Teatro 2014: Lo mejor del año

El 2014 fue un año que tardó un poco en comenzar en la cantidad de propuestas teatrales, no solo en lo que respecta al teatro independiente sino a lo que es el teatro denominado “comercial”, que tiene su patria chica en lo que sería la calle Corrientes.

«Al final del Arco Iris»

Como es costumbre de este sitio, intentamos ir a todos los lados a los que nos han invitado. Si bien fue un año complicado y con una amplia oferta, se trató de cubrir la mayor cantidad posible de obras de la cartelera. Consideramos que el teatro debe ser inclusivo y que la consideración como tal, incluye tanto a una obra en un barrio periférico, en aquellos que son más propios para tal fin (Abasto, Palermo, San Telmo), el oficial o el de Calle Corrientes. Lejos de considerar a este último como propietario absoluto del término, diremos que la cantidad de bodrios y puestas de un nivel solo sostenible por las campañas publicitarias que han tenido, no se condice con la calidad dicen tener los medios de alta difusión (diarios, revistas y programas de televisión, principalmente).


A continuación, haremos mención de las obras que consideramos como lo mejor del año. Igualmente, no incluyen los unipersonales que integraran la nómina de mejores actuaciones masculinas y femeninas respectivamente.


El 2014 se inició como si fuera una extensión del 2013, con una gran cantidad de reestrenos. Se iba despertando de a poco, con una visibilidad cada vez más importantes de los musicales. Los retornos de “El club del hit” en el Tabaris y “Forever young” al Metropolitan, junto con una nueva temporada de “Casi normales” y el colorido estreno de “Priscilla” ponían al musical en primer plano en el comienzo del año. No obstante, destacaremos  lo que fue “Al final del arco iris”. La puesta gira en torno a la historia de Judy Garland, sin hacer hincapié en sus debilidades, sino tomándolas como una de las tantas partes que conformaban su personalidad. Se centró en lo que realmente importaba y no se perdió en purpurina efectista. La escenografía móvil no escatimó detalles para que la habitación de hotel pase a ser, en un santiamén, el escenario donde Judy se siente plena y dominante. La dirección de Ricky Pashkus fue exacta y precisa. Pone las cosas en su debido tiempo y lugar, dotando a la puesta de dinamismo y armonía. La dirección musical, a cargo del maestro Antonio Favero fue excelente. Con el trío que conformado con Arturo Puertas en contrabajo y Quinitno Cinalli en batería, son parte fundamental del relato. Las canciones serán versionadas con un sonido fresco, preciso y por sobre todas las cosas, actual pero sin perder la esencia que les dio origen.

«Mundo redondo»

No olvidamos a “Mundo Redondo”, en el que Roberto Peloni toma la obra musical de Patricio Rey y los Redonditos de Ricota para hacer de ello un musical. El acento está puesto en los arreglos vocales los cuales dan cuenta de dos puntos fundamentales, la calidad superlativa de las canciones y el buen gusto en la concepción de las versiones que respetan la esencia del original. La resignificación de los temas atrapará tanto a los fans de los Redondos de mente abierta asi como a aquellos que no lo son tanto. Un retorno de calidad fue el de “El cabaret de los hombres perdidos”.


Otra puesta que marcó el comienzo del año, fue  la gran “Pinedas tejen lirios”, segunda parte de la Trilogía Republicana, concebida por Susana Hornos y Zaida Rico, tras el estreno de la excelente “Granos de uva en el paladar”. En este caso, Hornos y Rico crearon, a partir de la pasión y la conciencia de Mariana Pineda, cuatro mundos femeninos en los que la temática gira en torno al respeto a los derechos de la mujer.

Las puestas relacionadas con la problemática de género y de los derechos de la mujer tuvo en “En el fondo” otra gran representante. El texto creado por Pilar Ruiz alude con madurez y seriedad no exenta de emotividad a la trata y la violencia de género, con una joven secuestrada de niña pero que, a cierta edad madura, no conoce otra vida que aquella que le han designado sus captores. “En el fondo” fue declarada «Obra de Interés para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos» por parte de la Legislatura Porteña.
«Pinedas tejen lirios»
Podría decirse que el 2014 tuvo momentos en el que el teatro saltó de la sala para intervenir otros lugares. Tal es el caso de dos gemas como “Proyecto Posadas” y “Mecánicas”. En la primera, se tomó la mítica barbería “La Época”, del barrio de Caballito, para esta sublime creación de Andrés Binetti que toma a los años 70 y la actualidad. En el caso de “Mecánicas” toma por asalto un taller mecánico de Palermo que es exacto a lo requerido por la puesta permitiendo incluso que los espectadores se sumerjan en un mundo desconocido para varios. El texto será atrapante tanto en lo que dice como en aquello que omite pero deja latente, planteando situaciones que calan hondo. La tensión entre lo que ocurre dentro de la puesta y el devenir de sus protagonistas va cobrando intensidad, ubicando a la obra en un abanico de posibilidades varias.

