
Marcelo Saltal compone a un personaje lleno de cliches, en un final tan alegórico que termina desdibujado. Este hincha representaría una involución de aquél inocente fan popularizado por Enrique Santos Discepolo. Más que nada, porque aquél no quería matar a nadie ni «pasarlos por un paredón».
El gran mérito de la puesta de poner sobre las tablas a un personaje lumpen, marginal y nombrando la marginalidad por su nombre y estado. Acá se nombra a los cartoneros. ¿En cuantas obras de teatro se investigó realmente a esta marginalidad (dejada de lado) para plasmarla con recursos valederos, que no caigan en el estereotipo? Este es el mérito de la puesta.