En más de una ocasión, cualquiera de nosotros que haya pisado un recital se ha preguntado de la capacidad de los músicos para tocar canciones que “sepamos todos” –los que, obviamente, vamos a ese show y compartimos con el músico “ese gusto personal”-. En “El jazz en acción” (Siglo XXI Editores), Robert Faulkner y Howard Becker deciden poner sobre la mesa todos sus conocimientos teóricos obtenidos a través de la sociología, en pleno diálogo con su rol de músicos profesionales de jazz. El resultado es un libro disfrutable de principio a fin que atrapará al “jazzero” como a aquél que le guste otro tipo de género. Es muy apto para aquellos que quieran adentrarse dentro del jazz, teniendo en cuenta el aura de seriedad que circunda al género. Es la otra cara en la que se puede ver como hacen los músicos para tocar una noche, sin la necesidad de saberse de memoria la cantidad enorme de partituras que hay. Ese dinamismo, que inunda de frescura las jam sessions, tiene su secreto asi como “lógica” dentro la improvisación que hay en ese momento. De esta manera, cuentan como es que logran pasar del jazz a una balada, pasando por una polca o un paso doble.
Ambos sociólogos cuentan con una vasta experiencia como músicos (piano y trompeta) por lo que no solo conocen el paño desde el estudio sino por el haber sido miembros de algunas bandas, con lo cual, se habla con conocimiento de causa, poniendo el acento en la cuestión musical. En el “feeling” propiamente dicho. El hincapié puesto en el jazz diario, ese que se toca y que produce el mágico momento de simbiosis entre el músico, la música y su auditorio, asi como en la relación con los dueños de los clubes, su formación personal como músicos y el repertorio que interpretan. De esta manera, podrán dar cuenta de lo que significa para ellos “el aburrimiento y el nuevo repertorio” e incluso pueden acercarnos, como si fueramos voyeur, a lo que piensan los músicos arriba del escenario asi como el jazz es visto por músicos que no son las grandes estrellas pero que tienen la pasión del músico más granado.
Por otra parte, también cuenta con momentos donde brindan “tips” respecto de lo que están diciendo con pentagramas o la escritura de acordes, para aquellos que no saben (sabemos) leer música. De ahí la utilidad para los espíritus deseosos de adentrarse en estas lides al leer que “durante mucho tiempo, los músicos de jazz no tocaban casi nada más que ritmos 4/4” siendo “el swing el principal indicador de su destreza”, para pasar a una “escala de blues (I-II-b III-IV-# IV-V-b) que podía leerse y tocarse, constituyendo una “hoja de engaño” con la cual, al “no haber aprendido la idea de los tonos, solo tocaba variaciones de la escala de blues”. Pero ojo, no entra en disputas estilísticas tan caras al estilo sino que sobrevuela, brinda un pantallazo al respecto para luego adentrarse en esos músicos anónimos que hacen música independientemente del lugar en el que encuentren.
“Jazz en acción” abre un mundo digno de descubrir para todos los amantes de la música porque el relato trasciende el género del jazz para instalarse en los corazones de quienes apelan al sentir en cada nota que suene de su instrumento.