Investigador del Conicet y profesor emérito de la Universidad de Quilmes, Carlos Altamirano acaba de editar “Peronismo y Cultura de Izquierda” (Siglo XXI Editores). Allí plantea las diferencias del Socialismo y el Comunismo con el peronismo, la relación de los montoneros con Perón, con seriedad investigativa.
Carlos Altamirano abre la puerta de su casa para una charla que aborda temas muy en boga en estos tiempos de revisionismo histórico. Su “Peronismo y Cultura de Izquierda” (Siglo XXI Editores) retoma estos temas con profundidad y seriedad.
-Carlos, ¿cómo surge la posibilidad de hacer el libro “Peronismo y cultura de izquierda”?
– No fue pensado como libro originalmente. Fui escribiendo diferentes artículos que respondían a diversas demandas. Algunos con un carácter más académico y universitario para una investigación que había realizado sobre este tema; otros fueron artículos más ocasionales pero que se conectaban con el núcleo temático de “Peronismo y cultura de izquierda”. Me propuse ver el hecho que, a partir de 1955, después del derrocamiento de Perón, en el mundo de la izquierda –y no solamente sus partidos, el Socialista y Comunista-, aparecía una resignificación del peronismo. Hubo un juicio dominante entre 1945 y 1955, que situaba al peronismo en el marco de los movimientos autoritarios de derecha que surgieron en el mundo y como eco tardío del fenómeno fascista en nuestro país. Lo que siempre perturbó de esta visión fue la adhesión de la clase obrera. En las definiciones conocidas del fascismo y del nazismo, dentro de la cultura de izquierda, entraba en cortocircuito el ver a un general nacionalista, antisocialista, que capturaba la lealtad de las masas y llevaba adelante una serie de cambios, que serán impugnados por la clase dirigente al considerarlo una amenaza. Todo esto perturbaba el juicio de la izquierda que, de todos modos, se mantuvo al juicio crítico y negativo respecto al experimento justicialista.
-El libro describe la virulencia de la oposición del socialismo más no del Partido Comunista
– Cuando se conoce el resultado del comicio del 46, los partidos antiperonistas se preguntan porqué ocurrió lo que ocurrió. El PC fue el primer partido que saca el pie de esa situación y dice “ha surgido una nueva situación política. Hay que buscar la unidad con las masas peronistas”. Poco después del triunfo de Perón, el PC cambió su estrategia. No obstante, a los ojos de Perón, el PC era una agencia soviética en Argentina. Era una minoría que no tenía mucho alcance. Diferente fue el caso de los socialistas porque a los ojos de Perón, ellos sí eran una fuerza que procedía de una tradición y tenían una historia. Él creía que buena parte de la matriz socialista podía ser asumida y realizada por su gobierno.
-“Ni yanquis, ni marxistas….”
– Correcto! De modo que el PC tiene un par de acciones en conjunto con los trabajadores peronistas. Esto no va a tener recepción del lado del peronismo.
Diferente fue el caso de los socialistas porque a los ojos de Perón, ellos sí eran una fuerza que procedía de una tradición y tenían una historia. Solo que él creía que buena parte de la matriz socialista podía ser asumida y realizada por su gobierno
-De ahí la idea que Perón tomó muchas de las iniciativas socialistas, de Alfredo Palacios para llevarlas él a cabo….
– Es cierto que muchos de los proyectos socialistas, Perón se hizo cargo y terminó realizando. El asunto es que, a los ojos de los beneficiados por esos cambios, tenían poco interés en saber cual era el origen del proyecto y quien era el agente que lo llevaba a cabo. El actor que le brindaba ese beneficio era el gobierno peronista. Por otro lado, el Partido Socialista va a sufrir una conmoción con el triunfo de Perón. La dirección se va a mantener unida, manteniendo la lucha y la resistencia contra el régimen, no importa que los votos lo hayan legitimado. Ellos consideraban al régimen como totalitario y estaban en contra de eso. No obstante, abajo, con los militantes socialistas, va a haber una gran presión por cambiar de línea y por tener otra táctica y otra actitud. También ocurre que una cantidad de militantes obreros socialistas se van a terminar corriendo a las filas del peronismo. Cuando se produce la caída de Perón, la actitud de ambos partidos será diferente. El Partido Socialista se identificará con la Revolución Libertadora pero va a tener su crisis en los jóvenes. En el caso del PC, dado que la Revolución Libertadora reafirmó su condición de anticomunista, lo puso en situación de partido perseguido. Perseguían a los comunistas y a los peronistas. De ahí que no tengan solidaridad con la Libertadora y piensen que puede haber una recomposición de las masas peronistas y comunistas. Esta expectativa no se cumpliría.
