Salomé de chacra (Teatro)

Dicotomías bíblicas y campestres

Dramaturgia y dirección: Mauricio Kartun. Con Osqui Guzmán, Lorena Vega, Manuel Vicente y Stella Galazzi. Vestuario: Gabriela A. Fernández. Escenografía: Norberto Laino. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño sonoro: Tian Brass. Asistencia artística: Lorena Ballestrero y Gabriela A. Fernández. Supervisión coreográfica: Luciana Acuña.

Teatro Del Pueblo. Av Roque Sáenz Peña 943. Viernes, 21 hs; sábado y domingo, 20 hs.
Estrenada en la sala Cunil Cabanillas del Teatro San Martin, se repone en el Teatro del Pueblo, “Salomé de chacra”, la última creación de Mauricio Kartún.
Siguiendo la línea de la excelente “Ala de criados”, Kartún continúa con su crítica a los valores establecidos por el campo argentino, extensibles a una sociedad en las que el “Civilización o barbarie” parece ser una dicotomía de imposible resolución. Para este caso, se realiza la intertextualidad entre un texto bíblico, la versión realizada por Oscar Wilde del personaje y una farsa criolla y campestre donde la palabra abre su horizonte de sentido hacia distintos confines.
Salomé vuelve de la Europa rica al campo de su padrastro Herodes, hermano «bastardo» del antiguo dueño del campo, que está casado con Cochonga, la viuda. Bella y caprichosa, la joven pide y sus deseos son concedidos por un Herodes que olvida sus deberes de padre. El que haya un anarquista rebelde, encerrado en un aljibe, sirve de contraparte exacta para marcar el campo de los antagonistas y como excusa del capricho que Salomé deseará, servido en bandeja.
Asi, los personajes brindarán un concierto de matices a reconocer en su construcción. Una madre resentida (exacta Stella Galazzi) del haber perdido los lujos y la grandeza que supo tener en aquellos buenos tiempos; un padre patrón (un gritón y fuerte Manuel Vicente) que exuda mandatos que él mismo no puede cumplir ni tampoco, llegado el caso, desea llevar a cabo y una joven bella (la sutil Lorena Vega) que, con tal de ver su capricho de clase satisfecho, no duda en coquetear con el asesinato. El relator, el anarquista y el gaucho amigo de la infancia de Salomé, encarnado con soltura por Osqui Guzmán, es el refugio de los valores en los que uno siempre creyó, como un refugio frente a los devenires de la vida moderna.

Una escenografía luminosamente roja (tanto en el sentido ácrata del color como de la sangre que correrá por llevar a cabo distintos designios impuestos por la civilización) será la adecuada junto con una iluminación y un espacio excelentemente desarrollados.
Imperdible como toda obra de Mauricio Kartún, “Salomé de chacra” es ponzoñosamente actual con la ironía y el sarcasmo de un texto riquísimo que permite ver –y disfrutar- la obra más de una vez.      

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