
Con “No trates de ser Eva”, ocurre la situación a la que hace mención el título y de la cual se debería aprender dicha sentencia. Con una puesta que cuenta con multimedia y una escenografía austera, el nudo de la acción se centra en la figura femenina que ocupa el centro de la escena. Esa Eva que tiene sus reproches y sus recuerdos sobre lo vivido en su paso por este mundo. Es la Eva actriz la que recuerda a la Eva del mito y del pueblo pero con la distancia que le dan los acontecimientos pasados y acontecidos. Es por eso que la actuación de Micaela Daniela Suarez es tan arriesgada y visceral. Le pone el cuerpo a los pensamientos y reflexiones de una Eva no pasteurizada, en la que las imágenes la atraviesan en el medio de su descarga frente al público. Al respecto, quizás la utilización de la multimedia no termine de brindarle la contundencia a una dramaturgia y una actuación de estas características ya que distrae en los momentos que aparece esa Madonna de la época de “True Blue”, bastante lejana a la que terminó siendo la Eva de Alan Parker. Porque, si bien Eva fue todas y al mismo tiempo, única, siempre fue clara en tanto su mensaje, sus deseos y sus pensamientos. La forma en que se desdobla entre la actriz que deseaba ser para triunfar y la que terminó siendo, es destacable en el cuerpo de Suarez que deja todo arriba del escenario.