50 años de un simple….

Suelen decir que las revoluciones se cocinan de a poco. Que tiene que ocurrir una chispa que de paso a todo un caudal que arrasa con todo lo que encuentra en su camino para después, asentarse en los logros obtenidos.

Hace cincuenta años, ocurrió un hecho que cambió la historia, no solo de la música sino a nivel social. Bien es sabido que, para esa época, en Europa, empezaba a surgir una generación que había vivido una infancia dura por los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Tal fue el caso de Inglaterra, en el que las ciudades británicas se vieron sometidas a los bombardeos de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. 

Nacidos en los años 40, gran cantidad de jóvenes británicos llegaban a 1962, con veintidós años. Algunos, un poquito menos pero que habían canalizado sus deseos en universidades de arte y a través de la música.

Los discos de blues y rock llegaban a los puertos ingleses como Liverpool y Londres y ahí, se iniciaba el intercambio de la info. Esa fue la forma -dice la leyenda- que dos chicos, amigos de la infancia, se volvieron a ver en la estación de Datford. Uno llevaba los discos, el otro lo vio y empezaron a hablar al respecto. Uno se llamaba Michael Philip y el otro, Keith…. 
En esos tiempos, no había internet ni nada, el intercambio de discos era moneda común asi como quedarse hasta altas horas de la noche, para pescar alguna radio en la cual se pasase los éxitos del momento.

El rock había tenido una sangría importante con la muerte de Buddy Holly, el retiro de Jerry Lee Lewis, Little Richard como predicador y con un Elvis pasteurizado, haciendo películas edulcoradas para el “norteamericano medio”. Para esa época, también se decía que los grupos de guitarras ya habían pasado de moda. Solo interesaban solistas con canciones de fácil consumo y que no permitiesen ningún tipo de ruptura del statu quo imperante en dicho momento. Cliff Richard y los Shadows era lo que imperaba por la Gran Bretaña de ese entonces.
 
Al respecto, ya algo había comenzado cuando a principios de junio de 1962, cuatro provincianos llegaron a la gran capital británica, con la esperanza de grabar un disco. Desalineados, era una banda que ya había hecho presentaciones en Alemania, vestidos de cuero negro. Ahora, entraban en un estudio de EMI para ver que pasaba. El productor discográfico -un tal George Martin-  tuvo muy buena recepción para con los chicos, menos con el baterista que era muy callado. La prueba de ese día fue exhaustiva y el grupo mostraba “chapa” a pesar de un repertorio que no terminaba de convencer. En julio, lograron el contrato con la discográfica Parlophone, cuyo simple se grabaría en septiembre.
Llegó la fecha y se grabó el simple. En el pueblo de los chicos, ya se había anunciado que Little Richard iba a tocar en octubre y ellos lo iban a telonear.

El día de la edición del simple fue 4 de octubre de 1962. La canción se llamaba “Love me do” y era interpretada por unos desconocidos de Liverpool que se hacían llamar The Beatles. 
Ese día, se tiró la piedra más importante de la música popular del siglo XX. Como dijo John Lennon, “el resto, es historia pop”. ¡Yeah!

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