Mariana Chaud retoma esta situación para pintar una puesta ilustrativa de aquello que “no se habla”. Una tribu de tehuelches, encabezada por el cacique Cohanaco, encuentra al señor (Mister) Sheffer al que toman prisionero mientras aloja a Antonio Lista, un criminal chileno. La forma en que se relacionan por medio del miedo, el engaño y la influencia del alcohol –una de las tantas formas que el hombre blanco usó para “dominar” a los bravos habitantes de esta tierra-, es bien reflejada por la pluma de Chaud que no recarga tintas en la construcción de estereotipos bien conocidos sino en el relato de situaciones probadas para que se saquen sus propias conclusiones.
La iluminación y la escenografía crean un ambientación ideal donde la realidad y las visiones oníricas se dan la mano sin que queda nada descolgado. Por el contrario, crea una atmósfera de ensueño entre las limitaciones de Cohanaco y el destino real de su pueblo. Las actuaciones son solventes en tanto se ajustan perfectamente con lo requerido por un texto que no deja el humor ni la ironía de lado, con situaciones y actitudes que cuadran perfectamente con una sociedad que parece no querer ver lo que se ha hecho en este país en nombre del tan mentado progreso.