Con el devenir de los meses, cambió la situación. Se presentó la precuela de “La maestra serial”, que fue “La ogresa de Barracas”. Es la historia de la bisabuela de la Maestra, que había llegado procedente de Estados Unidos, convocada por Domingo Faustino Sarmiento, para educar a los “bárbaros” de la pampa argentina. El texto de Gonzalo Demaría que pone frente a frente, dos visiones que juegan sus cartas, con el “Civilización y Barbarie” como marco para dirimir sus diferencias.

Emilio García Wehbi no solo presentó “Vértigo” (combina mapping, diseño, música y actuación en vivo), junto con Maricel Alvarez en la Facultad de Derecho en la Noche de los Museos sino que hizo un pequeño ciclo de funciones de la cautivante “58 indicios sobre el cuerpo”. A partir de la extrema sencillez de la performance –ir hacia el micrófono, decir unas palabras y desnudarse-, la resignificación constante permite que el desarrollo de los acontecimientos sea tan previsible como atrapante. Hombres y mujeres se quitan de todo lo “material” para quedarse con su cuerpo y su esencia frente a todos.

«Proyecto Posadas»

“El corazón del incauto” vuelve a poner al melodrama –campero en este caso- en el centro de la escena. Aquí el dueño de la estancia se abre a otros horizontes, cuando con una peluca y un vestido de por medio, le dará vida a Ángeles, su «alter ego». El tratamiento que se realiza de lo acontecido es serio, con algunas –sutiles- pinceladas de cierta hilaridad bien entendida, que no caen en caricaturizaciones sino que sirven para aceitar el desarrollo de la puesta. Los cruces entre religión, conductas preestablecidas y deseos insatisfechos, brindan un coctel atrapante.


Hubo dos puestas divisorias de aguas, en tanto se las amaba o se las odiaba. Tal fue el caso de “Meyerhold. Freakshow del infortunio del teatro” y “Las lágrimas”. En “Meyerhold”, Silvio Lang busca rescatar las ideas de Meyerhold en interrelación con sus períodos de creación asi como con un contexto histórico. El ritmo será frenético. Una especie de “teórico-teatral” en formato de obra de teatro con un gran dinamismo en la puesta.  Con “Las lágrimas”, Mariano Tenconi Blanco se corre de sus últimas creaciones para crear una puesta bizarra, corrosiva y paródica respecto a la televisión, a los actores al tiempo que incluye a la política.

«Mecánicas»

Una puesta que es de esas que los jurados/periodistas le escapan porque no la terminan de aprehender en su totalidad es “Casus Belli” de Federico Aguilar, que estaría dentro de la línea de lo que fue en el 2013, “Curacó”. Una puesta con muchas aristas para descubrir y sorprenderse, extensible a lugares insospechados. Desde la construcción de la memoria colectiva a partir de la mirada de un niño y su crecimiento, hasta la forma en que la guerra atraviesa la vida de las personas. Todo con el movimiento constante del público entre los hechos que se suceden que incluyen imágenes y audio fe Adolf Hitler, Barack Obama, Benjamin Netanyahu y Yasser Arafat, entre otros.

Al respecto, hubo dos obras que tomaron la cuestión político-social de maneras tan diversas como enriquecedoras. Una fue “La Maquila”, término utilizado para denominar a una fábrica donde los trabajadores, generalmente mujeres, trabajan en condiciones infrahumanas, con salarios de hambre. El texto hace referencias de distinto tenor, tanto al ejercicio del poder, vigilar y castigar asi como la forma en que se lo ejerce/ejecuta. Un toque foucaultiano para una puesta absolutamente actual. La otra puesta a destacar es “La vida compartida” de Pablo Caramelo, en la que un grupo de militantes vela el cadáver de su líder, tras robar el féretro para hacer su propio velatorio privado que se transformará en un púlpito político asi como en un confesionario, con trastienda mortuoria incluida. Diatribas de diversa índole atravesadas por ideas de militancia no exentas de romanticismo y heroísmo.

