María Onetto: Las sutilezas de una gran actriz.

De a poco se fue haciendo un nombre importante en la escena teatral porteña. Con “Rompecabezas” en cine y “Un Dios Salvaje”, María Onetto se afirmó como una de las grandes actrices argentinas.

-María, cómo surge la posibilidad de trabajar en “Un Dios Salvaje”?
– Me pasaron el libro porque el perfil del personaje coincidía con algo que yo podía hacer. El hecho de que estuviera Javier Daulte es un hecho que influyó pero me parece que tenía que ver más con una intención de armar un elenco que estuviese compuesto de actores de distintos palos. Tanto Florencia como Goity son figuras más taquilleras y populares por la tele, Fernán viene con otro perfil y yo que, si bien estuve en tele, soy más conocida por el teatro. Cuando leí la obra, el personaje que habían pensado para mi, me pareció que podía ser.

– ¿Cómo fue esa lectura?
– En principio, era la primera vez que aceptaba un material contemporáneo, que es extranjera y tiene que ver con los tiempos que corren. En principio, estaba deseosa que me gustara. Es verdad que, a veces, una lee el material de manera más virgen pero estaba con mucho deseo de que me gustara. Asi lo leí, diciendo “ojala que me guste”. El personaje me gustó. La obra es un tanto ácida y por ahí, en su lectura, sabemos que tuvo puestas muy diferentes. Es más, en la primera lectura, no la encontrás totalmente redonda o el autor esconde su estrategia. El hecho de que la fuese a dirigir Javier ya era, para mi, una garantía importante. Eso terminó de cerrar la situación. Había algo muy estimulante en el hecho de que la producción fuera de La Plaza y que fuese mi primer experiencia más “comercial”. La anterior que había hecho acá, era con Alcón y tiene una impronta especial, con otro perfil. Esta obra, en cambio, es donde un poco corría más, esa situación de estar enfrentada con actuar una obra con los cuatro actores ahí adelante. El hecho de que se diera en La Plaza y no tuviera ese plus de “es una obra de Alcón” o “es una obra de Arthur Miller”….capaz que el que sea de Yasmine Reza fuese una garantía pero…

– No tendría ese nombre…
– Exacto. Además, era un riesgo ver si funcionaba o no. Tiene un tema muy riesgoso en su propuesta. En algunos casos, había que ver como le resultaba al público esa acidez.

– ¿De que se ríe la gente con la obra? No es cómica…
– La misma autora la describe como una tragedia divertida. Ese es el tono y lo más difícil de conseguir, el hecho de hablar de situaciones más oscuras o tocar temas que hacen a la familia y lo que es la vida en estos tiempos, sin un sesgo solemne o que resultara de manera extremadamente doloroso. Cualquiera de estos textos puede ser dicho de manera más profunda y dotar a eso, de otra impronta. Muchas veces también me pregunto de que se rie la gente y me parece que es algo catártico. Puede sentirse muy identificado –por demás- y no poder creer en esa forma de nombrar a las cosas de manera tan cruda. Eso lo hace reir. Hay gente que le pasa lo que te pasó a vos o a mi personaje, que es la que menos tolera el cinismo de los demás y la que apuesta a creer en algo. También es difícil de entender algunas risas. Es verdad que la gente que no se rie…con que se rían dos personas, la carcajada tiene un ruido que pareciera que son más personas.

– Una risa contagiosa.
– Si, por ahí la mitad de la sala no se está riendo y está prestando atención o recortando de otra manera las cosas y eso no deja de tener un signo. Como no se emite ningún sonido en esa comprensión pero bueno, creo que todos (aún los que se ríen mucho) pueden ver las distintas capas de la obra y eso está bueno, que es lo que nos interesa un poco.

– Hablando sobre el tema de la risa, lo que hace la obra es destrozar esa red en la que uno caería socialmente hablando, eso “del bien pensante” y la gente se sigue riendo!
– Si. Hay algo…(piensa). Lo que puedo comprender es que es algo catártico, que la gente empuja en el ir al teatro el deseo de ir a entretenerse (cosa que es muy válida el divertirse) y empuja por demás ese deseo y aún cosas que no son divertidas, le trata de encontrar un costado cómico. A la vez también si tomás conciencia de que eso que te están diciendo, puede llegar a ser verdad, es muy difícil sostener el día a día de la convivencia con esos elementos. Los mirás detenidamente…”ambicioné estas cosas y no logran hacerme felíz”.

– “Si veo que todo es mentira, me mato”
– Claro, algo donde aparece, uno diría las cosas que uno más anhela o que más se acerca a una situación de felicidad es la idea de enamorarse….El enamorarse, a partir de ahí, parecería que, obligadamente, lleva a dar una serie de pasos como el formar una familia…

Intermedio: María llega al barcito del Complejo La Plaza, con un aura de sencillez. Habla pausado al tiempo que utiliza términos semióticos como “signo” para describir situaciones. Se acerca una chica a nuestra mesa y le agradece a María “el arte que nos das”. Se acerca una chica y le dice a María “te agradezco muchísimo por el arte que nos das. Soy estudiante de teatro y vengo de familia de actores. Gracias por las clases de teatro que nos das siempre”. María se emociona…y quiere seguir rapidamente con la nota.