-En el libro, habla del “antimperialismo”. Ese no podría haber sido el nexo entre el peronismo y la izquierda?
– Si. De hecho, en el PC, se intenta que ese frente común sea una alianza antimperialista. Aquí es donde entra la visión de Perón y el seguimiento de una política ligada a lo que sería La Tercera Posición, con el proyecto –quizás- de una unión Iberoamericana, que no estuviera bajo la dirección de Estados Unidos pero tampoco de los comunistas. Él, unos años después, va a reinterpretar todo esto con el término de “Tercer mundo”. Los escritos de los años 60, “la hora de los pueblos” y demás escritos, van a estar en esta clave, que se va a reinterpretar a si mismo, como parte del despertar de los pueblos que ahora no eran solo americanos sino también asiáticos y africanos.
Igualmente, Perón siempre quiso estar seguro que era el jefe del movimiento. Esto va a ser más adelante, uno de los hechos con los que los montoneros va a chocar.
-Usted hace una distinción entre “peronismo verdadero” y “peronismo empírico”. Cuando fallece Perón, ahí se acaba el “peronismo verdadero”?
– No. Cree un poco la fórmula de “peronismo verdadero” un tanto irónicamente, para referirme a lo que fue, durante mucho tiempo, un elemento de la identidad de lo que llamamos “la izquierda peronista”. Ésta nace sobre la base de que hay un peronismo que tiene el poder, la mayoría en los sindicatos y controla los sindicatos más fuertes. Pero ese peronismo empírico no expresa la verdadera autenticidad y esencia del peronismo. Habrá sindicatos chicos y combativos que van a afirmar su autenticidad frente a un peronismo negociador e integrista. Se desarrolló la permanencia de un supuesto que va a llegar al punto que el propio Perón será impugnado por no representar al “peronismo verdadero”. La izquierda peronista consideraba que el movimiento era el cauce para una revolución más radical. Esto va a llevar al choque con Perón porque él no ignoraba todo esto. Él dejaba hacer porque pensaba que, cuanto más amplio fuera el conjunto de fuerzas que jugaran a su favor –no importaba cuales fueran las razones-, él aislaba a quienes consideraban sus enemigos. Perón siempre cuidó esto mientras lo tuvo a su alcance. Él era el jefe del movimiento y definía cuales eran las fronteras del peronismo. Cuando retorna, se va a comparar con Napoleón y como Napoleón, tiene una izquierda y una derecha, manejando las dos áreas, manteniendo el equilibrio de las dos fuerzas. Este equilibrio era la orientación ideológica y política. Le asignaba un lugar a la izquierda siempre y cuando estuviera subordinada a su dirección.
-Con lo del peronismo empírico, después de la muerte de Perón, ¿abarcaría tanto las presidencias de Carlos Menem y Nestor Kirchner?
-Pero mire, por ejemplo, la victoria de Carlos Menem. En el caso de Kirchner, hay esta diferencia. Independientemente de las condiciones empíricas que tiene este triunfo, fue porque Eduardo Duhalde no tenía mejor candidato y Kirchner no contaba con suficiente apoyo. Él va a empezar a obrar como si él encarnara la resurrección, por asi decirlo, del peronismo verdadero. ¿Qué sostenía el peronismo verdadero, en su faz más montonera? Que el núcleo de su autenticidad está en los jóvenes. Notablemente y vale subrayarlo, esa juventud radical y revolucionaria, dice que hay que ir hacia el peronismo porque ahí están los trabajadores y son ellos los que constituyen el agente, el sujeto de la revolución. Pero ya instalado dentro del espacio peronismo, como actores de ese espacio, van a reivindicar para si mismo la reivindicación del peronismo autentico y van a denunciar al movimiento obrero, como la patria metalúrgica, la burocracia sindical, porque el movimiento obrero era eso.
-La denuncia de los viejos popes
– Exacto, denunciándolos como traidores pero ¿Quiénes hacían eso? Jóvenes de clase media. Kirchner, de alguna manera, intento resucitar aquella idea que tenía en la juventud su fundamento, y llevar adelante lo que quedó inconcluso pero sin lucha armada y sin proyecto socialista. En lugar de hacer jugar la antinomia entre jóvenes y burocracia sindical, obtiene una alianza con el principal cacique sindical de ese momento que es Hugo Moyano.