«Terrenal»

De manera no tan directa pero de gran calidad, “Eso también pasará” y “Terrenal” dijeron presente. En la primera, la dupla conformada por Mariano Saba y Andrés Binetti retoma su trabajo relacionado con la identidad de nuestro país. En esta ocasión, Saba actúa y Binetti dirige, partiendo de una situación que ubica a una nave argentina con rumbo a Marte. A partir de ese momento, comienza una construcción precisa de una teatralidad exquisita. Será la lengua, el lenguaje y su (no) uso y abuso los que darán cuenta de las relaciones entre los seres.

Por el lado de “Terrenal”, la última creación de Mauricio Kartún, vuelve a incursionar en el campo argentino para entrecruzarlo con textos bíblicos. En “Terrenal”, quienes habitan la tierra son Caín y Abel, quienes están a la espera de la llegada del todopoderoso Tatita. Se pondrá en el centro de la escena a la propiedad como construcción social. Usufructo y explotación. “Tener o no tener” sería plausible como metáfora hamletiana, y a partir de allí, construir su propia identidad. A  través de la hermandad, Kartun se da el gusto de hablar de una sociedad fragmentada. “Pelear no es violencia, es dialéctica” dice en lo que parece ser una reprimenda para quienes esbozan la excusa de la “grieta” para no debatir ideas.

Además de su participación en “Esto también pasará”, Alfredo Martín presentó un joyita llamada “Diptico Kafkiano”, en la que combina “La Metamorfosis» y «El Proceso». La burocracia, el rol de la autoridad y la forma en que el individuo se comporta al respecto atravesarán la puesta tal como el original del gran escritor checo, pero en un formato teatral. La construcción de la personalidad del individuo y la forma en que se enfrenta a los problemas es excelente.

 

«Museo»

Para los últimos meses del año, destacaremos a “Museo” y “Cactus orquídea”. En el primer caso, es la vuelta del grupo Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes) en una puesta excelente. Un texto exquisito y astuto, en tanto y en cuanto saltarán a escena cuestiones referidas a lo que es el arte, la concepción de la obra y los artistas, y quienes son –desde su lugar de curadoras del futuro museo- los que determinan que es arte y que no. Una legitimización del arte al tiempo que se coquetea con la idea de innovar el concepto en tanto sea interactivo para la gente. Por su parte, “Cactus orquídea” es una delicia. Un hombre que quiere ser novelista aqui despunta su gusto por la escritura en un bar, tecleando en su notebook, su primera novela que lo aleje de su aburrido empleo de redactor de folletos turísticos de Buenos Aires. Cecilia Meijide creó una dramaturgia sublime. Con un desarrollo atrapante y personajes bien la puesta cuenta con un mecanismo aceitado que permite un desarrollo dinámico e intrigante, con un ritmo que no decae. El dispositivo escénico es excelente. El uso de una escenografía flexible –toda hecha en madera- que los mismos actores arman y desarman según lo que amerite cada momento, da cuenta de la creatividad que atraviesa la puesta. Los actores harán la escenografía en escena, pondrán luces e incluso, manipularan objetos tan bellos como poéticamente vivos como Solaris, la entrañable mascota o una flor de metal.


«Othelo»

No podemos dejar de mencionar algunas gemas del pasado año que pudimos verlas en este 2014, tal como “La máquina idiota” u “Othelo”. Humor, mordacidad e ironía son algunas de las características que atraviesan a “La máquina idiota”, de Ricardo Bartis. Atrapante de principio a fín, tiene un escenario apaisado que da cuenta que estamos ubicados de manera contigua al muro del panteón de actores del cementerio de Chacarita. Será a ese lugar a donde querrán ir este grupo de malogrados artistas que deben lidiar con sus propios fantasmas –vaya paradoja- incluso en la puerta del recinto que los albergaría hasta la eternidad. 

En el caso de Othelo, Gabriel Chamé Buendía realizó una versión tan buena como disparatada de la tragedia shakespereana que mantiene la esencia del original pero no pegado a su mera reproducción sino con una distancia  prudencial que también le permita ser original en su desarrollo y personal en su concepción. Será el lenguaje clownesco el que permita darle ritmo y humor a la obra pero sin perder la seriedad ni la sordidez.


Para el final, dejamos a “La parodia está de moda y las salas alternativas fomentan el amateurismo”. Solo a dos cráneos como Lisandro Rodriguez y Martín Seijo se les puede ocurrir una obra en la que se pongan en duda los cimientos de lo que es una obra de teatro, quien dice y lo legitima asi como plantear nuevas ideas y debates, que irán a los cimientos de Argentores.


La semana que viene, es el turno de las damas.

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