-Qué momento…pasa mucho?
– Si…No, no pasa mucho. Estábamos en….

– Que lindo esto…!
– La verdad que está bueno….A veces uno….La otra vez pensaba esto mismo cuando alguien quiere hacerte una nota o se acerque y te diga que actuas bien, uno lo agradece. Parece que pasa pero no. Cuando sale una mala crítica o no se valore el trabajo es demoledor, uno no termina de apreciar en su verdadera dimensión cuando a alguien le gusta lo que hacés. Pero bueno…hablábamos eso. De unos signos, de buscar el ser feliz y estar bien, que no….que después se te vuelven en contra…

– Una perdida de la ilusión….
– Si. Algo de la ilusión…de esa idea…de que si…la idea de estar bien es un trabajo bastante arduo. Algunos elementos se pueden encontrar, como en el campo de las emociones y los sentimientos es el campo más lábil. Por ejemplo, yo valoro trabajar de lo que me gusta. Esto no se toca en la obra, que habla de lo que pasa con los hijos, el deseo en una pareja…

– Va tocando cositas…
– Si!….y las vidas terribles que viven otras personas. En que lugar se coloca uno en relación a eso. Mi personaje cree que escribiendo cosas sobre Darfur ya queda protegida de la culpa o la sensación de impotencia de saber que pasan cosas desagradables y uno no sabe que hacer, no puede hacer nada o no tiene el impulso de hacer nada. A veces, es verdad cuando uno dice “hay que hacer tal cosa”, algo se resuelve y se produce. A veces uno no tiene esa capacidad. El hombre de la Red Solidaria con su capacidad de trabajo o de actores que, con su sola presencia, convoca a montones de personas y consiguen que la gente lleve cosas. La obra plantea un sin salida y es necesario ese tono divertido para poder pensarlo porque sino, es como vos decis, nos pegamos un tiro…

– Por decirlo con un reduccionismo…
– Si, sería intolerable y también inútil. ¿De que serviría marcar esto? También hay parejas que son felices con estas mismas cosas. Estas parejas de la obra se quejan pero hay mucha gente que es felíz asi.

– Esa visceralidad que hay en “Un Dios Salvaje” se contrapone a María del Carmen, de “Rompecabezas”. Si bien uno es cine y el otro teatro, ¿cómo fue abordarla?
– En principio, la diferencia del teatro al cine que vos decís, hace que se tenga que regular la intensidad salvo que sea una puesta cinematográfica más desmesurada pero hay algo que uno tiene que comprender que es la cámara la que narra y uno no tiene que hacerse tanto cargo de eso. Me eligió Natalia Smirnoff que ya me había visto en otros trabajos. Había algo de cierta posibilidad de sutileza que puedo tener como actriz…pero ¿que sería la sutileza? Que tampoco es un valor pero consiste en poder contar con un signo no muy enfático o pequeño una situación. No hace falta que estalles en llanto…

– sino una caída de ojos…
– Exacto..para demostrar que uno está triste. Un poco es eso lo que ella estaba buscando y ese es el tono de esa película. Esta mujer tiene un proceso más interno que el de Verónica, en “Un Dios Salvaje”, que ella lo traduce en como lo vincula con los rompecabezas. Es una mujer que, en principio, hace lo que debe hacer. No tiene mucha reflexión de porque hay que hacer las cosas; las hace porque le gusta. Le gusta atender a su marido y a sus hijos asi como después le gusta los rompecabezas.

– No se cuestiona…
– Si…pero no se cuestióna porque no es neurótico. Es un personaje profundo al mismo tiempo que simple, que no es lo mismo que sea elemental. Me parece que esa unión entre la dirección y el personaje…todos los personajes están dirigidos de esa manera. Goity, Arturo Goetz, y lo de la cámara en mano…

– Muy lindo el trabajo con cámara en mano….
– Si! Es cierto! Lo hizo la misma directora de fotografía de “La mujer sin cabeza”. No sabés lo que es manejar esa cámara? Es muy difícil y la filmaron en HD lo que permite tener varias tomas de lo mismo.

– Además, con Lucrecia Martel tuviste un rol que también se enmarcaría dentro de esta palabra “sutileza”.
– Digamos que ahí, más que sutileza, el guión marcaba que el personaje hablaba muy poco, que no expresaba (ese es el quid de la cuestión. En ¾ partes de la película no expresa lo que le pasa) y está en un lugar ensoñado, escindido de la trama social. Ese lugar, de estar asi, requería una enorme intensidad interna para darle potencia a la mirada o a las expresiones de la cara. Pero no había situaciones de escenas donde eso se fuera a desplegar. En “Rompecabezas” hay escenas donde el personaje lo puede hacer. Aquí la película es más narrativa y “La mujer sin cabeza” está más cercana a un estado de cosas.

