Si, en algún momento tenía que ocurrir. ¿Cómo no iba a incluir en esta sección al genial Woody Allen? Tenía muchas escenas pero me atrapó la curva final, previa al epílogo de “Manhattan”, una de las tantas gemas de pequeño genio neoyorkino.
“Manhattan” es de 1979 y muestra las desavenencias de Isaac Davis, un escritor de guiones de programas de televisión cuarentón con respecto a su vida y a su relación con Tracy (Mariel Hemingway), una chica de 17 años. El tema de la edad lo perturba y más cuando conoce a Mary (Diane Keaton), una mujer más cercana a su edad y a sus aspiraciones intelectuales.
Si Mary es la amante del mejor amigo de Isaac –que, a su vez, está casado- es un detalle que será importante en algunos momentos. Sobre todo cuando Isaac deja a Tracy, con la esperanza de empezar algo “serio” con Mary. No vamos a decir como termina la película para aquél que no la haya visto pero si vamos a destacar el momento en el que Isaac se acuesta y se pregunta cuales son las cosas por las cuales vale la pena vivir. Allí hablará de Louis Armstrong, Groucho Marx, las películas suecas, Marlon Brando y Frank Sinatra….hasta que llega al final y dice “El rostro de Tracy”.
Cada uno que haya visto la película se habrá visto reflejado por lo visto y, por que no, habrá recordado alguna situación parecida en la que se recuerdan las cosas bellas que uno tiene y se aferra como si fueran divinos tesoros. El nombre final, seguramente cambiará por la persona que se haya ganado el corazón del individuo que este recordando pero el solo hecho de tener a alguien en ese casillero, es impagable. Pero el recuento de estas “cosas” no está teñido de melancolía o añoranza de un “pasado mejor” al que se llora constantemente.
¿Por qué uno recuerda esta escena? Por el sencillo motivo de ver ese momento en el que uno se encuentra en la más absoluta soledad e intimidad que permite sacarse todas las armaduras y corazas y mostrarse tal cual es. Es ese momento bisagra que separará uno crucial de “otra de las tantas oportunidades no aprovechadas”. Todos nos hemos sentido el “peor del mundo” en algún momento y necesitamos de esa visión propia y personal en la que nos sometemos a una cirugía sin anestesia. La cuestión es actuar en consecuencia. Salir de la melancolía y arriesgar en pos de lo que vendrá, ya que nunca le va mal al que no arriesga y al que no hace nada.
Isaac va y corre a buscar a su amada. O sea, va y hace. No hay taxi y corre. Llama, no la atiende y va igual. Con una mano en el corazón, ¿cuántas veces hicimos esto? ¿O preferimos quedarnos en el lamento eterno en vez de correr el riesgo de hacer y…quien te dice, hasta te sale bien?
En el encuentro entre Isaac y Tracy se da un diálogo imperdible del cual rescataremos la frase “No todos nos corrompemos. Tienes que tener un poco más de fe en la humanidad” que le dice Tracy a Isaac. La cara de Woody, con esa mezcla de bronca, resignación e ironía, es impagable y te deja la sensación de que uno se va volviendo más pesimista y corrosivo con el paso del tiempo por más que uno quiera creer.
“Manhattan” es una película monumental, la cual hemos visto más de diez veces como mínimo y refleja algunas situaciones que no han cambiado (o si) a través del tiempo. Disfrutable 100% con el talento de Woody en su mejor momento y, como siempre, dejando algo para pensar, reflexionar y cuestionar (se).