Bafici 2024. Toma 1. Comienza una nueva era.

¡Empezó el BAFICI! En realidad, se había iniciado el jueves 18 pero una gripe nos tuvo muy a mal traer durante la semana, cortesía de las inclemencias meteorológicas, con lluvias intempestivas y cambios de temperatura.

La idea para el viernes había sido de ver dos pelís, como mínimo para emprender una nueva recorrida al BAFICI que está cumpliendo sus primeros 25 años. Una programación amplia, con algunas películas que pueden ser consideradas verdaderas gemas del séptimo arte (o no) pero siempre con el deseo de ver buen cine. O, al menos, que te saque de la modorra de los tanques hollywoodenses de tecnología y banalidad extrema.

A continuación, empezamos un recorrido con dos pelis que recomendamos.  Una de terror (entre tantos géneros que puede combinar), antecedida por un corto argentino y el documental que recuerda a una de las mejores bandas argentinas de rock de los años 80.

“Crecer es matar a tu madre”.

Corto de suspenso que gira en relación a la relación de la madre con su hija, en viaje a tirar las cenizas de la abuela recientemente fallecida, a un río. El conflicto comienza a partir de la mala relación entre ambas y la ayuda que le brinda una mujer de mayor edad a ambas, ante la avería de su auto, para volver a la ciudad.

Son 20 minutos bien llevados, que brindan una previa adecuada a lo que está por venir.

“Le Vourdalak”. Terror en la corte francesa.

Colores e iluminación que recuerda otro momento, otro tiempo. Eso es lo primero que se ve cuando uno se sienta a ver “Le Vourdalak”, de Adrien Beau, que lleva a la pantalla el cuento de Aleksei Tolstoi, “La familia del vurdalak, de 1839.

Allí, el marqués Jacques Antoine Saturnin d’Urfé, enviado del rey de Francia se encuentra perdido en un bosque, camino a Moldavia en misión diplomática (según el cuento original). Hete aquí que se hace la noche y el perdido marqués se encuentra desamparado en medio del bosque. Una familia lo acoge y le brinda hospedaje. Si bien no son muy comunicativos, cuentan con algunas particularidades que llaman la atención. Un joven está vestido de mujer, una hermana le espeta a otra que está loca y el hermano mayor se hace cargo de la casa hasta el retorno de Gorcha, el padre de la familia brindan un contexto inquietante a d’Urfe que se enamora de Sdenka, una de las hermanas. Será Gorcha justamente el que partió para combatir a los turcos y debe volver al cabo de seis días porque sino….

Lo que sigue es una cantidad de situaciones que se abordan desde distintos géneros. El terror, el thriller, el suspenso y hasta el gore se hacen presentes en un film que abre diversas aristas. Habrá quien se sienta abrumado, no comprenda, se levante y se vaya, algo que ocurrió en la función. Pero también estarán los que nos atrapa semejante propuesta, avasallante de colores e historias que, quizás, rondarían lo bizarro. Allí es donde se establece el contrato de lectura que seguirá hasta el final.   

La figura cadavérica de Gorcha y su posterior devenir en la relación familiar ponen a d’Urfe en otro lugar. ¿Es un esqueleto o un vampiro? ¿Qué busca ese pater familia, transformado en esa criatura monstruosa de la noche?

La paleta de colores es impactante al igual que los 16 mm en los que se ha llevado a cabo la filmación. Las actuaciones son acordes a lo requerido y muestran oficio para llevar a cabo sus personajes. El desarrollo es armónico y no tiene, prácticamente, caídas en el relato. Siempre está pasando algo, con el factor “sorpresa” esperando a la vuelta de cada plano.

Perturbadora y en algunos momentos, incomprensible pero atrapante de principio a fín. “Le Vourdalak” combina géneros varios, manteniendo el terror como premisa, en una película divisoria de aguas. Algo que, realmente, se aplaude y destaca.

