833 cuando los ingleses llegan a las Islas. Allí muchos colonos fueron expulsados y llevados en la Corbeta Sarandí.

Escrito en verso, con un cruce de español y gauchesca, el texto cuenta con un desarrollo atrapante. Una especie de Babel que se burla del poderoso como si Rivero fuera una especie de Inodoro Pereyra. La comedia es peligrosa y espanta los males. El mejor antídoto es subvertir el orden mediante el humor y los remates.

La puesta en escena es certera: describe el clima de soledad e inmensidad que rodea a los personajes. El paisaje escénico es despojado y ascético, fusionándose con el ingrato clima isleño. Las actuaciones cuentan con un tempo apropiado, que se conjugan con las pingüinas y sus sacos de levita. Ellas son las testigos mudas y quienes pronostican el destino irremediable.

El jinete helado tiene dosis de humor, picardía y musicalidad. Más allá de la narrativa imperante, con la que hemos crecido y nos han inculcado en el colegio, está bueno detenerse y pensar en estos interrogantes: ¿Existe un registro grabado de las voces, de los giros idiomáticos gauchos? Toda la épica concentrada en los cielitos de Bartolomé Hidalgo y en los versos de Hilario Ascasubi, delinean los contornos de estos hombres fuertes, resistentes y aferrados al suelo patrio. La romantización había cumplido su propósito: David había combatido a Goliat pero no pudo derrotar al gigante.

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