Al presentarse como Claudio, un actor en la búsqueda de su consagración en una prueba para “Evito, el musical”, basada en la vida de Evo Morales, necesita de un “compañero” para seguir adelante con la preparación de dicha obra. Ahí es cuando recae la elección de una persona del público para que lo acompañe en este derrotero. Pero a no preocuparse. Calvo es de esos tipos sensibles que, sabiendo de lo dicho en estas primeras líneas, llevará adelante la obra con la ayuda de su ocasional partenaire. El respeto con el que tratará Calvo a la obra, al público y a su acompañante son parte fundamental de una puesta artesanal, que tiene mucho de café concert pero con un humor sano pero no inocente. De esta manera, desfilarán personajes como el director Aldo Mobar o incluso un extraño envenenamiento del primer actor por el cual Claudio accede a la posibilidad de su primer protagónico.
Situaciones y salidas con mucha gracia y humor se combinan de manera amena, con los cambios de vestuario requeridos por la puesta. Parodia y realidad se combinan en una puesta en la que el espectador elegido no es un simple testigo o soporte del lucimiento del protagonista sino que su presencia es vital para el desarrollo de la historia teatral. Allí es donde deja de ser un unipersonal sino un trabajo en conjunto con una persona desconocida, con nulos conocimientos actorales.