Aquí dejamos el cuento para quien desee leerlo: https://biblioteca.org.ar/libros/130151.pdf

Ficha técnica

Guión: Adrien Beau y Hadrien Bouvier. Dirección de fotografía: David Chizallet. Montaje: Alan Jobart. Sonido: Charlotte Comte, Laura Chelfi y Simon Apostolou. Música: Martin Le Nouvel y Maïa Xifaras. Con Kacey Mottet Klein, Ariane Labed, Grégoire Colin, Vassili Schneider, Claire Duburcq. Producción: Judith Lou Lévy y Lola Pacchioni. Año de producción: 2023. Duración: 91′. País: Francia

Viernes 26 de abril. Cine Gaumont 1. A las 16.50 h.

“Cenizas y diamantes. La película de Don Cornelio y la Zona”. Más allá del homenaje.

Hacía falta una película que hiciera justicia al legado de una banda de culto tan ecléctica e inclasificable como Don Cornelio y la Zona. Ricky Piterbarg continúa el proyecto de su amigo Roly Rauwulf que contaba con mucho registro de la carrera de Cornelio.

La forma en que se estructuró el documental, con fragmentos de recitales, ensayos y encuentros varios de la banda, junto con una reunión realizada tras el fallecimiento del líder y poeta eterno Palo Pandolfo, brindan una frescura atrapante. Mantiene la idea de mostrar lo que pasó en su momento, como la presentación en Medio Mundo Varieté, devuelven a la actualidad un clima de época en la que el rock argentino florecía en su creatividad.

La lente de la cámara pone su mira silenciosa en la banda y trae algunas perlas. Un recital en el viejo Prix D’Ami, la presencia de Andrés Calamaro y Daniel Melero como invitados y el calor de shows inolvidables. Algunos planos que enfocan calles y lugares varios, retoman ese viaje en el tiempo. “Che, esa esquina…es la de Rivadavia y Caracas?” Esa proximidad propia del ritual que lleva el cine que se plasma en quienes ven la película y fueron parte de esa época. Es más, casi que ni hubo sonido de celular o pantalla indiscreta abriéndose en la oscuridad de la función.

La película tiene el gran mérito de ir y volver en el tiempo, con imágenes que tocarán los corazones de quienes vivieron esa época y aquellos que desearían haber sido partícipe, en ese ejercicio de melancolía por lo no vivido que, en este caso, es entendible. El recorrido que hay de la obra de Cornelio en sus dos discos editados (el homónimo y “Patria o muerte”) es sutil y se realiza a través de sus canciones. Es apreciable la recepción que hubo de ambos y el camino que transitaron a través del tiempo. Uno con más “hits” –ponele- y otro que fue ninguneado en su momento pero que terminó convirtiéndose en una obra maestra.

En lo que a la parte humana se refiere, hay un cuidado especial en la relación que tuvieron los integrantes de Cornelio. Eran “amigos”. Ensayaban en una casa y ahí fortalecieron la relación a través de la música pero también la pintura y la escritura. Es más, tras la separación (¿acaso nadie discutió con un amigo?), siguieron manteniendo un vínculo cercano. El casamiento de Claudio Fernández (baterista y compilador de gran parte del material que forma parte del documental) con la posterior reunión de Cornelio, es como un cierre de amor y fraternidad. Ni hablar de las palabras de Palo en dicha ocasión.

El tiempo pone las cosas en su lugar. Como si hubiese que esperarlo para poder dimensionar lo que fue Cornelio. La poética de ese joven Palo Pandolfo en tiempos postpunk de lo que era la primavera alfonsinista. Disfrutable de principio a fín, tanto para el fan como para aquella persona que quiera indagar en la vida y obra de Don Cornelio y la Zona, hay dos chances más de ver esta gema del BAFICI que visibiliza la esencia de una gran banda de nuestro rock.

Ficha técnica.

Guión: Roly Rauwolf, Ricky Piterbarg y Norberto Ludin. Dirección de fotografía: Juan Costamagna y Julia Elena Zárate. Montaje: Norberto Ludin. Dirección de arte: Alejandra Fenochio. Sonido: Mariana Delgado y Guido Deniro. Música: Don Cornelio y La Zona. Con Don Cornelio y La Zona, Karina Cohen, Sandra Ervin, Santiago Segura, Omar Viola. Producción: María Vacas. Producción ejecutiva: María Vacas, Ricky Piterbarg. Año de producción: 2024. Duración: 89′. País: Argentina

Jueves 25 de abril. Centro Cultural San Martín 1. A las 21.15 h

Sábado 27 de abril. Centro Cultural San Martín 2. A las 18.50 h

El BAFICI y la burbuja de la coyuntura.

