En la Huerta (Teatro)

Sembrando las semillas del amor
Sobre textos de John Seymour. Dramaturgia y dirección: Mariana Chaud. Con Moro Anghileri y William Prociuk. Escenografía: Alicia Leloutre. Diseño de luces: Matías Sendón. Música original: Pablo Bronzini. Asistencia de dirección: José Formento.
Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Domingos, 19.30 hs.
Mariana Chaud trae al Espacio Callejón una historia pequeña, sutil y sentida, que trasciende la puesta en si para inquirir sobre diversos aspectos. 

Estrenada originalmente en el ciclo Proyecto Manual del C. C. Ricardo Rojas en el 2011, basada en la “Guía Práctica Ilustrada para el Horticultor Autosuficiente”, de John Seymour, la puesta plantea una situación a partir de la cual, las interpretaciones se expanden como esquirlas después del impacto inicial. Ingrid, una joven socióloga se va al campo para crear una huerta orgánica. Allí es donde conoce a Pablo, el jardinero que se encargará de la huerta propiamente dicha. Esto que parece muy sencillo, esconde no solo la relación probable que pueda entablarse entre ambos protagonistas, ambos viniendo de mundos diferentes aunque uno “invadiendo” el territorio del otro. La mujer de ciudad y el hombre de campo, ¿civilización y barbarie? 

Ambos personajes dialogan, intercambian pareceres e ideas, desde las más “progres” de ella a las más “limitadas” de él, pero siempre con la tensión de quien tiene el “saber” en sus manos y si este es “académico” y “práctico”. Todo desarrollado en el marco de una huerta excelentemente creada por la escenografía de Alicia Leloutre, que no traza líneas divisorias entre lo interno y lo externo sino que lo hace un todo inclusivo, extensible a las personalidades de Ingrid y Pablo. La iluminación desarrollada por Matías Sendon brindan el marco de sutileza para los climas requeridos por la dirección y la dramaturgia.  

Estas ideas se complementan perfectamente con las estupendas composiciones que hacen Moro Anghileri y William Prociuk de sus respectivos personajes. Ella es inteligente y sensible, temperamental y frágil, terminando una relación de la cual escapa al campo, con el interrogante de si realmente le importa la huerta en si o solo es un placebo a su corazón roto. Por su parte, Prociuk es un jardinero tosco y querible, duro y sensible que pone en jaque todas las creencias de la socióloga. Ambos, con estas dicotomías y diálogos que duran lo justo y necesario, enriquecen aún más la sutil y rica dramaturgia de Mariana Chaud.
“En la huerta” es una puesta exquisita y disfrutable de principio a fin con un armónico desarrollo que pregunta de manera solapada, cuestiones que muchos bien pensantes no desearán responder.

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