Una pareja vive con su hijo recién nacido y están a punto de recibir la visita de los padres de él. El y ella son diferentes. Buscan mantener la pareja pero él pregunta “¿Estamos bien, no?” sabiendo la respuesta. La obra gira sobre el fin de una pareja sobre un telón de fondo por demás real. La construcción del espacio es sutil y se pasa de escena a escena con naturalidad, con un simple cambio de dos elementos escenográficos.
Las actuaciones son elocuentes y transmiten la sensibilidad de cada personaje en su dosis justa. Igualmente, flotan algunas preguntas incomodas como porque el intento de cambio es castigado y la mantenimiento del statu quo es premiado, por más que sea por demás mediocre. Estas sensaciones se perciben y sería interesante un planteo al respecto aunque sea necesario replantearse toda una educación recibida por años.
“La Noche canta sus canciones” es negra y provoca esa risa incomoda que debe abrir un camino a la reflexión. Aunque sea, por curiosidad.