Esto que puede ser un título pomposo para iniciar un artículo (“Comienza una nueva era”), termina siendo una realidad en estos nuevos tiempos liberotarios que vive el país. El cine no vive en una burbuja, con ese oscuro deseo de ubicar al arte en una esfera completamente separada de la coyuntura. Mal que les pese a las autoridades,  a algunos cineastas y espectadores varios, el clima de época se vive y se siente.

Algo habíamos comentado en el artículo de lanzamiento del BAFICI en que vivimos una conferencia de prensa en que no se abrió el micrófono a preguntas para la ministra de Cultura, Gabriela Ricardes y al director del festival, Javier Porta Fouz. Una vergüenza absoluta, por donde se mire.

Más aún cuando el líder liberotario en ejercicio de la presidencia Javier Gerardo Milei ha manifestado su aversión a la cultura, con sendas medidas que afectan al cine, al teatro y la música. Sus ataques a artistas que osen poner en duda sus medidas preclaras, se condicen con la gestión que se lleva a cabo desde Cultura Nación y Ciudad aunque, pareciera, que no hay mucha idea al respecto, más allá de la incontinencia verbal de quien habita Balcarce 50.

Al día de hoy, no hay respuestas a los reclamos al vaciamiento que hay en el INCAA y los pasos a seguir en lo que al cine se refiere. Si a esto le sumamos los pedidos de las organizaciones teatrales por el nombramiento urgente del Director Ejecutivo y la puesta en marcha del Instituto Nacional del Teatro que se encuentra paralizado desde el 10 de diciembre de 2023 y la falta de respuesta de la ministra Ricardes a los pedidos de reunión, los sectores de la cultura se declararon en emergencia, frente a los recortes presupuestarios en Ciudad que se acentúan año tras año.

El discurso de Mirta Busnelli, Ignacio Sanchez Mestre y Pablo Ragoni en la apertura del BAFICI fue contundente. En “Cenizas y diamantes”, el director Ricky Piterbarg en los agradecimientos por la película, incluyó “al BAFICI que eligió la película para su 25 aniversario que, esperemos pueda seguir sucediendo. Suponemos que va a seguir…sino hacemos un festival de despedidos”. Agregó que “quiero decir las palabras que consensuamos entre todos los directores y las directoras que fuimos convocados a este festival. Acordamos en lamentar y repudiar con contundencia las últimas medidas tomadas por el economista presidente del Instituto. Congelaron la producción de cine, la industria. No hay movimiento cinematográfico que va a ser un problema para los festivales del año que viene. Asi que, ¡viva el cine argentino!, ¡viva el arte!, ¡viva la cultura!. Y a todos aquellos que denostan el arte y la cultura se los trague las mismas caras del infierno”.

Frente a todo esto, el BAFICI se mantiene en silencio. ¿“Finge demencia” para poder seguir adelante? Sería lamentable caer en la triste frase de Juanse, rockero cascote devenido en cura cuando dijo “yo toco rock and roll sea para Angeloz como para Mussolini”. El arte no puede hacerse el otario frente a la coyuntura porque hasta el silencio es político. Todo es político y es ahí donde aparecen las mezquindades de muchos/as. Están a medio centímetro del “que el mundo se caiga mientras yo pueda hacer mi película”. Egoísmo y egolatría con similares dosis de ignorancia y fuerte sentido propio del desclasado.

¿Acaso “no la ven” que se está llevando a cabo un festival de cine mientras pasa lo que pasa con la cultura, la educación y el poder adquisitivo? Porque, de mantener esa tesitura, terminarían siendo esa “casta” (termino que cada día pierde más de su significado original) que quieren castigar. Al final, la casta sos vos…a menos que paguen la comida con “fe” y los impuestos con esperanza….lo cual dudo mucho.

El silencio atronador del BAFICI se siente más que nunca frente a escenas de liberotarismo extremo. Siempre hay tiempo para abrir los ojos. Ni siquiera pido que se hagan cargo de haber votado al propio verdugo, cegados por el odio. Solo espero que no sea demasiado tarde.  

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