Traición (Teatro)

Más allá de Pinter 

De Harold Pinter. Versión y traducción: Rafael Spregelbrud. Con Daniel Hendler, Paola Krum, Diego Velazquez y Gabriel Urbani. Asistente de dirección y stage manager: Gabriel Baigorria. Diseño de escenografía y vestuario: Oria Pupo. Asistente escenografía y vestuario: Mónica Paixao. Diseño de iluminación: Eli Sirlin. Comunicación visual: Estudio Ka / Gabriela Kogan. Producción ejecutiva: Romina Chepe. Productor General: Sebastián Blutrach. Direccion: Ciro Zorzoli.

Teatro Picadero. Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857. Miércoles y sábados, 22hs. Jueves y viernes, 20hs. Domingos, 21hs.


Los textos de Harold Pinter siempre tuvieron un poder corrosivo respecto a los diversos interrogantes que sugerían a través de sus líneas. El llevar a las tablas las obras del laureado autor inglés requieren de un detallado estudio que vaya más allá de nombres. El laureado Ciro Zorzoli, realizador de gemas como “Estado de ira” y “Las Criadas”, se ve frente a un nuevo desafío con un elenco de fuertes nombres propios como Daniel Hendler y Paola Krum, y el siempre efectivo Diego Velazquez (trabajaron juntos en “Estado de ira” y “Exhibición y desfile”, entre otras).

La riqueza del texto trasciende la situación de infidelidad en la que Jerry y Emma tienen un amorío siendo ésta, la esposa de Robert, el mejor amigo de Jerry. La escenografía enmarca un tiempo pasado –presente de la puesta- que viajará por los años 70 y 60, con una excelente descripción de la época y con cierta frialdad que será contrapuesta por el texto en si. La iluminación crea los climas acordes para el desenvolvimiento de los actores. Esa frialdad mencionada jugará, en cada cambio de escena, con un tiempo que dejó de ser el que fue pero que se resignifica constantemente a pesar del paso de los años sin que haya mayores incidencias en los objetos. El ritmo de la puesta será entrecortado, buscando la incomodidad en un espectador que no termina de acomodarse a esta situación. Queda la duda de la musicalización respecto a su correspondencia en algunas escenas –Inglaterra, 1968- con la bossa nova que se escucha de fondo. 

Desde el momento que se va hacia atrás en el tiempo, con el corte tajante tanto en las escenas (son nueve) como en el diálogo entre los personajes, el texto exigirá actuaciones pasionalmente contenidas. Que se aprecie ese tenso palpitar en situaciones donde la culpa, el remordimiento, el deseo e incluso el amor, pugnan por dar su opinión ante lo planteado.
Esto es, justamente, lo que no ocurre. Daniel Hendler repite su tono monocorde que lo hizo famoso tanto en cine como en televisión, desde que saltó a la fama con elcomercial de una compañía de teléfonos. El relato cortado y esquemático de la obra no encuentra eco en un Hendler que carece de matices para un personaje que transita lo prohibido y lo deseado. No se aprecian variaciones más allá de elevar el tono de voz de una escena a otra, de acuerdo al estado emocional de su Jerry. Es muy poco para darle vida a los intrincados vericuetos que propone Pinter en su escritura. Paola Krum es correcta aunque, en este caso, la corrección deja de ser una virtud para ser un signo de interrogación en tanto la complejidad de una Emma que no termina de dar cuenta de la tensión que le implica ser el objeto del deseo de dos hombres y amigos. Por su parte, Diego Velazquez da cuenta de su versatilidad para darle vida a Robert sin caer en lugares comunes.

“Traición” es de esas puestas que tienen todo para ser un éxito, más aún con un texto realmente valioso y exigente pero que no termina de paliar sus déficits en la interpretación de los personajes.

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