El otro Judas (Teatro)

El profeta maldito 

De Abelardo Castillo. Con Walter Quiroz, Gabriel Serenelli, Talo Silveyra, Alejandro Falchini, Livia Koppmann, Rodrigo Mujico, Manuel Vignau y Graciela Clusó. Voz en Off: Gustavo Pardi. Diseño de vestuario y de escenografía: Nicolás Nanni. Diseño de luces: Pedro Zambrelli. Diseño sonoro: Gabriel Senanes. Realización de escenografia: Gastón Nanni. Realización de vestuario: Silvia Abad y Nicolás Nanni. Música original: Gabriel Senanes. Entrenamiento corporal y vocal: Livia Koppmann. Asistente de producción: Tony Chavez, Nicolas Marciulionis y Majo Urlezaga. Asistencia de dirección: Leandro Labraña. Producción ejecutiva: Pablo Silva. Dirección: Mariano Dossena.


Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1551. Viernes, 20.30 hs.

A partir del interrogante ¿Si él no traicionó? se abre el juego a una puesta austera que descansa en un texto fuerte, que pone en duda -o al menos, llama a la reflexión- respecto del paradigma dominante que se ha mantenido desde hace dos mil doce años. 
Son las palabras las que atraen, las que llaman al cerebro y a la comprensión a hacerse presente para analizar más allá de lo dicho y politicamente correcto. Por eso no será dificil establecer cruces con ideas, ideologías y escuelas de pensamiento que fueron surgiendo a través del tiempo.  

Aqui, la imagen de Judas pasa a ser de la comunmente vista de un traidor que se regocija en su accionar, a una más compleja, en la que su acción fue parte de un plan elaborado junto con Jesús. Incluso poniendo en duda o sometiendo a múltiples preguntas (falsacionismo al decir de Popper) a la idea madre del profeta, sulfurandose inclusive cuando lo llaman como «El hijo de Dios». Inclusive, de manera subrepticia, Judas plantea la salvación del hombre por el hombre mismo, adelantándose a Nietzsche unos cuantos años. 
Es a través de estas ideas y palabras, que se apartan de la devoción ciega de los discipulos, que obedecen sin hacer preguntas, cuando el texto da su real cabida a las ideas y al deseo de mostrar una especie de «lado B», de lo escrito, creado y difundido. 

Walter Quiroz lleva con pasión y sensibilidad la cruz de este Judas inquieto y pensante, algo que se aparta de lo difundido. La escenografía, austera y minimalista, junto con una iluminación sutil, crean el clima adecuado para que Quiroz desarrolle a este Judas contestatario y obediente, lejos del estereotipo pero mostrando un lado oculto y poco desarrollado del denominado traidor más famoso de la historia de la Humanidad.

«El Otro Judas» plantea un texto fuerte y que exige algo que la religión ha dejado de lado, el pensamiento y la reflexión que enriquezca un dogma en vez de reproducirlo hasta el cansancio sin ningún tipo de crítica.

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