– Lo que sale como diferencia es que los jóvenes, en el 73, se ganaron ese lugar a través de la militancia. De hecho, la campaña presidencial que lleva al triunfo a Cámpora en el 73, tuvo como actores principales a los jóvenes. Los dirigentes sindicales como Rucci, jugaron un papel más pasivo en esta campaña porque no fueron suficientemente atendidos en sus demandas por Perón. La participación activa, con la movilización en la campaña electoral en los estadios, estuvo en manos de los jóvenes, que venían de la militancia anterior y otros iban a hacer su militancia en el transcurso de esta campaña. Los jóvenes van a considerar que se obtuvo la elección y Perón pudo volver en el 73 porque ellos se jugaron “la vida por Perón”. Los jóvenes de la Cámpora no tienen un pasado militante. No ganaron su lugar a través de la militancia. Cuando se produce ese fenómeno que siguió a la muerte de Néstor Kirchner, llevó a una parte significativa de los jóvenes a ese movimiento y a prestarle su apoyo, poniendo sus expectativas allí asi como alinearse con él, en los conflictos que se desataron a posteriori. Esta es la procedencia de estos jóvenes. Al margen del núcleo representado por Máximo Kirchner, hubo un crecimiento rápido y masivo de la Cámpora que aparece por jóvenes – no pongo en cuestión su sinceridad-, dispuesto al ejercicio de funciones públicas más que a la idea de la revolución. La revolución no está en la empresa kirchnerista de hoy en día. Hay un proyecto de reformas pero no un proyecto ligado a la ruptura con el orden capitalista, como era el caso de Montoneros sino un capitalismo de orden nacional, con mayor justicia social que el capitalismo liberal, con el empleo del Estado como agente de redistribución del ingreso pero sin ruptura del ordenamiento capitalista.
– ¿Montoneros cometió el error de seguir al Perón del mito que al Perón real?
– Si, podría decirse que si. No es fácil determinar con claridad hasta cuanto creían ellos que Perón era un jefe revolucionario y cuanto de ellos creían que era su propio impulso el que lo iba a convertir a Perón en un jefe revolucionario. Creo que los montoneros tenían la idea que su activismo, su movilización y su presión podían obrar sobre Perón. Que él no iba a ser indiferente a la capacidad que ellos tuvieran de poner masas en la calle. O incluso retirarlas cuando fue el día de la Plaza de Mayo. Ahí Perón no los echó sino que ellos se fueron, confiados en que ellos se llevaban a la mayoría sino a todos. Era parte del pleito con Perón el quien movía más gente, si los jóvenes o el líder. Esta disputa no era abierta en tanto no se expresaban con los términos nítidos que uno dice “vamos a combatir por esto”. Nunca los Montoneros dejaron de decir que Perón era el jefe.
– Creo que hay una desistegmatización. Nadie quiere volver a ese ambiente, a esa reanudación de aquél combate y esa empresa. No obstante, me parece que ahora hay una reconsideración de esos jóvenes idealistas que dieron su vida por la justicia, por una sociedad mejor y sus utopías. Se les sacó la lucha armada, la acción violenta, el proyecto socialista y se hizo una representación de eso en términos de lucha por la justicia y por tener una patria más libre. La cúpula está bajo condena pero cuando Cristina dice “yo estuve como ustedes, en esa Plaza”, se está refiriendo a la Plaza de Mayo de 1974.
– ¿La clase media sigue en el purgatorio?
– De nuevo apareció una clase media antiperonista pero tampoco se sostiene porque hay una clase media kirchnerista. Voy a emplear algo que dice un amigo mio que sostiene que la única clase revolucionaria es la clase media. Es decir, la clase de donde han salido los militares, los activistas, los militantes, ha sido la clase media. El movimiento de los trabajadores ha sido por mejorar sus condiciones de vida, sus salarios, sus condiciones de trabajo, la justicia social pero no por la ruptura con el orden social. Ha sido más reformista que revolucionaria.
– ¿Los jóvenes que están militando hoy en día, van a llegar a tener un desarrollo mejor que sus antecesores, dentro de la función pública?
– Va a depender, básicamente, de la suerte que tenga este gobierno. Si el Gobierno logra superar las dificultades que enfrenta, seguro pero si el Gobierno fracasa, esto será extensivo también a los jóvenes. Está todo abierto a lo que diga el tiempo. Si la suerte del Gobierno es favorable y logra sortear las dificultades del presente, para los jóvenes puede ser considerado como victorioso en la conducción del movimiento político, nacional y popular.
Carlos Altamirano. “Peronismo y Cultura de Izquierda”. Siglo XXI Editores.
No sé cómo llegar a usted en forma más privada, pero cada vez que veo su imagen en algún programa de TV, siento la necesidad y casi el deber de sugerirle que haga un control de salud muy puntual.Le ruego mil disculpas si este mensaje le resulta molesto. dracristinaesther@gmail.com.
Soy Martín, de Paternal. Leí la nota ya que antes había comprado el libro. Me parece muy bueno el reportaje y el libro por demas interesante. Un comentario como el de Cristina Esther, es una falta de respeto. Por más que este en contra de lo qeu dice Altamirano, hay formas y formas para expresarlo.