– Tiene sus momentos en “Rompecabezas”…
– Si pero no son estallidos. Tiene posibilidades por situaciones que tiene. En “La Mujer sin cabeza”, no tanto….

– Sos psicóloga ¿pero la decisión del título era porque era algo “serio” y después empezar a dedicarse a la actuación?
– Creía que me gustaba la psicología. De hecho, me gustaba. Tengo una hermana psicoanalista y era muy fuerte el modelo que era ella con todo lo que implica el psicoanálisis. Veía como la había transformado y había algo que yo anhelaba con respecto a una transformación y vivir una vida diferente. Hice la carrera con mucho amor y entusiasmo pero estudiar no es lo mismo que actuar. Ahí radica una diferencia con el teatro. En un taller, parece que ya estás ejerciendo la profesión. Empezás a improvisar y ya estás haciendo lo que vas a desarrollar profesionalmente. Estás haciendo el ejercicio de exponerte y que otro opine. En cambio, cuando estudiás la carrera, ser psicóloga, analizar pacientes o el rumbo que iba a tener, después se transformó en algo en donde uno dice que no está a la altura de lo que es la carrera. No voy a poder sostener el elemento principal cuando la gente viene angustiada a hacer terapia. Pero no fue por tener algo serio pero si es verdad que en esa época, hubiera resultado impensable (como lo fue mucho tiempo) el vivir de la actuación. En ese sentido, por ahí estudiaba paralelamente pero había algo importante que era el ser independiente económicamente. Era muy improbable que uno pudiese confiar en la actuación ya que es una carrera muy inestable.

– Te brindó la psicología herramientas para abordar a tus personajes?
– No. En principio, no. Creo que cualquier formación (en este caso la universitaria), el hecho de que uno sea alguien que está vinculado con la idea de leer textos y reflexionar sobre ellos, o pensar y tener su opinión, hace que pueda tener más comodidad o permisos en la lectura de los materiales. Pero también hay muchísimos actores que ni siquiera, se podría decir, han estudiado teatro y son unos intuitivos totales, que te pasan el trapo. Para los personajes…si me parece que es valiosa la formación universitaria. Te da un plus y una mirada….que me volvió más sólida y te da un permiso más para opinar al respecto y sentirme con autoridad por esto. No porque esté bien sino que fue un ejercicio de pensar y escribir, sobre todo en psicología.

– Las dos últimas y son cortitas. ¿Cómo es el segundo después de bajar del escenario?
– Es una buena pregunta esa…Es distinto según las obras. Con esta, la experiencia fue diferente respecto a las anteriores para mi. Si la función estuvo mal, o si yo estuve mal en la función, es un momento donde uno quiere que pase todo lo más rápido posible y quiere buscar revancha enseguida, en la próxima función. Cuando la función estuvo bien, es una plenitud bastante importante. Si el público la paso genuinamente bien (eso se percibe en el aplauso), asi como uno percibe esa risa empujada o más catártica, también está la pregunta de ¿qué está aplaudiendo? Si la entrega de los actores, de ver a esos actores en vivo y en directo, si algo que le pasó. Tal vez me equivoco pero siento que percibo esas diferencias. Mi personaje, en esta obra, es el que se liga bastantes palos pero cuando termina la obra, hay una situación de reconocimiento a la actriz, de que creyeron que, por un rato, le creyeron a esa mujer que le pasaban esas cosas. Eso me da mucha alegría. Me ha pasado este año, que es bastante difícil para mi personalmente, de encontrar en esa situación de la función o lo que pasaba con el público, podía un poco abstraerme de cómo me sentía y lo que estaba pensando.

– La última, si por acá, viniese la pequeña María que recién empezaba a estudiar Psicología, ¿qué le dirías?
– Era bastante aplicada….(piensa)…la dejaría que mantuviera su camino. Me parece que estuvo bien el momento en que a mi me tocó actuar. De hecho, intenté actuar antes de lo que me sucedió y no estaba en condiciones de sostener lo que era el juego profesional de la actividad. Le diría que esté atenta a ciertas ingenuidades e ilusiones un tanto intocables que son lo que a uno lo alientan en la vida. Cuando uno se topa con la otra cara del asunto puede ser más duro. Que se mantenga más realista pero me parece que estuvo bien ese camino. Estuvo bien el hacer psicología, darse cuenta que no era y seguir intentando. 
Un Dios Salvaje. Paseo La Plaza. Miércoles, jueves y domingo, 20.30 hs; viernes y sábado, 20 y 22 hs. 


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