Nana y un cabaret muy especial para disfrutar

Francesa de nacimiento y argentina por residencia, Nana está presentado su último espectáculo “Le cabaret de Nana” en Bebop, los martes de julio. Acompañada por Mariano Sarrá en piano y Daniel Mayor en contrabajo y trompeta, combina la canción francesa con su talento y frescura arriba del escenario.  
 

– Nana, ¿cómo se dio la posibilidad de realizar este show, «El cabaret de Naná»?
-Después de haber compartido una hermosa fecha con Damsel Talk, Karina Nisinman, la directora artística de Bebop Club, me propuso retomar “Nana canta Piaf”, el homenaje a Édith Piaf que presento con Victor Simón y me ofreció todo un ciclo los martes de julio. Ya venía haciendo ciclos: en verano en Pista Urbana con artistas diferentes, y luego el de Piaf en La Biblioteca Café. Es una dinámica muy desafiante. Pensé que el formato de Cabaret que solía hacer en mis debuts en Buenos Aires, podía ser muy atractivo, especialmente en invierno, cuando cuesta más salir, que necesitamos calor y color.
 
– ¿Cómo fue la selección del repertorio?
– Fue el concepto del Cabaret Parisino que guío la selección, en una modalidad lúdica. Tomé como referencia los Cabarets de los principios del siglo XX, con las vedettes de aquella época: Joséphine Baker, Mistinguett, Arletty. Temas que me sonaban desde algún rincón de mi memoria o que encontré por ahí, y me divertía cantarlos. Me emocionaban esas canciones con plumas y fantasía, que cuentan amores y desamores de parisina. Después, agregué temas de Édith Piaf, canciones dramáticas de todo el mundo y temas míos. Quería recrear algo de la magia de los Años Locos, cuando la gente seguía muy marcada por todas las perdidas y la desgracia y necesitaba hacer catarsis y soñar en conjunto. Un poco como nosotros ahora con este contexto tan pesado de pandemia y de crisis en donde nos tenemos que reinventar.
Cada canción es como un numerito de Cabaret: historias que desvisten el alma, dejando las emociones al descubierto. Eso permite que el espectador se suba a una montaña rusa de sensaciones, sorprendido por un momento dramático, cuando el instante anterior todavía se estaba riendo.
 
– ¿Vas a cambiarlo a lo largo de estas presentaciones en Bebop?
– Sí. Si bien algunos temas quedan, el repertorio va cambiando, especialmente con la presencia de invitadas nuevas a cada fecha. Para Mariano Sarra (pianista) y Daniel Mayor (trompetista y contrabajista), es vertiginoso: especialmente ya que tienen que tocar y arreglar temas que nunca escucharon de su vida.
 
– ¿Hay chance de sacar estas presentaciones en disco o a plataformas musicales? Más aún los temas propios. 
– Muchos de los temas propios están online, ya que los tocabamos con mi banda anterior NANAeNADA (en los álbums “Volée” y “La Vie en Bleu”). En cuanto a los temas de repertorio, habría que ver. La dinámica de grabar es muy distinta de la del vivo. Sin embargo, es cierto que algunos son joyitas que darían ganas de registrar. Así que…
 
– ¿Tenes mucho material para editar? ¿En qué estilos?
– Tengo canciones nuevas sin grabar, piano y voz,  en un estilo de chanson, y colaboraciones que hicimos a distancia con un músico de Los Angeles: boleros en francés, música experimental con un músico de New York, canción rockera con un Argentino de París,… Me gusta el eclectismo, jugar con las voces.


– En tu cabaret, Christine Brebes hizo un tema con su violín en que relataba una relación tóxica y violenta. ¿Cómo estas viviendo estos momentos de cambio de paradigmas en torno a la lucha por los derechos de la mujer, en contra de la violencia de género, #NiUnaMenos de por medio?
–  Fue un lujo total que Christine haya aceptado prestarse al Cabaret. La admiro profundamente como música y creo que todos los que estuvimos presentes para su solo sentimos lo privilegiado que éramos de asistir a esta joya musical tan creativa. La relación tóxica que relataba en este caso era más con ella misma me parece, y desde el lado del humor.
En cuanto al movimiento, me parece muy importante que se concienticen las mentes. Vengo de otra cultura, en donde tuve la suerte de sentirme a la par, a pesar de las diferencias, nunca sentí el peso de ser mujer, más bien el contrario, en un ámbito social en el cuál me sentía valorada.
Del mismo modo que me parece necesaria la mixtura cultural y social en un clima de respeto, me parece fundamental que lo haya de género y que las diferencias sean valoradas y no usadas para justificar actos de poder. Me rebela toda forma de explotación humana.

