La Mudita (Teatro)

Cuando el silencio hace ruido.
 
Dramaturgia, actuación y dirección general: Irina Alonso. Dirección actoral: Pablo Caramelo. Diseño de escenografía: Eva Córdova. Diseño de iluminación: Lucas Orchessi. Diseño de vestuario: Belén Pallota. Asistencia de dirección: Miranda Di Lorenzo. Duración: 60 minutos.

CELCIT – Moreno 431. Domingos. 16 hs.
 

La primera mirada es de sorpresa. Pelucas, peines, tijeras y sillas dan cuenta que estamos en una peluquería que pertenece a otro tiempo y lugar. Inés camina entre algunos objetos con cierto temor, una sensación muy común en su existencia. Corre el año 1975 y se encuentra aturdida por una vida complicada en su relación con los hombres, siempre con un persistente silencio frente a diversos hechos, esperando a que pasen lo más rápido posible. Esta forma de ver las cosas conforma el laberinto en el que vive desde su más temprana edad y es parte de su ADN. Como mujer, tenía un “deber ser” por demás marcado.


De a poco, Inés hace una gambeta corta al apodo que da título a la obra para abrir su corazón y verbalizar sus tantas vivencias acumuladas. Será a su estilo, con mesura y cierta resignación, intercalando su crónica con consejos sobre peinados y observaciones acerca de las canciones que se escuchan en la radio.
Esa joven que se convirtió en madre y cuenta a quien quiera oírla el sometimiento que vivió con el padre de su hija. Años de cultura machista en la crianza se hacen carne en su persona y posterior deshumanización en tanto socavamiento de su identidad. Esto, potenciado por el maltrato de su pareja y una hija a la que deja de ver, cortesía de artilugios legales de su ex e incapacidad propia para encarar el desafío de la tenencia.
Hete aquí que la presencia de Alonso junto con la escenografía colorida y la oscuridad del relato llevan a cabo una poderosa creación de sentido que asalta a la platea a la cual inquiere sin anestesia, aunque de manera solapada, sobre su propia historia y relaciones circundantes. El público es testigo de una narración emotiva con la impotencia de un voyeur, en contraposición de quien está entregada a su destino. ¿O podrá escapar del mismo? 

Con una actuación tan sensible como atrapante, Irina Alonso lleva a escena la historia de su tía abuela, de la que se enteró a cuentagotas. Tal como ocurre con esos secretos que se cierran con candados, más aún si implican un posicionamiento frente a una situación de violencia de género.
 
Termina la función y un nudo en el estómago –o la garganta- hacen que dos segundos pasen, tras el apagón final, para el merecido aplauso. Algún sollozo o respiración profunda se podrá oír entre los presentes. No es para menos. “La mudita” impacta a todos y todas en tanto el papel que ha jugado la tan mentada “crianza” y su “respeto a las buenas costumbres”. Las consecuencias están a la vista.

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