Entre el Obelisco y la Torre Eiffel

 – ¿Cómo y cuándo llegaste a Argentina?
– Me instalé en Argentina hace 15 años después de varias idas y vueltas. Bailaba tango en París, y así entré en contacto con la colectividad argentina de allá y su cultura.
 
-¿Qué fue lo que más te sorprendió del país?
– Su creatividad. Sus abrazos. Su capacidad a dar ganas de hacer y crear, lo que es la definición etimologica de la poesia.
 
– ¿Hubo artistas argentinos que te han influenciado? 
– El primero fue Alfredo Arias: la primera obra teatral que ví de niña en París! Luego, los que me dirigieron: Guillermo Angelelli, Mariela Asensio, Marina Otero,… Pero también hasta Los Palmeras, jaja.
 
– ¿Cuáles son tus influencias musicales?
– Bach, Liszt, Bartok, Kurtag, el fado, el tango, Cesaria Evora, Lhasa de Sela, Portishead, la música húngara, la música africana, la cumbia, el rap,… No estoy limitada por “gurus” musicales. Sí, me gusta descubrir nuevas músicas y me fascina la música folklorica de todos los países.
 
– Pasaste la pandemia en Argentina. ¿Cómo viviste ese momento?
– Pasé la pandemia acá, sí. Recién ahí me dí cuenta de lo lejos que estaba de París y de mi gente de allá. Realmente había tenido que elegir entre dos países. Fue replantearme también sobre mi función social. Creo que a todos nos tocó profundo.
 

Pasado y futuro

-Allá lejos y hace tiempo, te vi actuar en «Lisboa». Más allá de tu versatilidad artística y retomando a Barbra Streisand, ¿sos «una actriz que canta» o mas «una cantante que actúa»? 
– Cuanta nostalgia tengo de esta maravillosa obra de Mariela Asensio y de nuestro equipo hermoso! Fue una decisión terrible no seguir con la segunda temporada de presentaciones, pero justo estaba presentando el disco Volée. Y ahí, la cantante que actúa tuvo que tomar el paso sobre la actriz que actúa.
Ser interprete significa poner todo su ser y su cuerpo a disposición. Cuando la palabra se hace música o el movimiento se hace danza. En el teatro antiguo, el coro tenía una importancia dramática muy grande, los gestos eran coreográficos. Interpretar a un personaje es ponerse al diapasón de su música y de su baile. Cantar una canción, es darle un cuerpo y una presencia. Hablar un idioma es entrar en el canto de una comunidad. Lo importante es liberar todas las voces que nos habitan o nos atraviesan.
 
-¿Cuales son tus próximos planes?
– Volver a investigar sobre el sonido en su forma grabada, y profundizar colaboraciones como la que iniciamos con Mercedes Klausner, artista plástica argentina establecida en Francia y John King, compositor establecido en New York. Seguir buscando formas performaticas e interpretativas así como nuevas colaboraciones. Viajar de vuelta también. Dejarme sorprender, siempre.
 
– Tenés un formulario delante tuyo que te pregunta tu profesión, ¿qué respondes?
– Cantante.
 
– Si no eras música, ¿qué hubiera sido de tu vida?
– Tuve y sigo teniendo otras profesiones. Hace unos 20 años, tuve un problema en las cuerdas vocales. Tuve que dejar de hablar. No pude cantar por 2 años. Ahí el silencio forzado me hizo entender que soy cantante.
 
– Si por la puerta de tu casa, entrase la Naná de 18 años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
– Ella sabía muy bien lo que hacia en aquel momento…Capaz mucho mejor que yo ahora, con menos desilusiones en el camino. A ella le tendría que pedir consejo. Así que le diría «seguí confiando, que las puertas que se tienen que abrir se abren en el momento justo. Hay tiempo si te tomas el tiempo. El instinto que te guió desde chiquita es tu mejor guía. Ir hacia el encuentro es el mejor motor, como el amor».
 
“Le Cabaret de Nana”. Martes de julio en Bebop, Uriarte 1658. A las 20 hs.

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